El sueño…
el sueño es el hermano de la muerte.
Así que túmbate bajo este esqueleto en la frialdad de la tumba.
Permite que el abrazo de sus muertos brazos
te mantenga totalmente a salvo y dormido.
Enterrado en un sueño…
silenciosamente….
Para siempre bajo tierra




Suicidal Romance - Shattered Heart Reflections


Electro/Synthpop/Darkpop
Estonia
Suicidal Romance - Shattered Heart Reflections (2010)



1 Interlude
2. Touch
3. Words That Change Everything
4. Make Me Blind
5. Love Stays The Same
6. Her Song
7. We're Wanting More
8. Dreamers
9. Build Me A Heart
10. S.H.R.





Suicidal Romance - Make Me Blind
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Suicidal Romance - Words That Change Everything
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SUICIDAL ROMANCE
Dmitry i.: vocals, lyrics, music
Viktoria Seimar: vocals
Maarja Korstnik :synths, lyrics, visual concept



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Eva Luna - Isabel Allende



Eva Luna
Isabel Allende





En Eva Luna, su tercera novela, Isabel Allende recupera su país a través de la memoria y de la imaginación. La cautivadora protagonista de este libro es un nostálgico alter ego de la autora, que se llama a sí misma "ladrona de historias", precisamente porque en las historias radica el secreto de la vida y del mundo. Como una moderna Scherezade, Eva Luna convierte su vida en una tragicomedia por la que desfila una sorprendente galería de personajes: un embalsamador de cadáveres, una madrina que sobrevive a una decapitación, una mujer con cuerpo de hombre, un fotógrafo austríaco atormentado por los recuerdos del nazismo...
Con ternura e impecable factura literaria, Isabel Allende perfila el destino de sus personajes como parte indisoluble del destino colectivo de un continente marcado por el mestizaje, las injusticias sociales y la búsqueda de la propia identidad. Este logrado universo narrativo es el resultado de una lúcida conciencia histórica y social, así como de una propuesta estética que constituye una singular expresión del realismo mágico. (Lecturalia)





"Me llamo Eva, que quiere decir vida, según un libro que mi madre consultó para escoger mi nombre. Nací en el último cuarto de una casa sombría y crecí entre muebles antiguos, libros en latín y momias humanas, pero eso no logró hacerme melancólica, porque vine al mundo con un soplo de selva en la memoria. Mi padre, un indio de ojos amarillos, provenía del lugar donde se juntan cien ríos, olía a bosque y nunca miraba al cielo de frente, porque se había criado bajo la cúpula de los árboles y la luz le parecía indecente. Consuelo, mi madre, pasó la infancia en una región encantada, donde por siglos los aventureros han buscado la ciudad de oro puro que vieron los conquistadores cuando se asomaron a los abismos de su propia ambición. Quedó marcada por el paisaje y de algún modo se las arregló para traspasarme esa huella.

Los misioneros recogieron a Consuelo cuando todavía no aprendía a caminar, era sólo una cachorra desnuda y cubierta de barro y excremento, que entró arrastrándose por el puente del embarcadero como un diminuto Jonás vomitado por alguna ballena de agua dulce. Al bañarla comprobaron sin lugar a dudas que era niña, lo cual les creó cierta confusión, pero ya estaba allí y no era cosa de lanzarla al río, de modo que le pusieron un pañal para tapar sus vergüenzas, le echaron unas gotas de limón en los ojos para curar la infección que le impedía abrirlos y la bautizaron con el primer nombre femenino que les pasó por la mente. Procedieron a educarla sin buscar explicaciones sobre su origen y sin muchos aspavientos, seguros de que si la Divina Providencia la había conservado con vida hasta que ellos la encontraron, también velaría por su integridad física y espiritual, o en el peor de los casos se la llevaría al cielo junto a otros inocentes. Consuelo creció sin lugar fijo en la estricta jerarquía de la Misión. No era exactamente una sirvienta, no tenía el mismo rango que los indios de la escuela y cuando preguntó cuál de los curas era su papá, recibió un bofetón por insolente. Me contó que había sido abandonada en un bote a la deriva por un navegante holandés, pero seguro ésa es una leyenda que inventó con posterioridad para librarse del asedio de mis preguntas. Creo que en realidad nada sabía de sus progenitores ni de la forma como apareció en aquel lugar.

La Misión era un pequeño oasis en medio de una vegetación voluptuosa, que crece enredada en sí misma desde la orilla del agua hasta las bases de monumentales torres geológicas, elevadas hacia el firmamento como errores de Dios. Allí el tiempo se ha torcido y las distancias engañan al ojo humano, induciendo al viajero a caminar en círculos. El aire húmedo y espeso, a veces huele a flores, a hierbas, a sudor de hombres y alientos de animales. El calor es oprimente, no corre una brisa de alivio, se caldean las piedras y la sangre en las venas. Al atardecer el cielo se llena de mosquitos fosforescentes, cuyas picaduras provocan inacabables pesadillas, y por las noches se escuchan con nitidez los murmullos de las aves, los gritos de los monos y el estruendo lejano de las cascadas, que nacen de los montes a mucha altura y revientan abajo con un fragor de guerra. El modesto edificio, de paja y barro, con una torre de palos cruzados y una campana para llamar a misa, se equilibraba como todas las chozas, sobre pilotes enterrados en el fango de un río de aguas opalescentes cuyos límites se pierden en la reverberación de la luz. Las viviendas parecían flotar a la deriva entre canoas silenciosas, basura, cadáveres de perros y ratas, inexplicables flores blancas." [...]


La Estatua de Sal - Leopoldo Lugones






La Estatua de Sal

He aquí cómo refirió el peregrino la verdadera historia del monje Sosistrato:
—Quien no ha pasado alguna vez por el monasterio de San Sabas, diga que no conoce la desolación.
Imaginaos un antiquísimo edificio situado sobre el Jordán, cuyas aguas saturadas de arena amarillenta, se deslizan ya casi agotadas hacia el Mar Muerto, por entre bosquecillos de terebintos y manzanos de Sodoma. En toda aquella comarca no hay más que una palmera cuya copa sobrepasa los muros del monasterio. Una soledad infinita, sólo turbada de tarde en tarde por el paso de algunos nómades que trasladan sus rebaños; un silencio colosal que parece bajar de las montañas cuya eminencia amuralla el horizonte. Cuando sopla el viento del desierto, llueve arena impalpable; cuando el viento es del lago, todas las plantas quedan cubiertas de sal. El ocaso y la aurora confúndense en una misma tristeza. Sólo aquellos que deben expiar grandes crímenes, arrostran semejantes soledades.
En el convento se puede oír misa y comulgar. Los monjes que no son ya más que cinco, y todos por lo menos sexagenarios, ofrecen al peregrino una modesta colación de dátiles fritos, uvas, agua del río y algunas veces vino de palmera. Jamás salen del monasterio, aunque las tribus vecinas los respetan porque son buenos médicos. Cuando muere alguno, lo sepultan en las cuevas que hay debajo a la orilla del río, entre las rocas. En esas cuevas anidan ahora parejas de palomas azules, amigas del convento; antes, hace ya muchos años, habitaron en ellas los primeros anacoretas, uno de los cuales fue el monje Sosistrato cuya historia he prometido contaron. Ayúdeme Nuestra Señora del Carmelo y vosotros escuchad con atención. Lo que vais a oír, me lo refirió palabra por palabra el hermano Porfirio, que ahora está sepultado en una de las cuevas de San Sabas, donde acabó su santa vida a los ochenta años en la
virtud y la penitencia. Dios lo haya acogido en su gracia. Amén.
Sosistrato era un monje armenio, que había resuelto pasar su vida en la soledad con varios jóvenes compañeros suyos de vida mundana, recién convertidos a la religión del crucificado. Pertenecía, pues, a la fuerte raza de los estilitas. Después de largo vagar por el desierto, encontraron un día las cavernas de que os he hablado y se instalaron en ellas. El agua del Jordán, los frutos de una pequeña hortaliza que
cultivaban en común, bastaban para llenar sus necesidades. Pasaban los días orando y meditando.
De aquellas grutas surgían columnas de plegarias, que contenían con su esfuerzo la vacilante bóveda de los cielos próxima a desplomarse sobre los pecados del mundo.
El sacrificio de aquellos desterrados, que ofrecían diariamente la maceración de sus carnes y la pena de sus ayunos a la justa ira de Dios, para aplacarla, evitaron muchas pestes, guerras y terremotos. Esto no lo saben los impíos que ríen con ligereza de las penitencias de los cenobitas.
Y, sin embargo, los sacrificios y las oraciones de los justos son los clavos del techo del universo.
Al cabo de treinta años de austeridad y silencio, Sosistrato y sus compañeros habían alcanzado la santidad.
El demonio, vencido, aullaba de impotencia bajo el pie de los santos monjes. Éstos fueron acabando sus vidas uno tras otro, hasta que al fin Sosistrato se quedó solo. Estaba muy viejo, muy pequeñito. Se había vuelto casi transparente. Oraba arrodillado quince horas diarias, y tenía revelaciones. Dos palomas amigas, traíanle cada tarde algunos granos y se los daban a comer con el pico.
Nada más que de eso vivía; en cambio olla bien como un jazminero por la tarde. Cada año, el viernes doloroso, encontraba al despertar, en la cabecera de su lecho de ramas, una copa de oro llena de vino y un pan con cuyas especies comulgaba absorbiéndose en éxtasis inefables.
Jamás se le ocurrió pensar de dónde vendría aquello, pues bien sabía que el señor Jesús puede hacerlo.
Y aguardando con unción perfecta el día de su ascensión a la bienaventuranza, continuaba soportando sus años.
Desde hacía más de cincuenta, ningún caminante había pasado por allí.
Pero una mañana, mientras el monje rezaba con sus palomas, éstas, asustadas de pronto, echaron a volar abandonándolo. Un peregrino acababa de llegar a la entrada de la caverna. Sosistrato, después de saludarlo con santas palabras, lo invitó a reposar indicándole un cántaro de agua fresca. El desconocido bebió con ansia como si estuviera anonadado de fatiga; y después de consumir un puñado de frutas secas que extrajo de su alforja, oró en compañía del monje.
Transcurrieron siete días. El caminante refirió se peregrinación desde Cesárea a orillas del Mar Muerto,terminando la narración con una historia que preocupó a Sosistrato.
—He visto los cadáveres de las ciudades malditas, dijo una noche a su huésped; he mirado humear el mar como una hornalla, y he contemplado lleno de espanto a la mujer de sal, la castigada esposa de Lot. La mujer está viva, hermano mío, y yo la he escuchado gemir y la he visto sudar al sol del mediodía.
—Cosa parecida cuenta Juvencus en su tratado De Sodoma, dijo en voz baja Sosistrato.
—Sí, conozco el pasaje, añadió el peregrino. Algo más definitivo hay en él todavía; y de ello resulta que la esposa de Lot ha seguido siendo fisiológicamente mujer. Yo he pensado que sería obra de caridad libertarla de su condena...
—Es la justicia de Dios, exclamó el solitario. — ¿No vino Cristo a redimir también con su sacrificio los pecados del antiguo mundo? —replicó suavemente el viajero, que parecía docto en letras sagradas.
¿Acaso el bautismo no lava igualmente el pecado contra la Ley que el pecado contra el Evangelio?...
Después de estas palabras, ambos entregáronse al sueño. Fue aquélla la última noche que pasaron juntos. Al siguiente día el desconocido partió, llevando consigo la bendición de Sosistrato; y no necesito deciros que, a pesar de sus buenas apariencias, aquel fingido peregrino era Satanás en persona.
El proyecto del maligno fue sutil. Una preocupación tenaz asaltó desde aquella noche el espíritu del santo.
¡Bautizar la estatua de sal, libertar de su suplicio aquel espíritu encadenado. La caridad lo exigía, la razón argumentaba.
En estas luchas transcurrieron meses, hasta que por fin el monje tuvo una visión. Un ángel se le apareció en sueños y le ordenó ejecutar el acto.
Sosistrato oró y ayunó tres días, y en la mañana del cuarto, apoyándose en su bordón de acacia, tomó, costeando el Jordán, la senda del Mar Muerto. La jornada no era larga, pero sus piernas cansadas apenas podían sostenerlo.
Así marchó durante dos días. Las fieles palomas continuaban alimentándolo como de ordinario, y él rezaba mucho, profundamente, pues aquella resolución afligíalo en extremo. Por fin, cuando sus pies iban a faltarle, las montañas se abrieron y el lago apareció.
Los esqueletos de las ciudades destruídas iban poco a poco desvaneciéndose. Algunas piedras quemadas, era todo lo que restaba ya: trozos de arco, hileras de adobes carcomidos por la sal y cimentados en betún... El monje reparó apenas en semejantes restos, que— procuró evitar a fin de que sus pies no se manchasen a su contacto.
De repente, todo su viejo cuerpo tembló. Acababa de advertir hacia el sur, fuera ya de los escombros, en un recodo de las montañas desde el cual apenas se los percibía, la silueta de la estatua.
Bajo su manto petrificado que el tiempo había roído, era larga y fina como un fantasma. El sol brillaba con límpida incandescencia, calcinando las rocas, haciendo espejear la capa salobre que cubría las hojas de los terebintos. Aquellos arbustos, bajo la reverberación meridiana, parecían de plata. En el cielo no había una sola nube. Las aguas amargas dormían en su característica inmovilidad. Cuando el viento
soplaba, podía escucharse en ellas, decían los peregrinos, cómo se lamentaban los espectros de las ciudades.
Sosistrato se aproximó a la estatua. El viajero había dicho verdad. Una humedad tibia cubría su rostro.
Aquellos ojos blancos, aquellos labios blancos, estaban completamente inmóviles bajo la invasión de la piedra, en el sueño de sus siglos. Ni un indicio de vida salía de aquella roca. El sol la quemaba con tenacidad implacable, siempre igual desde hacía miles de años; y sin embargo, esa efigie estaba viva puesto que sudaba. Semejante sueño resumía el misterio de los espantos bíblicos. La cólera de Jehová había pasado sobre aquel ser, espantosa amalgama de carne y de peñasco. ¿No era temeridad el intento de turbar ese sueño? ¿No caería el pecado de la mujer maldita sobre el insensato que procuraba redimirla? Despertar el misterio es una locura criminal, tal vez una tentación del infierno.
Sosistrato, lleno de congoja, se arrodilló a orar en la sombra de un bosquecillo.
Cómo se verificó el acto, no os lo voy a decir. Sabed únicamente que cuando el agua sacramental cayó sobre la estatua, la sal se disolvió lentamente, y a los ojos del solitario apareció una mujer, vieja como la eternidad, envuelta en andrajos terribles, de una lividez de ceniza, flaca y temblorosa, llena de siglos. El monje que había visto al demonio sin miedo, sintió el pavor de aquella aparición.
Era el pueblo réprobo que se levantaba en ella. Esos ojos vieron la combustión de los azufres llovidos por la cólera divina sobre la ignominia de las ciudades; esos andrajos estaban tejidos con el pelo de los camellos de Lot; ¡esos pies hollaron las cenizas del incendio del Eterno! Y la espantosa mujer le habló con su voz antigua.
Ya no recordaba nada. Sólo una vaga visión del incendio, una sensación tenebrosa despertada a la vista de aquel mar. Su alma estaba vestida de confusión. Había dormido mucho, un sueño negro como el sepulcro. Sufría sin saber por qué, en aquella sumersión de pesadilla. Ese monje acababa de salvarla. Lo sentía. Era lo único claro en su visión reciente. Y el mar... el incendio... la catástrofe... las ciudades ardidas... todo aquello se desvanecía en una clara visión de muerte. Iba a morir. Estaba salvada, pues.
¡Y era el monje quien la había salvado!
Sosistrato temblaba, formidable. Una llama roja incendiaba sus pupilas. El pasado acababa de desvanecerse en él, como si el viento de fuego hubiera. barrido su alma.
Y sólo este convencimiento ocupaba su conciencia: ¡la mujer de Lot estaba allí! El sol descendía hacia las montañas.
Púrpuras de incendio manchaban el horizonte. Los días trágicos revivían en aquel aparato de llamaradas.
Era como una resurrección del castigo, reflejándose por segunda vez sobre las aguas del lago amargo.
Sosistrato acababa de retroceder en los siglos. Recordaba. Había sido actor en la catástrofe. Y esa mujer, ¡esa mujer le era conocida!
Entonces una ansia espantosa le quemó las carnes. Su lengua habló, dirigiéndose a la espectral resucitada:
—Mujer, respóndeme una sola palabra.
— Habla... pregunta...
—¿Responderás?
—¡Sí, habla; me has salvado!
Los ojos del anacoreta brillaron, como si en ellos se concentrase el resplandor que incendiaba las montañas.
—Mujer, dime qué viste cuando tu rostro se volvió para mirar.
Una voz anudada de angustia, le respondió: —Oh, no... ¡Por Elohim, no quieras saberlo!
-¡Dime qué viste!
—No... no... ¡Sería el abismo!
—Yo quiero el abismo.
—Es la muerte...
—¡Dime qué viste!
—¡No puedo... no quiero!
—Yo te he salvado.
—No... no...
El sol acababa de ponerse.
—¡Habla!
La mujer se aproximó. Su voz parecía cubierta de polvo; se apagaba, se crepusculizaba, agonizando.
—¡Por las cenizas de tus padres!...
—¡Habla!
Entonces aquel espectro aproximó su boca al oído del cenobita, y dijo una palabra. Y Sosistrato, fulminado, anonadado, sin arrojar un grito, cayó muerto.
Roguemos a Dios por su alma.

Leopoldo Lugones


Otros Muros





Otros muros

Washington Uranga

Según Angela Merkel, la canciller alemana, el modelo de sociedad multicultural “fracasó totalmente” y ello es argumento más que suficiente para proclamar que quien no acepta los “valores” de la cultura dominante (no lo dijo en estos términos, pero sí en este sentido) “no tiene lugar” en la sociedad alemana. Puede parecer brutal. Y lo es. Pero en todo caso la canciller alemana ha cometido un suerte de “sincericidio” expresando lo que otros dirigentes de diferentes naciones europeas vienen aplicando en la práctica desde hace mucho tiempo. ¿O acaso Francia, Bélgica, Noruega, Dinamarca, Suecia, Holanda, Austria, Suiza o Italia no ejecutan políticas discriminatarios para los migrantes que apuntan en el mismo sentido? E incluso más amplio: ¿no existen movimientos en Europa que señalan a los inmigrantes como la causa de su crisis y exaltan la “pureza” de sus propias raíces culturales? Los argentinos nos estamos acostumbrando a que nuestros ciudadanos y ciudadanas, por motivos distintos o por ningún motivo, sean rechazados o expulsados de la “madre patria”. El gobierno que se dice progresista del Partido Socialista Español no tiene ni siquiera mala conciencia para segregar y expulsar sin razones. Como sostiene Angela Merkel, la multiculturalidad “fracasó totalmente”. Y lo explica bien. “Vinieron como mano de obra –dice– y pensamos que se irían.” ¡Oh! Sorpresa... Se quedaron y son diferentes.

A caballo de la globalización, una de las características del tiempo que vivimos es precisamente la aceleración y profundización de las corrientes migratorias. En ese marco la aceptación de la multiculturalidad, partiendo de la base de la cohabitación de diferentes culturas, como consecuencia directa, el reconocimiento de la diversidad y de la pluralidad como una riqueza deberían ser moneda corriente. Somos diferentes, vivimos en el mismo mundo-espacio y nos enriquecemos en el diálogo intercultural.

No. El criterio es otro. Conservador y autoritario. Fuera los diferentes, que también puede traducirse en lejos los pobres, los marginados, los que tienen otras capacidades. Merkel lo dijo con claridad expresando el sentir del “primer mundo” y de otros lideres que actúan, sea construyendo muros legales, simbólicos, políticos o materiales. En todo caso: muros. Sin importar la forma. En el mundo que se dice globalizado e hipercomunicado, construir más muros y segregar más personas. ¿Tendrá algo que ver esto con los derechos humanos?

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Bella Lune - Synesthesia



Gothic Rock/Dark Synth
USA
Bella Lune - Synesthesia ( 2010)


Bella Lune


* 01. Denial
* 02. This And The Other
* 03. Ophelia
* 04. A Different Effect
* 05. Who Knows
* 06. Illogical Logic
* 07. No Escape
* 08. The Dolly Pop Song
* 09. Spiral Effect
* 10. Unanswered Questions
* 11. Last Words
* 12. So Long Ago
* 13. The Finite One
* 14. Silent And Still [Black Jacket Rmx]




Bella Lune - This and the Other
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BELLA LUNE
Fuchsia - Vocals and Guitar
Kal3id - Guitar
Hurley - Synth
R. Duke - Drums
Beeka - Violin
Jeremy - Guitar



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After Forever - Remagine


Symphonic metal / Progressive metal
Holanda
After Forever - Remagine(2005)




1. Enter
2. Come
3. Boundaries Are Open
4. Living Shields
5. Being Everyone
6. Attendance
7. Free of Doubt
8. Only Everything
9. Strong
10. Face Your Demons
11. No Control
12. Forever





After Forever - Come
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After Forever - Strong
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AFTER FOREVER
Floor Jansen - Voces de soprano
Sander Gommans - Guitarra, voces guturales (growls)
Bas Maas – Guitarra
Luuk van Gerven - Bajo
Andre Borgman - Batería, Guitarra acústica
Joost van den Broek - Teclado



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VI. Las Legiones de la Tumba - H. P. Lovecraft





Herbert West, reanimador

VI. Las Legiones de la Tumba
H. P. Lovecraft

Cuando desapareció el doctor Herbert West, hace un año, la policía de Boston me sometió a un minucioso interrogatorio. Sospechaban que me callaba cosas, o algo peor; pero no podía decirles la verdad porque no me habrían creído.
Sabían, efectivamente, que West estuvo complicado en actividades que iban más allá de la capacidad de crédito de los hombres ordinarios; pues sus espantosos experimentos sobre la reanimación de cadáveres fueron demasiado numerosas para mantener un perfecto secreto en torno a ellos; pero la escalofriante catástrofe final adquirió caracteres de demoníaca fantasía que me hacen dudar incluso de la realidad de lo que vi.

Yo era el amigo más allegado de West, y su único ayudante confidencial. Nos habíamos conocido años antes en la Facultad de Medicina, y desde el principio participé en sus terribles investigaciones. Había intentado perfeccionar lentamente una solución que, inyectada en las venas de un recién fallecido, podía devolverle la vida. Este trabajo requería abundancia de cadáveres frescos, y comportaba, por consiguiente, las actividades más espantosas. Más horribles aún eran los resultados de alguno de sus experimentos: masas horrendas de carne que habían estado muertas, pero que West despertaba, dotándola de una ciega, insensata y nauseabunda animación. Estos eran los resultados usuales; ya que para que volviera a despertar la mente era necesario que los ejemplares fuesen absolutamente frescos, y que las delicadas células cerebrales no hubiesen sufrido la más mínima descomposición.

Esta necesidad de cadáveres muy frescos supuso la ruina moral de West. Eran difíciles de conseguir; y un día espantoso llegó a apoderarse de un ejemplar cuando aún estaba vivo y en todo su vigor. Un forcejeo, una aguja, y un poderoso alcaloide lo convirtieron en cadáver fresquísimo, y el experimento fue positivo durante un instante breve y memorable; pero West salió de él con un alma seca y endurecida, y una mirada fría que observaba con una especie de calculadora y horrenda apreciación de los hombres de cerebro especialmente sensible y un físico vigoroso. Hacia el final, cobré a West un intenso terror, ya que empezaba a mirarme de esa misma forma. La gente no parecía darse cuenta de sus miradas, aunque me notaba asustado; y tras su desaparición, se valieron de eso para propalar unas sospechas absurdas.



El Mayor Genocidio de la Historia





El Mayor Genocidio de la Historia

Miguel Manzanera

Hace un par de años, Esteban Mira Caballos, publicó un libro excelente, Conquista y destrucción de las Indias, en el que intentaba averiguar la veracidad de Bartolomé de las Casas en su narración sobre la invasión española y portuguesa de América, la Brevísima relación de la destrucción de las Indias. Esteban es historiador de la Universidad de Sevilla, especializado en el tema de América, y su libro ha levantado ampollas entre profesores y catedráticos de la universidad, sus compañeros de estudios de ideología conservadora. Pero ha sido alabada por Josep Fontana, catedrático de la Universidad de Barcelona y uno de los historiadores más prestigiosos de nuestro país. La integridad intelectual de Esteban está fuera de sospecha: para preservar su libertad de pensamiento, prefiere ser profesor de secundaria y escribir lo que cree verdadero sin depender de nadie. Gracias a ese talante independiente podemos disfrutar de sus aportes innovadores sobre la historia de España.

En ese estudio demostraba que la descripción lascasiana del genocidio americano no tiene un ápice de exageración. Se cometieron barbaries increíbles, crímenes incontables, asesinatos, violaciones y torturas por miles de miles, un reinado del terror para someter a la población indígena del Nuevo Continente recién descubierto. Las Casas habla de millones de muertos, pueblos enteros pacíficos y hospitalarios fueron pasados a cuchillo en el continente, archipiélagos del Caribe devastados quedaron desiertos de seres humanos tras la invasión española, guerras desiguales en las que unos pueblos desnudos y con flechas rudimentarias se enfrentaban a hombres acorazados y armados con armas de acero y fuego; también nos habla de los asesinatos de niños y mujeres embarazadas, de las miles de personas quemadas en la hoguera o empaladas en estacas, de los castigos corporales y el trabajo excesivo, etc. Esteban Mira ha investigado en los diferentes Archivos de Indias, que contienen los documentos de la conquista, para comprobar que todo lo que cuenta Las Casas es verídico, no pertenece a la fabulación del teólogo dominico, sino a los hechos históricos.

Hoy se calcula que el 90% de la población americana desapareció en ese choque de civilizaciones, 70 millones de muertos. Cierto que las epidemia causaron una buena parte de la mortandad; pero también es cierto que la reducción de los pobladores originarios del continente americano a la esclavitud, mediante la práctica de la encomienda, debilitó espiritualmente y corporalmente a los aborígenes con castigos y penalidades, imponiéndoles el trabajo hasta la extenuación. También es cierto que hubo una legislación protectora de los indios, pero sin efecto ni aplicación, fue puro papel mojado para salvar la cara de la monarquía española. La conquista de un territorio tan vasto como el continente americano fue un prolongado acto terrorista en el que una jauría de lobos entro a saco en un rebaño de corderos.

Un argumento que se ha dicho para justificar ese horror es que cualquiera habría hecho lo mismo; incluyendo en ese cualquiera a las propias víctimas. No se puede ignorar el grado de incapacidad moral y la falta de penetración psíquica que contiene esa falacia. En primer lugar, equipara las víctimas a los criminales, todos son lo mismo: si la víctima pudiera se convertiría en verdugo. Pero el hecho es que esas víctimas padecieron los crímenes contra la humanidad, no fueron ellos quienes los cometieron; y los verdugos atentaron contra los derechos humanos sin merecer el más mínimo paliativo. No se puede comparar lo uno y lo otro. Y en su mayor parte la población americana -aún sometida a los imperios azteca, inca y maya-, vivía en paz antes de la conquista. Las Casas describe a los indios como pueblos pacíficos y tranquilos, asaltados por criminales sin escrúpulos.

En segundo lugar, la falsedad de ese argumento no reside sólo en su descalificación de la especie humana en general, sino que indica una peligrosa identificación con los verdugos. Hay que decirlo bien alto y claro: los españoles han sido peores que otros pueblos –y posiblemente lo siguen siendo-; el que se identifique con lo español, con el Estado y la Iglesia de España, es sospechoso de intenciones genocidas. Pues la historia se ha repetido muchas veces, comenzando por la conquista y destrucción de al-Ándalus por los reinos cristianos de la península, siguiendo por la conquista de América, continuando con las guerras de religión en Europa, con la criminal guerra de Cuba y también, ya en el siglo XX, con el genocidio de la guerra del Rif contra la República revolucionaria fundada por Abd-el-Krim. La culminación de esa historia de crímenes fue la guerra civil, un nuevo genocidio contra los pueblos de la península ibérica.

Se ha repetido hasta la saciedad también que el objetivo de la conquista fue la conversión de las masas americanas al cristianismo, la redención de las culturas indias que todavía se encontraban en el paganismo. Se ha hablado de los hechos heroicos que se realizaron en pos de esa grandiosa hazaña por la fe católica. Toda esa épica se puede desmontar en pocas palabras, cuando se conoce la verdad de la historia: los conquistadores no fueron héroes, sino asesinos. Y su objetivo no era la salvación de los indios, sino la búsqueda de oro y plata para enriquecerse y labrarse un futuro de prosperidad al regresar a su patria. Esas riquezas eran robadas a los indígenas americanos, después de matarlos. La mayor parte de los metales preciosos adquiridos era destinado vía impuestos a engrosar las arcas del Imperio, exhaustas por las continuas contiendas entre los Estados europeos. La monarquía española permitió todas las atrocidades porque necesitaba oro y plata para financiar sus guerras en Europa contra los herejes protestantes, buscando su sometimiento a la fe católica. Además recuérdese que los indios tuvieron que trabajar como esclavos en las minas, tras el descubrimiento en Potosí de una fabulosa montaña, llena toda entera de minerales preciosos que hoy en día, después de 500 años, todavía está en explotación.

Buena parte de ese oro fue derrochado por los españoles. No sólo por la financiación de las guerras, sino para la importanción de mercancias. La llegada masiva de metales preciosos a las economías de los reinos peninsulares -Andalucía, Castilla, Valencia, Galicia, Cataluña, etc.-, provocó una inflacción de precios que acabó por hundir la actividad productiva, ya deteriorada tras la derrota del movimiento comunero -de carácter burgués y artesanal-, y la expulsión de moriscos y judíos marranos de la península ibérica. De ese modo desapareció una rica y floreciente industria que se había desarrollado en los albores de la Edad Moderna en la península ibérica. Con la economía hundida, la mayor parte de las mercancías que se consumían en la península ibérica provenía del extranjero. Por eso, la mayor parte de los tesoros importados desde América acabaron en las arcas europeas. Como dice Quevedo, don Dinero nace en las Indias honrado…, viene a morir en España, y es en Génova enterrado.

La cantidad de oro y plata llegada de América fueron utilizadas para acuñar moneda en Europa, de modo que el comerció floreció y con éste la industria. Es la etapa mercantilista del primer desarrollo capitalista: mientras el Imperio español dilapidaba sus ganancias fácilmente conquistadas con el robo y el crimen de los pueblos americanos indefensos frente a los codiciosos españoles, los Estados europeos se empeñaban en atesorar metales preciosos para garantizar el comercio y la prosperidad de sus países. Una prueba más de que el Imperio y el capitalismo van siempre juntos. Dicho se de paso, en eso se equivocó Lenin cuando dijo que el imperialismo es la fase superior de capitalismo; por el contrario, el imperialismo, la rapiña de materias primas para impulsar el desarrollo económico, es la otra cara del capitalismo desde sus orígenes. Lo que pasa es que aquel capitalismo incipiente estaba naciendo entre los pliegues de la monarquía absoluta, protegido por ella; pero también en guerra contra ella. Dicho sea en honor de los holandeses y su guerra de independencia contra el Imperio de Felipe II.

Lejos de los fastos del Descubrimiento, lo que mañana tenemos que conmemorar no son las hazañas gloriosas de nuestros antepasados, sino los crímenes injustificables de nuestra historia. Un día de meditación y humildad, solicitando el perdón de las víctimas y ofreciéndoles la necesaria reparación.

fuente

imágen: Ivan Lira


El Unicornio, mitos y leyendas



El Unicornio, mitos y leyendas




El unicornio es un animal muy especial, ligado al hombre por amor y servicio.
Por mucho tiempo, este bello animal, ha transitado por el misterioso laberinto de la mitología y la realidad.

“Atención: Vendrá una edad que la ciencia oscurecerá por doquier las esperanzas de los hombres. Carros de hierro rodarán por la tierra, que se endurecerá y vaciará para soportar su peso. El aire se llenará con el clamor de muchas voces. Plagas y enfermedades desconocidas serán multitud. La esfera de la luna retendrá las huellas del calzado del hombre.
Dos reinos poderosos se disputarán el mundo, y se volverán contra él, hasta que el suelo y el mar enfermen, y el viento se convierta en un flujo de vapores envenenados. Y todo hombre será puesto a prueba dolorosamente, de tal modo que al fin ninguno escapará de la opción entre la luz y la oscuridad.
Entonces el Unicornio volverá con más fuerza, sembrando en nuestra mente sueños de una edad más brillante.Todos estaremos ansiosos por verle en su forma verdadera".



The Gathering - A Noise Severe


Gothic / Atmospheric / Progressive
Holanda
The Gathering - A Noise Severe (2007)



CD1
01. Shortest Day
02. In Between
03. Liberty Bell
04. Probably Built In The Fifties
05. Even The Spirits Are Afraid
06. Saturnine
07. Monsters
08. Alone
09. A Noise Severe
10. Leaves
11. Eleanor
12. In Motion (Part I)

CD2
01. Waking Hour
02. On most Surfaces
03. Strange Machines
04. Adrenaline
05. Third Chance
06. Black Light District
07. Travel



The Gathering - A Noise Severe (DVDRip)



700MB
Formato : DivX
Duración : 2h 10min.




The Gathering - Saturnine
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The Gathering - Shortest Day
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THE GATHERING
Anneke van Giersbergen — Vocals
René Rutten — Guitars
Marjolein Kooijman — Bass
Hans Rutten — Drums
Frank Boeijen — Keyboards



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Todo - Charles Bukowsky



Todo

Los muertos no necesitan aspirina o tristeza supongo.
pero quizas necesitan lluvia.
zapatos no pero un lugar donde caminar.
cigarrillos no, nos dicen, pero un lugar donde arder.
O nos dicen:
Espacio y un lugar para volar, da igual.
los muertos no me necesitan. ni los vivos.
pero quizas los muertos se necesitan unos a otros.
En realidad, quizas necesitan todo lo que nosotros necesitamos
y necesitamos tanto Si solo supieramos qué es.
Probablemente es todo y probablemente
todos nosotros moriremos tratando de conseguirlo
o moriremos porque no lo conseguimos.
Espero que cuando yo este muerto
Comprendais que consegui tanto como pude.

Charles Bukowsky

Hocico - Tiempos De Furia


Electro Dark/Industrial/EBM
México
Hocico - Tiempos De Furia ( 2010)



1. I Want to Go to Hell (04:41)
2. Where Words Fail, Hate Speaks (04:26)
3. Flesh to Lacerate (04:59)
4. Dog Eat Dog (04:59)
5. Hey... It's Me (03:28)
6. Bite me! (05:29)
7. Lost Fate (04:37)
8. Kiss of the Apocalypse (03:48)
9. Twist the Thorn (04:57)
10. Tiempos de Furia (04:36)
11. Not Human (04:22)
12. Altered States (05:20)
13. Los Espejos Rotos (02:19)





Hocico - tiempos de furia
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Hocico - altered states
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HOCICO
Erk Aicrag: Vocals, Lyrics, Screams, Blasphemies
Racso Agroyam: Music, Beats, Ambients,Sequences, synths



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Temores Infantiles



Temores infantiles, miedos irracionales...

¿Tenías miedo cuando niñ@? ¿Cuáles eran los más terroríficos?
¿Acaso mirabas debajo de la cama cuando te ibas a dormir? Creo que todos hemos tenido temores de niños, alimentados quizás por los dibujitos animados o las lecturas de cuentos infantiles, que si no tenían algún mostruo que salía detrás de un árbol,tenían una bruja fea y maldita que nos quería comer, o peor aún, nos aterrorizaban con la muerte de nuestro ser más cercano: mamá, que nos dejaba llorando desconsoladamente porque un cazador la mató. Siempre nos identificamos con los personajes, haciendo así mayor nuestro terror!
O quién no tuvo pavura cuando se le acercaba el payaso de los cumpleaños?!! O el cosquilleo frío en la espalda si teníamos que pasar de noche por algún sitio pobremente iluminado? O soñar con las arañas??
Todos, algunos más, algunos menos, hemos sido (o somos) victimas de temores.

Hay un artista, fotógrafo, en cuyas escalofriantes obras es capaz de plasmar los temores infantiles más grandes.
Para sus fotografías hace uso extraordinario del maquillaje, además de una sorprendente puesta en escena y una imaginación sin igual, con lo cual recrea imágenes aterradoras que estremecen.

Les presento a: Joshua Hoffine. si quieren visitar su blog para ver el paso a paso de alguna de sus obras.



 
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