El sueño…
el sueño es el hermano de la muerte.
Así que túmbate bajo este esqueleto en la frialdad de la tumba.
Permite que el abrazo de sus muertos brazos
te mantenga totalmente a salvo y dormido.
Enterrado en un sueño…
silenciosamente….
Para siempre bajo tierra




La Caza de Brujas




La caza de brujas

El estudio de la Europa Moderna, no se puede dejar de considerar un fenómeno singular y único que marcó a este rico período: la caza de brujas.
Durante el siglo XVI Europa se ve infectada de denuncias sobre brujería. Miles de personas sospechadas de esta práctica eran detenidas y sometidas a interrogatorios, tanto por las autoridades civiles como por la temible Inquisición. La simple probabilidad de caer en sus manos llenaba de terror. El uso de tortura, tanto para lograr la confesión o simplemente para la confirmación de ésta, era lo habitual. Y las penas podían ir desde la abjuración pública y el uso del sanbenito – un hábito amarillo con una cruz roja, cada vez que salía de su casa - muestra pública de vergüenza y humillación, hasta la condena a muerte en la hoguera .
Ocupaba un lugar destacado en las delaciones e interrogatorios la descripción de las prácticas y reuniones nocturnas sabáticas celebradas por los miembros de sectas de brujos. Estas descripciones incluían la negación de la fe, el pacto satánico, la orgía sexual, el sacrificio de niños, el vuelo nocturno, el ejercicio de poderes maléficos contra hombres, animales y cosechas, junto con la inversión de los valores del culto cristiano, que introducían el caos en el orden divino, social y simbólico de las asustadas poblaciones.

El resultado de estas denuncias llevó a la muerte a miles de personas. La caza de brujas alcanzó su clímax entre los siglos XV y XVII, siendo para el siglo XVIII sólo un recuerdo. ¿ Cómo llegó a construirse la imagen de la bruja satánica, de manera tal como para generar psicosis colectivas? ¿ Tenían las prácticas descriptas un trasfondo real? Y: ¿cuál fue la razón que hubo tras la construcción de esta imagen?
La clave para entender este fenómeno la tenemos que buscar en la historia del pensamiento, en particular en el religioso. Así como la idea bíblica de la existencia del diablo llevó siglos de elaboración teológica , la figura del brujo o hechicero como agente del demonio y las prácticas supersticiosas como hechos satánicos, llevó siglos de composición por los pensadores de la Iglesia.

Algunos investigadores sostienen que el inicio de la caza de brujas y la configuración del sabbat se encuentran en el siglo XIV, mientras que otros afirman que recién en el XV hay pruebas claras de este hecho. Carlo Ginzburg en Historia Nocturna plantea la tesis de que esta nueva imagen de la brujería practicada por grupos que celebraban reuniones nocturnas surge en los Alpes Occidentales a mediados del siglo XIV . Si bien, fuentes como el Fornicarius – que utiliza Ginzburg – demuestran que la brujería ya era un hecho reconocido como satánico en ese siglo, la imagen completa del sabbat y del vuelo nocturno, característica del fenómeno, no están presentes aún. Es recién a comienzos del siglo XV cuando comienza con intensidad la persecución y condena de individuos por la acusación de brujería y elementos del estereotipo del aquelarre ya se encuentran plenamente desarrollados en los registros de los interrogatorios. Ya se había cristalizado la imagen completa de la bruja que había realizado un pacto con el diablo, con el fin expreso de dañar al prójimo, que celebraba con sus compañeros reuniones nocturnas, donde se practicaban los hechos más aberrantes. Fray Martín de Castañega en su Tratado de las supersticiones y hechicerías (Logroño, l529) describe las ideas que circulaban con respecto a estas ceremonias al relatar: "Más muchos de los sacrificios antiguos diabólicos y las más solemnes, se celebraban con sangre humana, ofreciendo, degollando y sacrificando a sus propios hijos e hijas al demonio". Esta costumbre de devorar niños o ofrecerlos en sacrificio al demonio, era uno de los elementos característicos del estereotipo de las brujas, así como también el vuelo nocturno.

Se emprende de esta manera una caza despiadada contra personas que en muchos de los casos eran depositarias de sabiduría y costumbres ancestrales, como el uso de ciertas hierbas con propósitos curativos o amatorios, y que durante siglos habían sido aceptadas y respetadas dentro de las comunidades; pero que, ahora, producto de esta deliberada construcción ideológica, se veían desplazados de la misma, considerados enemigos de la fe y de los verdaderos cristianos.
El diferente, el otro, el marginal siempre ha sido y aún hoy lo es, la figura sospechada. Ante el menor hecho adverso el diferente es señalado como responsable. Así fue como en el medioevo europeo el leproso, el judío, el hereje fueron las víctimas constantes, acusadas de todos los males que sucedían en la comunidad. Si ocurría una epidemia, ellos eran los responsables, pues habían envenenado las aguas con polvos . Los rumores circulaban y como consecuencia de esto miles de individuos entre ellos perdían la vida. A comienzos de la modernidad fueron reemplazos por la figura estereotipada del brujo o bruja, un ser al margen de la sociedad, capaz de todos los crímenes y males posibles, el culpable por excelencia.
El análisis de un caso particular ocurrido en San Miniato un pueblo del ducado de Florencia en 1594, nos puede ayudar a entender lo expuesto con anterioridad sobre lo que se encontraba detrás de esta caza o persecución de "brujas". Es el proceso contra una mujer viuda de unos sesenta años, que ejercía el oficio de partera y curandera. Pocos años antes se había mudado al pueblo de Bagno, y es allí donde es denunciada como bruja ante las autoridades por sus mismos vecinos. Varios elementos significativos se pueden inferir de estos pocos datos. La acusada era mujer, viuda y extranjera en el pueblo, tres elementos que señalaban su vulnerabilidad y que, a la vez, la hacían sospechosa. En el Malles Maleficarum, un célebre tratado de demonología de l486 encontramos lo siguiente: " Toda brujería proviene del apetito carnal que en las mujeres es insaciable" . Fray Martín de Castañega en el capítulo V de su Tratado se explaya sobre las razones de que haya más mujeres que hombres consagradas al demonio y agrega "... más son de las mujeres viejas y pobres... porque como en los otros vicios la pobreza es muchas veces ocasión de muchos males" . La misoginia era habitual, no sólo en la redacción de los tratados de demonología sino en las relaciones cotidianas. A su vez Castañega señala a la pobreza como otro factor descalificador. La discriminación está claramente presente.
Los oficios que ejercía de partera y curandera, la colocaban en un terreno peligroso, pues ambos estaban asociados con prácticas diabólicas. Castañega en su Tratado escribe sobre las parteras: "... (Satanás) hace que los ministros, en la más sutil y secreta manera que pueden maten niños, como lo hacen muchas parteras brujas..." . La recolección de plantas, el conocimiento de su papel terapéutico y su empleo para sanar enfermedades era transmitido de generación en generación a través de la línea femenina. Por siglos estas mujeres cumplieron un importante papel en sus comunidades. Eran las encargadas de mantener y transmitir conocimientos ancestrales, pero la construcción del modelo cristiano de superstición, hizo de ellas objeto de sospecha, colocándolas al margen de la sociedad, en la posición de agentes del diablo. De tal manera que, ante una situación de malestar social, como carestías, pestes, guerras - como era la de fines del siglo XVI en Italia, época en que vivió Gostanza - las hacía las víctimas seguras de una persecución. Posiblemente la envidia y los celos hayan sido los móviles que llevaron a sus vecinos (y posiblemente a médicos) a denunciarla. El hecho de que varios niños a los que ella ayudó a nacer hubiesen muerto, motivó la oleada de denuncias en su contra. Su condición de miembro reciente de la comunidad, sin raíces en el pueblo, la hacía doblemente sospechosa.

Poco después de su arresto comienza el interrogatorio que dura cinco días. Fácil es adivinar la presión psicológica que esta anciana experimenta. Gostanza niega los cargos, por lo tanto la someten a tortura, al parecer al tormento llamado potro . A pesar de la tortura, Gostanza niega las acusaciones, el inquisidor, le hace una serie de preguntas sobre reuniones nocturnas, hechizos sobre niños, el fin es que ella confirme su participación en reuniones satánicas, y que su descripción encaje en el modelo existente de bruja. Dos días después, la vuelven a someter a tortura, al fin ella dice "Si queréis que os diga mentiras, las diré...". Allí comienza la confesión. Describe el aquelarre, su relación con el diablo, su vuelo en escoba, como se convierte en gato, y bebe sangre de niños. Describe todo lo que los inquisidores esperaban. Diez días después el propio Inquisidor de Florencia, un hombre más ilustrado, va a tomar a su cargo los interrogatorios. Gostanza comienza a describir su vida, su rapto a los ocho años para ser entregada al hombre que será su esposo. El abuso a esa tierna edad, y su huida de la realidad, como encontraba refugio en el bosque y en sus fantasías. La imagen que ella presenta del aquelarre es una construcción donde se entremezclan sus propios anhelos, expectativas, y sueños, con la imagen elaborada de las reuniones satánicas. Un cuento lleno de elementos folclóricos, probablemente recuerdos infantiles e historias que escuchara. Presenta al diablo como un esposo amoroso, diferente del que tuvo, y a la "Ciudad del Diablo", donde se celebran las reuniones, como "una ciudad de oro, más bella que Florencia" muy distinta del ambiente cotidiano y gris donde se mueve. La fantasía que proyecta en su relato claramente muestra su huida de la realidad, el deseo de encontrar en este mundo ficticio la protección contra la dureza, exigencia y frustraciones de su mundo real.
El inquisidor se convence de hallarse sólo ante una visionaria. Tras veintiún días de interrogatorio es liberada. La Inquisición está menos dispuesta a dejarse llevar por estas historias que los tribunales civiles. Durante todo el siglo XVI el Santo Oficio mostró mayor prudencia en esos casos que los tribunales civiles, siendo éstos responsables del mayor número de ajusticiamentos por hechicería. La Inquisición prefería atender, y con severidad, los casos de herejía .
Toda fantasía tiene una fuerte base real. Y en el caso de la detallada reconstrucción del fantástico mundo descripto por Gostanza, se amalgaman visiones derivadas de su instrucción religiosa - la aprendida por los predicadores de campaña - y la cultura y saber populares, de largos siglos de elaboración y transmisión campesina. Todo esto coloreado por sus propias vivencias y al entorno social que le tocó vivir.
La persecución de la brujería fue sin duda uno de los mecanismos puestos en marcha con el fin de destruir la cultura popular, y sus antiguos saberes. En los procesos de brujería se destaca una gran mayoría de mujeres acusadas y esto era así porque las mujeres eran precisamente las encargadas de custodiar esta sabiduría popular. Ellas eran las que presidían veladas nocturnas – posiblemente de aquí se derive la imagen del sabbat - que constituían unos de los mecanismos más tradicionales de transmisión cultural en el campesinado. Veladas en las que, junto al relatos de cuentos y de sucesos pasados, se enseñaban costumbres morales o se transmitían saberes sobre plantas y astros. El universo mágico se entremezclaba con la percepción popular del mundo. José Luis Romero en La cultura Occidental, planteaba que la realidad e irrealidad se confundían y entrecruzaban constantemente en la mente del hombre medieval, donde el sentimiento mágico del germano o la adivinación de lo misterioso que anidaba en los antiguos celtas pervivía, mezclándose con el dogma cristiano. Todo esto daba como resultado un rico mundo mítico .
La demonización de estas antiguas prácticas llevó a la intolerancia y a la persecución. La imagen del brujo satánico fue un importante mecanismo de control social y de dominio sobre el diferente. La manera más eficaz de imponer una cultura hegemónica y destruir de manera sistemática la cultura y saber populares. Esta enculturación fue parte de un largo proceso de cambio, que abarcó desde la destrucción económica del campesinado, de su forma de vida y cultura hasta la imposición de un nuevo sentido del tiempo y del trabajo propios del naciente capitalismo.
Se puede decir que el proceso de destrucción de la cultura popular arrancó desde la difusión del cristianismo en Europa, pero es en el siglo XVI, donde este ataque se da con mayor vigor. La separación entre cultura de elite y cultura popular es muy notable a partir de este siglo. Así, la centralización del Estado, los cambios económicos, la Reforma religiosa, la Contrarreforma, la imprenta, entre otros aspectos que marcaron este siglo, forma el marco en el cual insertar y tratar de comprender el complejo fenómeno de la caza de brujas.
Esta persecución termina prácticamente para mediados del siglo XVIII. En Inglaterra la última ejecución se registra en l684, en Estados Unidos en l692, en Francia en 1745 y en Alemania en 1775 (29). Fueron precisamente las altas autoridades teológicas, jurídicas y políticas que la habían iniciado, las que terminaron por eliminarla. El modelo preponderante de superstición va a pasar a ser el científico- racionalista. Uno de sus grandes exponentes, Voltaire (1674- l778), en sus Cartas Filosóficas razonaba: "Me parece que la naturaleza humana no tiene necesidad de lo verdadero para caer en lo falso... el primer hombre que se puso enfermo creyó sin esfuerzo en el primer charlatán. Nadie ha visto hombres – lobos, ni brujos y muchos han creído" .
La superstición va a volver a ser nuevamente producto de la ignorancia y así, la creencia en la bruja satánica y sus abominables hechos, que segara tantas vidas, pasará a ser solo un recuerdo.
http://www.temakel.com/histbrujeria.htm


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