El sueño…
el sueño es el hermano de la muerte.
Así que túmbate bajo este esqueleto en la frialdad de la tumba.
Permite que el abrazo de sus muertos brazos
te mantenga totalmente a salvo y dormido.
Enterrado en un sueño…
silenciosamente….
Para siempre bajo tierra




Evo y el referendum


Soy argentina... soy latinoamericana, por lo tanto me afecta el momento de peligro institucional que está viviendo el hermano país de Bolivia. Mis deseos son que pueda superar este golpe de estado, encubierto, que están dando a su democracia!
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“Desterrado” Evo Morales en su propia tierra

Heinz Dieterich
En la emblemática fecha del aniversario 183 del Día de la Independencia, el presidente boliviano Evo Morales no pudo presentar su informe nacional en la capital constitucional del país, que lleva el nombre del Libertador de Bolivia, el Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre. Según Evo, él no estará en Sucre “para no dar motivos a un eventual enfrentamiento entre bolivianos que podría terminar con graves consecuencias”, debido a que las autoridades de Chuquisaca-Sucre respaldan las provocaciones de grupos violentos contra su gobierno.

A su vez, la sesión de honor del Congreso Nacional en Sucre, prevista por el día de la fundación del país, fue suspendida por el vicepresidente de la República, Álvaro García Linera, dado que no se podía garantizar las condiciones de seguridad física de los parlamentarios, funcionarios estatales e invitados diplomáticos.

Por la misma razón fue cancelada la cumbre de los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, de Argentina, Cristina Fernández y de Evo Morales, en Tarija. Los fuertes ataques contra las delegaciones de avanzada de los tres presidentes, organizados por los separatistas de Tarija, motivaron la cancelación de la visita de Chávez y Fernández, desde Buenos Aires.

El significado de estos tres eventos es muy claro. El Presidente legítimo de la República de Bolivia es una especie de desterrado o expatriado en la mayoría de las provincias de su propia tierra a las cuales solo puede ir, cuando la oligarquía lo permite. En una analogía formal con el lenguaje de la guerra irregular tendríamos que decir que la contrarrevolución ha conquistado “zonas liberadas” en las cuales el gobierno central no puede entrar; es decir, ha establecido un Estado dual periférico paralelo al Estado central del altiplano.

La esencia del conflicto en Bolivia es el choque entre el poder fáctico y el constitucional, entre la alianza oligárquica-imperial y el gobierno de Evo. Cuando el poder fáctico desconoce el legítimo poder constitucional, éste tiene los recursos de la justicia y la fuerza militar para imponer la ley. El gobierno de Evo no ha usado esos poderes por dos razones, una pragmática y otra moral: a) no está segura de la lealtad de la justicia y de la Fuerza Armada y, b) la ética y formación política de Evo rechazan el uso de la represión estatal legítima para imponer su proyecto político.

El mismo carácter de la contradicción boliviana ---la dualidad de poderes basada en lo fáctico-contrarrevolucionario y lo legal-progresista--- hace improbable que el referendo del 10 de agosto pueda resolverla. Esencialmente, va a reafirmar la correlación de fuerzas del status quo.

Sigue por lo tanto la división de facto de Bolivia en dos países y la fase de acumulación de fuerzas, hasta que uno de los dos poderes antagónicos esté en condiciones de dar el golpe decisivo, para liquidar a la otra.
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Washington a todo tren contra Evo

Ángel Guerra
La Jornada
El rostro de cruda violencia tomado por la escalada subversiva en Bolivia vísperas del refrendo revocatorio ha costado ya derramamiento de sangre de trabajadores e impedido el desplazamiento del presidente Evo Morales a importantes actividades de su agenda en las republiquetas sediciosas. Al habitual desafío al orden constitucional y a la investidura presidencial de los prefectos separatistas y sus grupos de choque fascistas se han sumado ahora protestas de segmentos populares, de cuyos líderes, especialmente los de la Confederación Obrera Boliviana, cabe sospechar motivaciones mucho más ominosas que el infantilismo de izquierda. En rigor, su aliento a la violencia y al sabotaje dinamitero hacen parte objetivamente del plan desestabilizador del imperialismo en uno de los momentos más definitorios de la historia boliviana.

Es demasiado importante lo que está en juego en la crispante confrontación de estos días entre la elite oligárquica y el pueblo pues los resultados del referendo revocatorio del próximo domingo podrían inclinar decisivamente a favor del proceso de transformaciones encabezado por Evo Morales el empate técnico existente en la correlación de fuerzas políticas. Tal desenlace implicaría un duro golpe a los planes del imperialismo yanqui en América Latina, que buscan destruir a toda costa los principales bastiones de la corriente emancipadora que amenaza con quebrar su hegemonía en la región. Bolivia es uno de esos bastiones por el vigor de su movimiento indígena-popular, las realizaciones del gobierno de Evo y su talento, entrega y prestigio. A consecuencia de la crisis de legitimidad de los partidos y caciques de la oligarquía, Estados Unidos sólo ha encontrad cartas fuertes que jugar contra el presidente constitucional en el separatismo, el racismo y el regionalismo, enarbolados por una mayoría de prefectos departamentales y los llamados comités cívicos, reductos del colonialismo latifundista interno, de irritantes privilegios, del odio a los indios y del neoliberalismo. Y es que entre ellos no existe personero ni organización política que pueda, siquiera a mediano plazo, ganar una elección nacional a Evo Morales y al Movimiento al Socialismo.

Así pues, Washington no tiene más alternativa para recuperar su control sobre Bolivia y sus recursos naturales que la subversión desembozada, como se ha comprobado hasta la saciedad en el accionar ilegal y sedicioso de los prefectos. Pero cuando vio la inminente amenaza de victoria popular en el referendo decidió acelerar la marcha de las acciones desestabilizadoras con el objetivo inmediato, aunque no único, de impedirlo o empañar gravemente su celebración en abierto desacato a la institucionalidad democrática. Desde hace aproximadamente un mes trascendió que la embajada de Estados Unidos recomendó a los 6 prefectos sediciosos no someterse a la consulta, pues conocía por encuestas propias que la mayoría de ellos, su grupo de choque insustituible contra el proyecto trasformador, perderían sus cargos si eran sujetos al veredicto de las urnas, mientras el presidente Evo Morales y su vice Álvaro García Linera conservarían los suyos con una copiosa votación.

El plan yanqui ha acudido a un despliegue inusitado del poder económico, mediático, cultural y coercitivo casi intacto de la oligarquía y a sus testaferros en el aparato del Estado para tronchar la celebración del referendo con continuos pretextos legaloides y mentiras combinados con peligrosas provocaciones de corte fascista, que si no han logrado desencadenar una contienda civil es gracias a los nervios de acero de que han hecho gala Evo, su equipo de gobierno y los movimientos sociales.

Evo y el movimiento indígena-popular boliviano han dictado ya cátedra en el arte de vencer por vía política a una derecha rabiosa como pocas y pueden movilizar multitudes a las calles si fuera necesario. Merecen confianza y toda la solidaridad en esta hora crítica.
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