El sueño…
el sueño es el hermano de la muerte.
Así que túmbate bajo este esqueleto en la frialdad de la tumba.
Permite que el abrazo de sus muertos brazos
te mantenga totalmente a salvo y dormido.
Enterrado en un sueño…
silenciosamente….
Para siempre bajo tierra




Dulce oscuridad - François Ayel Sampellegrini



Dulce oscuridad

Si de la carne se extendieran
las alas rotas de la amargura
y de los hilos rotos
de la sangre volviera
la noche oscura.
El conjuro siniestro de las horas caídas
ya no correría más deprisa.
La magia acabada
de la muerte intacta
mordería la vida y el cúmulo
de estatuas putrefactas
y solitarias solas se reirán.
Superfluos puntos vacíos
de vampiros con sed
de nada morirían en el día.
Mas las preguntas
ya no se necesitarían;
ni siquiera filosas agujas
de calaveras mortuorias, interesaría.
En la mente oscura la piel ajusta
en su fría penumbra
y doliente nos entierra
su felicidad ultima.
La larga hilera se detiene
y desaparece de repente,
hasta se mueren en los pasillos,
las postreras amarguras.
Hasta en la luz se ven
llorar los ángeles en sus manos;
sus alas se caen de a pedazos
o sus manos se derriten
con la sangre de sus brazos.
En el ritual de la noche
entraran sin reproches en todo caso,
lo mismo bailaran sus mentes
con las estrellas que nacen
y mueren en la oscuridad perpetua.
Más, inquietas las espadas
se clavaran en sus almas
tratando de buscar la calma.
Si se abrieran los silos de sangre,
de almas extrañas
con sus vestidos de muerte
y sus repuestas dolientes;
la melancolía de la luz
cortaría la tela
de los últimos minutos de las penas.
Ja! Que la magia acabada
de las garras de los espíritus
tiendan su dulce cama,
yo tan solo seré
su felíz sábana.


Oda a la oscuridad – François Ayel Sampellegrini

The 69 Eyes - Goth'N'Roll


Gothic Rock
The 69 Eyes - Goth'N'Roll (3CD) (2008)



CD1:
"Blessed Be" (Re-mastered CD):
01. Framed In Blood
02. Gothic Girl
03. The Chair
04. Brandon Lee
05. Velvet Touch
06. Sleeping With Lions
07. Angel On My Shoulder
08. Stolen Season
09. Wages Of Sin
10. Graveland
11. 30
BONUS TRACKS:
12. Heaven/Hell
13. Brandon Lee (Radio Mix)

CD2:
"Paris Kills" (Re-mastered CD):
01. Crashing High
02. Dance D'Amour
03. Betty Blue
04. Grey
05. Radical
06. Don't Turn Your Back On Fear
07. Stigmata
08. Forever More
09. Still Waters Run Deep
10. Dance's Highway
BONUS TRACKS:
11. You're Lost Little Girl
12. Crashing High (Remix)

CD3:
Goth'n'Roll Archives CD:
01. Gothic Girl (Demo 1998)
02. Gothic Girl (Demo 2000)
03. Sleeping With Lions (Demo)
04. Wages Of Sin (Demo)
05. Graveland (Demo)
06. 30 (Demo)
07. Shoot You Down (Demo)
08. From Dusk Till Dawn (Demo)
09. Riders On The Storm (Radio Live)
10. The Chair (Club Mix 2.0)
11. You're Lost Little Girl (Demo)
12. Forever More (Demo)
13. Don't Turn Your Back On Fear (Radio Live)
14. Grey (Radio Live)
15. Betty Blue (Radio Live)
16. Stigmata (Gothic Mix)
17. Stigmata (Demonic Mix)
18. Stigmata (Prophecy Mix)




The 69 Eyes - Betty Blue
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The 69 Eyes - Gothic Girl
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Una Flor Amarilla - Julio Cortazar







Una Flor Amarilla
Julio Cortázar


Parece una broma, pero somos inmortales. Lo sé por la negativa, lo sé porque conozco al único mortal.
Me contó su historia en un bistró de la rue Cambronne, tan borracho que no le costaba nada decir la verdad aunque el patrón y los viejos clientes del mostrador se rieran hasta que el vino se les salía por los ojos. A mí debió verme algún interés pintado en la cara, porque se me apiló firme y acabamos dándonos el lujo de la mesa en un rincón donde se podía beber y hablar en paz. Me contó que era jubilado de la municipalidad y que su mujer se había vuelto con sus padres por una temporada, un modo como otro cualquiera de admitir que lo había abandonado. Era un tipo nada viejo y nada ignorante, de cara reseca y ojos tuberculosos. Realmente bebía para olvidar, y lo proclamaba a partir del quinto vaso de tinto. No le sentí ese olor que es la firma de París pero que al parecer sólo olemos los extranjeros. Y tenía las uñas cuidadas, y nada de caspa.
Contó que en un autobús de la línea 95 había visto a un chico de unos trece años, y que al rato de mirarlo descubrió que el chico se parecía mucho a él, por lo menos se parecía al recuerdo que guardaba de sí mismo a esa edad. Poco a poco fue admitiendo que se le parecía en todo, la cara y las manos, el mechón cayéndole en la frente, los ojos muy separados, y más aun en la timidez, la forma en que se refugiaba en una revista de historietas, el gesto de echarse el pelo hacia atrás, la torpeza irremediable de los movimientos. Se le parecía de tal manera que casi le dio risa, pero cuando el chico bajó en la rue de Rennes, él bajó también y dejó plantado a un amigo que lo esperaba en Montparnasse. Buscó un pretexto para hablar con el chico, le preguntó por una calle y oyó ya sin sorpresa una voz que era su voz de la infancia. El chico iba hacia esa calle, caminaron tímidamente juntos unas cuadras. A esa altura una especie de revelación cayó sobre él. Nada estaba explicado pero era algo que podía prescindir de explicación, que se volvía borroso o estúpido cuando se pretendía—como ahora—explicarlo.
Resumiendo, se las arregló para conocer la casa del chico, y con el prestigio que le daba un pasado de instructor de boy scouts se abrió paso hasta esa fortaleza de fortalezas, un hogar francés. Encontró una miseria decorosa y una madre avejentada, un tío jubilado, dos gatos. Después no le costó demasiado que un hermano suyo le confiara a su hijo que andaba por los catorce años, y los dos chicos se hicieron amigos. Empezó a ir todas las semanas a casa de Luc; la madre lo recibía con café recocido, hablaban de la guerra, de la ocupación, también de Luc. Lo que había empezado como una revelación se organizaba geométricamente, iba tomando ese perfil demostrativo que a la gente le gusta llamar fatalidad. Incluso era posible formularlo con las palabras de todos los días: Luc era otra vez él, no había mortalidad, éramos todos inmortales.
-Todos inmortales, viejo. Fíjese, nadie había podido comprobarlo y me toca a mí, en un 95. Un pequeño error en el mecanismo, un pliegue del tiempo, un avatar simultáneo en vez de consecutivo, Luc hubiera tenido que nacer después de mi muerte, y en cambio... Sin contar la fabulosa casualidad de encontrármelo en el autobús. Creo que ya se lo dije, fue una especie de seguridad total, sin palabras. Era eso y se acabó.
Pero después empezaron las dudas, por que en esos casos uno se trata de imbécil o toma tranquilizantes. Y junto con las dudas, matándolas una por una, las demostraciones de que no estaba equivocado, de que no había razón para dudar. Lo que le voy a decir es lo que más risa les da a esos imbéciles, cuando a veces se me ocurre contarles. Luc no solamente era yo otra vez, sino que iba a ser como yo, como este pobre infeliz que le habla. No había más que verlo jugar, verlo caerse siempre mal, torciéndose un pie o sacándose una clavícula, esos sentimientos a flor de piel, ese rubor que le subía a la cara apenas se le preguntaba cualquier cosa. La madre, en cambio, cómo les gusta hablar, cómo le cuentan a uno cualquier cosa aunque el chico esté ahí muriéndose de vergüenza, las intimidades más increíbles, las anécdotas del primer diente, los dibujos de los ocho años, las enfermedades... La buena señora no sospechaba nada, claro, y el tío jugaba conmigo al ajedrez, yo era como de la familia, hasta les adelanté dinero para llegar a un fin de mes. No me costó ningún trabajo conocer el pasado de Luc, bastaba intercalar preguntas entre los temas que interesaban a los viejos: el reumatismo del tío, las maldades de la portera, la política. Así fui conociendo la infancia de Luc entre jaques al rey y reflexiones sobre el precio de la carne, y así la demostración se fue cumpliendo infalible. Pero entiéndame, mientras pedimos otra copa: Luc era yo, lo que yo había sido de niño, pero no se lo imagine como un calco. Más bien una figura análoga, comprende, es decir que a los siete años yo me había dislocado una muñeca y Luc la clavícula, y a los nueve habíamos tenido respectivamente el sarampión y la escarlatina, y además la historia intervenía, viejo, a mí el sarampión me había durado quince días mientras que a Luc lo habían curado en cuatro, los progresos de la medicina y cosas por el estilo. Todo era análogo y por eso, para ponerle un ejemplo al caso, bien podría suceder que el panadero de la esquina fuese un avatar de Napoleón, y él no lo sabe porque el orden no se ha alterado, porque no podrá encontrar se nunca con la verdad en un autobús; pero si de alguna manera llegara a darse cuenta de esa verdad, podría comprender que ha repetido y que está repitiendo a Napoleón, que pasar de lavaplatos a dueño de una buena panadería en Montparnasse es la misma figura que saltar de Córcega al trono de Francia, y que escarbando despacio en la historia de su vida encontraría los momentos que corresponden a la campaña de Egipto, al consulado y a Austerlitz, y hasta se daría cuenta de que algo le va a pasar con su panadería dentro de unos años, y que acabará en una Santa Helena que a lo mejor es una piecita en un sexto piso, pero también vencido, también rodeado por el agua de la soledad, también orgulloso de su panadería que fue como un vuelo de águilas. Usted se da cuenta, ¿no?.
Yo me daba cuenta, pero opiné que en la infancia todos tenemos enfermedades típicas a plazo fijo, y que casi todos nos rompemos alguna cosa jugando al fútbol.
-Ya sé, no le he hablado más que de las coincidencias visibles. Por ejemplo, que Luc se pareciera a mí no tenía importancia, aunque sí la tuvo para la revelación en el autobús. Lo verdaderamente importante eran las secuencias, y eso es difícil de explicar porque tocan al carácter, a recuerdos imprecisos, a fábulas de la infancia. En ese tiempo, quiero decir cuando tenía la edad de Luc, yo había pasado por una época amarga que empezó con una enfermedad interminable, después en plena convalecencia me fui a jugar con los amigos y me rompí un brazo, y apenas había salido de eso me enamoré de la hermana de un condiscípulo y sufrí como se sufre cuando se es incapaz de mirar en los ojos a una chica que se está burlando de uno. Luc se enfermó también, apenas convaleciente lo invitaron al circo y al bajar de las
graderías resbaló y se dislocó un tobillo. Poco después su madre lo sorprendió una tarde llorando al lado de la ventana, con un pañuelito azul estrujado en la mano, un pañuelo que no era de la casa.
Como alguien tiene que hacer de contradictor en esta vida, dije que los amores infantiles son el complemento inevitable de los machucones y las pleuresías. Pero admití que lo del avión ya era otra cosa.
Un avión con hélice a resorte, que él había traído para su cumpleaños.
-Cuando se lo di me acordé una vez más del Meccano que mi madre me había regalado a los catorce años, y de lo que me pasó. Pasó que estaba en el jardín, a pesar de que se venía una tormenta de verano y se oían ya los truenos, y me había puesto a armar una grúa sobre la mesa de la glorieta, cerca de la puerta de calle. Alguien me llamó desde la casa, y tuve que entrar un minuto. Cuando volví, la caja del Meccano había desaparecido y la puerta estaba abierta. Gritando desesperado corrí a la calle donde ya no se veía a nadie, y en ese mismo instante cayó un rayo en el chalet de enfrente. Todo eso ocurrió como en un solo acto, y yo lo estaba recordando mientras le daba el avión a Luc y él se quedaba mirándolo con la misma felicidad con que yo había mirado mi Meccano. La madre vino a traerme una taza de café, y cambiábamos las frases de siempre cuando oímos un grito. Luc había corrido a la ventana como si quisiera tirarse al vacío. Tenía la cara blanca y los ojos llenos de lágrimas, alcanzó a balbucear que el avión se había desviado en su vuelo, pasando exactamente por el hueco de la ventana entreabierta. «No se lo ve más, no se lo ve más», repetía llorando. Oímos gritar más abajo, el tío entró corriendo para anunciar que había un incendio en la casa de enfrente. ¿Comprende, ahora? Sí, mejor nos tomamos otra copa.
Después, como yo me callaba, el hombre dijo que había empezado a pensar solamente en Luc, en la suerte de Luc. Su madre lo destinaba a una escuela de artes y oficios, para que modestamente se abriera lo que ella llamaba su camino en la vida, pero ese camino ya estaba abierto y solamente él, que no hubiera podido hablar sin que lo tomaran por loco y lo separaran para siempre de Luc, podía decirle a la madre y al tío que todo era inútil, que cualquier cosa que hicieran el resultado sería el mismo, la humillación, la rutina lamentable, los años monótonos, los fracasos que van royendo la ropa y el alma, el refugio en una soledad resentida, en un bistró de barrio. Pero lo peor de todo no era el destino de Luc; lo peor era que Luc moriría a su vez y otro hombre repetiría la figura de Luc y su propia figura, hasta morir para que otro hombre entrara a su vez en la rueda. Luc ya casi no le importaba; de noche, su insomnio se proyectaba más allá hasta otro Luc, hasta otros que se llamarían Robert o Claude o Michel, una teoría al infinito de pobres diablos repitiendo la figura sin saberlo, convencidos de su libertad y su albedrío. El hombre tenía el vino triste, no había nada que hacerle.
-Ahora se ríen de mí cuando les digo que Luc murió unos meses después, son demasiado estúpidos para entender que... Sí, no se ponga usted también a mirarme con esos ojos. Murió unos meses después, empezó por una especie de bronquitis, así como a esa misma edad yo había tenido una infección hepática. A mí me internaron en el hospital, pero la madre de Luc se empeñó en cuidarlo en casa, y yo iba casi todos los días, y a veces llevaba a mi sobrino para que jugara con Luc. Había tanta miseria en esa casa que mis visitas eran un consuelo en todo sentido, la compañía para Luc, el paquete de arenques o el pastel de damascos. Se acostumbraron a que yo me encargara de comprar los medicamentos, después que les hablé de una farmacia donde me hacían un descuento especial. Terminaron por admitirme como enfermero de Luc, y ya se imagina que en una casa como ésa, donde el médico entra y sale sin mayor interés, nadie se fija mucho si los síntomas finales coinciden del todo con el primer diagnóstico... ¿Por qué me mira así? ¿He dicho algo que no esté bien?
No, no había dicho nada que no estuviera bien, sobre todo a esa altura del vino. Muy al contrario, a menos de imaginar algo horrible la muerte del pobre Luc venía a demostrar que cualquiera dado a la imaginación puede empezar un fantaseo en un autobús 95 y terminarlo al lado de la cama donde se está muriendo calladamente un niño. Para tranquilizarlo, se lo dije. Se quedó mirando un rato el aire antes de volver a hablar.
-Bueno, como quiera. La verdad es que en esas semanas después del entierro sentí por primera vez algo que podía parecerse a la felicidad. Todavía iba cada tanto a visitar a la madre de Luc, le llevaba un paquete de bizcochos, pero poco me importaba ya de ella o de la casa, estaba como anegado por la certidumbre maravillosa de ser el primer mortal, de sentir que mi vida se seguía desgastando día tras día, vino tras vino, y que al final se acabaría en cualquier parte y a cualquier hora, repitiendo hasta lo último el destino de algún desconocido muerto vaya a saber dónde y cuándo, pero yo sí que estaría muerto de verdad, sin un Luc que entrara en la rueda para repetir estúpidamente una estúpida vida. Comprenda esa plenitud, viejo, envídieme tanta felicidad mientras duró.
Porque, al parecer, no había durado. El bistró y el vino barato lo probaban, y esos ojos donde brillaba una fiebre que no era del cuerpo. Y sin embargo había vivido algunos meses saboreando cada momento de su mediocridad cotidiana, de su fracaso conyugal, de su ruina a los cincuenta años, seguro de su mortalidad inalienable. Una tarde, cruzando el Luxemburgo, vio una flor.
-Estaba al borde de un cantero, una flor amarilla cualquiera. Me había detenido a encender un cigarrillo y me distraje mirándola. Fue un poco como si también la flor me mirara, esos contactos, a veces... Usted sabe, cualquiera los siente, eso que llaman la belleza. Justamente eso, la flor era bella, era una lindísima flor. Y yo estaba condenado, yo me iba a morir un día para siempre. La flor era hermosa, siempre habría flores para los hombres futuros. De golpe comprendí la nada, eso que había creído la paz, el término de la cadena. Yo me iba a morir y Luc ya estaba muerto, no habría nunca más una flor para alguien como nosotros, no habría nada, no habría absolutamente nada, y la nada era eso, que no hubiera nunca más una flor. El fósforo encendido me abrasó los dedos. En la plaza salté a un autobús que iba a cualquier lado y me puse absurdamente a mirar, a mirar todo lo que se veía en la calle y todo lo que había en el autobús.
Cuando llegamos al término mino, bajé y subí a otro autobús que llevaba a los suburbios. Toda la tarde, hasta entrada la noche, subí y bajé de los autobuses pensando en la flor y en Luc, buscando entre los pasajeros a alguien que se pareciera a Luc, a alguien que se pareciera a mí o a Luc, a alguien que pudiera ser yo otra vez, a alguien a quien mirar sabiendo que era yo, y luego dejarlo irse sin decirle nada, casi protegiéndolo para que siguiera por su pobre vida estúpida, su imbécil vida fracasada hacia otra imbécil vida fracasada hacia otra imbécil vida fracasada hacia otra...
Pagué.

Merlín, el Mago






Merlín, el Mago
El druida del Rey Arturo

Merlín, el mago, el druida del rey Arturo, el héroe de la más famosa de las leyendas célticas, no ha muerto.
Continúa viviendo aunque está fuera del tiempo y del espacio; un encantamiento lo mantiene prisionero en la frontera entre la vida y la muerte, sin envejecer sin vivir y sin morir, contempla el paso de los siglos encerrado en una prisión construida con la magia de las palabras, con el poder de la voz.
Su rey, Arturo, también permanece en la frontera del mundo, en la isla mágica de Avalon, durmiendo un sueño encantado. Ambos esperan que la corte de Camelot pueda algún día recuperar su esplendor.



***
Merlín se ha convertido en el druida modelo legado por la tradición céltica. Es un sabio que conoce el pasado, el presente y el futuro; puede utilizar las fuerzas de la naturaleza, del mundo visible y del mundo oscuro, invisible, el Otro Mundo. Tiene el dominio de la palabra, el poder de la voz: pronuncia las fórmulas sagradas en las principales ceremonias religiosas, recita encantamientos y posee el don de la videncia.
Además, ejerce las funciones políticas propias de los druidas: él es quien proporciona un rey a los celtas utilizando su poder mágico para que Arturo sea concebido; después se ocupará de la educación del muchacho que, bajo su protección, adquirirá la sabiduría y la fuerza. Merlín es el poder en la sombra, el consejero y embajador, el druida que compartirá el poder con Arturo. Pero ¿quién es Merlín realmente?
¿Un druida que ejerció su poder entre los celtas de Britania como Diviciaco entre los feudos, o es un personaje de leyenda, uno más entre los muchos héroes creados por el peculiar sentido celta de la historia? Merlín puede ser ambas cosas.
***
Los primeros cronistas de la historia de Britania mencionan dos personajes históricos, Ambrosio y Myrddin, que pueden estar en el origen del personaje legendario de Merlín. En el siglo V los romanos habían abandonado Britania y gobernaba un "rey" llamado Constantino, que tenía como druida al mencionado Ambrosio. Algún tiempo después, en el siglo VI, aparece en las crónicas un caudillo de las tierras del norte de Britania llamado Myrddin que, en una batalla contra los sajones, tuvo la visión de un horrible monstruo en el cielo y, enloquecido, se refugió en lo más profundo de los bosques, donde se dedicó a profetizar y llevó una vida salvaje en la naturaleza. La historia es confusa en lo que se refiere a ambos personajes, Ambrosio y Myrddin, y a veces contradictoria en las fechas.
***
Según la tradición oral galesa la historia de Merlín comienza en el siglo VI. En esa época, los reyezuelos celtas de Britania estaban envueltos en luchas tribales, sin que ninguno lograra imponerse y pacificar el país. Uno de estos caudillos, Vortigern, había buscado ayuda en mercenarios sajones, quienes pronto se dieron cuenta de que podían invadir fácilmente la isla y dominarla gracias a las luchas internas que la desgarraban. Vortigern había ordenado construir una fortaleza para defenderse de los ataques enemigos, pero las obras no avanzaban porque cada noche se derrumbaba lo construido durante el día; tras consultar a los druidas de su corte, éstos dictaminaron que era preciso purificar el lugar de la construcción mezclando la sangre de un niño sin padre con los cimientos de la torre. Buscando a ese niño encontraron a una princesa galesa que había tenido un hijo de padre desconocido: incluso para ella, que ni siquiera podía explicarse cómo había quedado embarazada. Este niño de origen mágico era Merlín, y habitaba con su madre en el bosque, pues la princesa se había recluido allí huyendo de la corte. Merlín y su madre fueron conducidos ante Vortigern y sus magos. Cuando iba a producirse el sacrificio, Merlín aseguró al rey que conocía la causa por la que la torre en construcción se derrumbaba cada noche y, ante la sorpresa de los druidas, explicó que bajo la torre había una cueva en al que vivían dos dragones, uno rojo y otro blanco, que cada noche luchaban ferozmente, lo que movía los cimientos de la torre, haciéndola caer.
***
Los hombres de Vortigern comprobaron que lo que afirmaba el pequeño Merlín era cierto por medio de unos zapadores y el rey, asombrado, le pidió una interpretación del extraño fenómeno. Merlín demuestra su poder de adivinación e interpretación y pronuncia su primera profecía: el dragón rojo representa a los celtas y el blanco a los sajones. Este último vence cada noche en la lucha y esto es lo que sucederá en el futuro: los sajones vencerán y dominarán la isla.
***
Pero el mago Merlín que ha llegado hasta nosotros formando parte de la historia del rey Arturo y sus Caballeros de la Tabla Redonda fue creado por Godfred de Mommouth; este clérigo escribió a principios del siglo XII una historia de Britania en al que, por primera vez, se da a la figura de Merlín cierta importancia; este Merlín es un caudillo bretón que se vuelve loco y se refugia en los bosques, donde se dedica a profetizar. Algún tiempo después Mommouth escribe la vida de Merlín, utilizando para crear al personaje todos los relatos que se habían transmitido durante siglos sobre él. En el Merlín literario se mezclan los rasgos de varios personajes de la tradición oral celta (el rey irlandés Suibhne, el profeta y mago escocés Lailoken y el galés Gwyddyon, héroe mitológico que representa el poder mágico de los druidas), junto con personajes históricos como Ambrosio y le caudillo bretón, a lo que añade además rasgos claramente cristianos.
***
En su obra, "Vida de Merlín", Mommouth modifica la historia del nacimiento del mago: el diablo, por medios maléficos, engendró un hijo en una joven virgen. Este hijo tendría el poder y la sabiduría necesarios para dominar y dirigir la vida de los hombres, pero la joven elegida era virtuosa, pura y muy cristiana, por eso, pesa a no imaginar quién podría ser el padre de su hijo, ni cómo había ella llegado a concebirlo, lo bautizó en el mismo momento del nacimiento, arrancándolo así de las garras del diablo. Sin embargo, el niño conservó casi todos los poderes que le habían sido otorgados en el momento de la concepción. Lo demostró cuando aún era un niño muy pequeño. En la época en la que nació Merlín, Vortigern, un jefe militar, usurpó el trono y ordenó asesinar a los dos hijos del rey. Pero uno de ellos, Uther Pendragon, consiguió salvarse y fue educado en el continente por sus partidarios. Desde el momento en que lo supo, Vortigern comenzó a construir una torre para defenderse del previsible ataque del heredero legítimo. Y ya sabemos cómo encontró a Merlín y la interpretación que hizo éste del derrumbamiento de la torre.
Llegados a este punto Mommouth modifica de nuevo la leyenda galesa y cuenta que al liberar a los dragones, que estaban atrapados en dos pequeñas cavidades de los cimientos de la torre, se abalanzaron el uno sobre el otro en una lucha feroz, en la que venció el blanco pese a ser más pequeño que el rojo.
Merlín profetizó que a los tres días Uther Pendragon se enfrentaría a Vortigern y lo vencería. Así sucedió, Pendragon fue rey y Merlín retornó al bosque.
***
Durante muchos años la blanca túnica de Merlín se vislumbró en los bosques más oscuros y profundos, adivinaba entre las nieblas mágicas que surgían repentinamente en las batallas, facilitando victorias y derrotas, se vio al mago recitando encantamientos y recogiendo muérdago. Durante muchos años su esbelta figura, ligeramente apoyada en la vara de roble que simbolizaba su poder, recorrió los caminos y visitó los palacios de los jefes. Allí donde llegaba se sentía el poder de la sabiduría y se escuchaba la voz de los dioses. Pero los comienzos de la Edad Media eran tiempos de crueldad y desorden. Uther no lograba imponerse sobre otros caudillos rivales ni terminar con la amenaza sajona y Merlín continuaba buscando al hombre que pudiera unir a los celtas y ser llamado rey por todas las tribus. Cuando Uther Pendragon le pidió ayuda para seducir a Igerne de Tintagel, esposa del duque de Cronualles, Merlín encontró la oportunidad que esperaba. Puso la magia al servicio de los deseos de su rey y, por medio de un poderoso conjuro y ciertas hierbas, consiguió que Uther tuviera la apariencia física de su enemigo el duque. Así, mientras éste se defendía de un ataque sorpresa en medio de la noche, Pendragon entraba sin problemas en el castillo y en el lecho de la bella Igerne, que creía estar recibiendo a su marido. En esa unión fue concebido Arturo. Al mismo tiempo, en el campo de batalla moría el duque de Cornualles. Poco después Uther Pendragon se casó con Igerne. Pero cuando nació el hijo de ambos, Arturo, Merlín se lo llevó para ocuparse de su educación y convertirse en su druida y consejero.
Cada día Merlín explicaba al pequeño Arturo todas las ciencias conocidas y, como era mago, incluso le enseñaba algunas cosas de las ciencias del futuro y ciertas fórmulas mágicas
***
Merlín nunca abandonará del todo el lugar al que realmente pertenece, el bosque, por la corte de Camelot.
En el bosque los druidas pasaban gran parte de su tiempo dedicados al estudio y el conocimiento de lo natural y lo sobrenatural. Era un espacio para la soledad, el aprendizaje y la comunicación con el Otro Mundo. Allí se realizaban los ritos y sacrificios, los héroes celtas se adentran en la frondosidad para superar pruebas, recuperarse de las heridas y los fracasos, o buscar el camino al Otro Mundo. Es un
territorio de nadie, un espacio entre los dos mundos, donde todos los prodigios son posibles y donde los locos y los sabios se convierten en profetas.
La corte de Arturo en Camelot, creada para la leyenda por Mommouth, es una corte medieval, caballeresca, en la que siempre está presente el amor y la lucha por conquistar a la dama amada. Así, Merlín se verá envuelto, cuando sea ya anciano, en el juego del amor cortés. El poderoso mago es seducido por la joven Nimue o también llamada Viviana, una de las hadas del lago donde se guardaba Excalibur, según la tradición galesa, o por la bella Morgana, hermanastra del rey Arturo y maga ambiciosa que quiere alcanzar el mismo poder que Merlín, según la tradición artúrica.
***
En cualquier caso, su amada no sólo enamora al anciano mago, sino que le convence para que la convierta en su discípula. Merlín, poco a poco, va enseñándole sus conocimientos hasta que un día, en el bosque Broceliande, cede ante los deseos de Nimue y le enseña el más poderoso y peligroso de los conjuros: las palabras mágicas que convierten a un hombre en prisionero de quien las pronuncia. En el momento en que realiza la máxima demostración de su poder, Merlín se está entregando a Nimue: al pronunciar el conjuro el anciano mago acepta quedar prisionero de la voz de su amada. Desde entonces Merlín permanecerá encerrado en su cárcel de amor invisible hasta que otro druida deshaga el hechizo.
***
Hay varias versiones sobre la ubicación de la prisión de Merlín: según una de ellas estaría situada en el bosque de Broceliande, en una gruta de cristal cercana a una fuente, en el mismo lugar donde se produjo el conjuro; otra versión la localiza en las profundidades de la tierra, por tanto sería de roca. También hay una leyenda que sostiene que Merlín duerme bajo "La Danza de los Gigantes", es decir, bajo las piedras del círculo mágico de Stonehenge, que él mismo habría transportado desde la lejana Irlanda con el poder de su voz para honrar la sangre derramada por los guerreros bretones en una batalla que tuvo lugar en esa llanura de Salisbury. Todas estas versiones sobre el fin de Merlín ponen de relieve el rechazo que la
mentalidad cristiana siente por la magia. El poder de Merlín no le salva de caer en el pecado del deseo y eso le lleva a dejarse atrapar en su propia magia. Pero en la tradición galesa, todavía próxima a la mentalidad celta, Merlín desaparece de Camelot voluntariamente. Se retira a la isla sagrada de los druidas, Mona, en el noroeste de Gales y allí continúa viviendo, guardando, junto con nueve compañeros, los tesoros de Britania: talismanes y reliquias celtas que deben permanecer escondidos de los nuevos invasores. En cualquier caso, atrapado en su encantamiento, ya no puede actuar, sólo hacer oír su voz.
***
Merlín es también una metáfora del mundo céltico. Un mundo que había logrado sobrevivir en Irlanda y Gran Bretaña algunos cientos de años más que en el continente, pero que en el siglo XII ya había sido enterrado por una nueva civilización. Y sin embargo, los celtas, durmiendo su sueño encantado, como Merlín y Arturo, paradójicamente han conseguido hacer oír su voz en nuestros días.
***
Las leyendas sobre Merlín nos han proporcionado mucha información sobre las funciones del druida en la sociedad celta, información cuya veracidad se ve confirmada pro lo que sabemos de druidas históricos como Diviciaco. En Merlín, en su relación con Arturo, encontramos la función política y la educadora; sabemos de su poder mágico y de sus conocimientos sobre plantas y animales; su vida se desarrolla en los bosques en mayor medida que en la corte y, además, su final pone de relieve uno de los aspectos menos conocidos de la religión druídica: la importancia de la palabra en los ritos y encantamientos. En los escritos de Julio César, uno de los autores que, a raíz de sus campañas militares para conquistar la Galia, más información nos proporciona sobre los celtas, y también en algunas inscripciones grecorromanas, aparece el término "gutuaer" o "gutuatro". En un principio se creyó que esta palabra era el nombre de un druida, pero no es así. Es un título sacerdotal del que sólo conocemos el significado etimológico, "padre de la voz" o "padre de la palabra", lo que da la idea de su relación con los encantamientos orales. El gutuaer
podría ser el druida que pronunciaba las invocaciones o palabras mágicas en las más importantes ceremonias, por eso Merlín conserva el poder de la voz aun estando prisionero de su propia magia, ya que la palabra es la esencia del conocimiento y el poder druídico.
***
En Irlanda existía una maldición druídica llamada "glan dicinn". Era un encantamiento mágico, una llamada a las hadas que habitaban en los matorrales de espinos para obtener ayuda de los habitantes del Otro Mundo contra los enemigos. Quien sufría esta maldición no podía disimularla, puesto que las consecuencias del encantamiento eran visibles en su cara, que se cubría de forúnculos. Para realizar el encantamiento, siete druidas debían situarse dando la espalda a una mata de espino cuando el viento soplara del norte; mientras sostenían en la mano una piedra de honda y una rama de espino, todos ellos entonaban la maldición; después, depositaban las piedras y las ramas sobre la raíz del matorral. Otra manifestación de la importancia del encantamiento oral en la vida social y religiosa de los celtas es el geis.
Este encantamiento no era de uso exclusivo de los druidas, sino que podía ser utilizado por cualquiera. Se trataba de una prohibición o de una obligación, por ejemplo, no comer determinado alimento o viajar a cierto lugar. Los druidas parecer ser los únicos que no sufrían geasa, plural de geis, pero los reyes y los héroes estaban sujetos a muchos.
***
Llegó un tiempo en que los grandes druidas, como Merlín o Diviciaco, fueron perdiendo su poder. Los bardos ocuparon su lugar, pero éstos se limitaron a cantar y contar las historias de sus antepasados. Con la llegada del cristianismo la cultura celta va perdiendo fuerza. Las antiguas historias que se transmitían de generación en generación, narradas junto al calor de los hogares, comienzan a escribirse y se convierten en novelas caballerescas que entretienen a la nobleza feudal y perderán su significado original para adquirir un sentido diferente, más acorde con los nuevos valores cristianos. En el siglo XIII, otro clérigo, Robert de Boron, modificará definitivamente la leyenda de Merlín para cristianizarla: así es cómo el druida, el mago, que encarnaba la esencia del mundo céltico y la lucha de los bretones por sobrevivir frente a los nuevos tiempos, se convierte en el sabio guardián de los valores cristianos que impulsa y dirige a los caballeros cristianos de la Tabla Redonda en la búsqueda del Santo Grial.


Princesas de porcelana





Princesas de porcelana

Sandra Russo

Son otras princesas, no las de los cuentos. Son las antiguas princesas paganas, las que eran sacrificadas, las que como Ifigenia fueron ofrecidas a los dioses para calmarlos, complacerlos o predisponerlos a favor. Estas princesas de porcelana o princesas de cristal, como ellas mismas se designan y reconocen, buscan “la perfección”. Así lo declaran. Tienen 14, 15, 16 años en su mayoría, escriben con horrorosas faltas de ortografía, redactan correos en los que piden ayuda para engañar a sus madres, para vomitar sin que se les enrojezcan los ojos, para ser aceptadas en los foros de iniciadas en la adoración a Ana y a Mia, las dos deidades que las modelarán al gusto contemporáneo de belleza. En el camino a la perfección perderán peso, esmalte dental, reflejos, glóbulos rojos, menstruaciones, calcio, estabilidad emocional, amigos, pelo, y todas las referencias reales de sus respectivas imágenes. Chicas de 1,70 suplican que les digan cómo hacer para llegar a los endiosados 43 kilos, la marca desde la cual son admitidas como verdaderas amigas de Ana y Mia. En ese punto estarán a un paso de morir de un paro cardíaco o de que se les reviente el esófago de tantos jugos y heridas que se habrán provocado con sus dedos índice y pulgar. Estarán a un paso de la muerte o morirán, sin haber salido de este malentendido siniestro, de esta patología de época en la que ellas son nada más que lo que se ve de ellas, y en la que ellas esperan ver, en el espejo, a la que nunca fueron, ni son, ni serán.



En algunas de las páginas hard “pro Mia” o “pro Ana” de Internet, a las adolescentes que recién empiezan con sus ayunos les dicen las “wannabe”, con un tono peyorativo. Es una estrategia que usa cualquier ejército del mundo. Las desestiman, las rebajan, las insultan. “Si eres una wannabe, sal ya mismo de esta página”, les indican. Esa página será exclusivamente para quienes han aprendido a sobrevivir con Ana y Mia como acompañantes permanentes, quienes ya tienen un recorrido por clínicas, centros de rehabilitación u hospitales psiquiátricos, y han engañado a todos. Las que pasados los veinte son veteranas vomitadoras, y han dejado en el olvido el sabor de cualquier alimento específico. Han arrancado los sentidos de sus vidas, para vegetar en un mundo de imágenes con las que se dan fuerzas. La “thinspiration” es una herramienta útil a la que ellas se aferran. Hay páginas enteras de “thinspiration”: hay fotos de modelos o actrices (Lindsay Lohan, Victoria Beckham, Kate Moss) huesudas que ellas toman como musas, o de anoréxicas esperpénticas, revulsivas en su obscena exposición de costillas sin carne.

En ninguna parte hay sexo. No quieren sexo. Dicen que desean ser deseadas, pero ¿por quién? ¿Quién desearía a esos cadáveres que quieren ser? Es falso. Ellas no se dicen la verdad. No se enfrentan a algo. Se mienten. Todas ellas se acompañan en la gran mentira a la que están entregándole su suerte. Ellas no quieren ser mujeres, sino princesas. Son los Peter Pan de esta época, atravesados no por la gracia o la ilusión de la infancia, sino por su perversión. Practican la perversión de la abstinencia. Deben cuidarse de gozar. Ni una pizca de su libido puede recaer sobre otro ser. Las princesas de porcelana padecen un tipo de narcisismo que es urgente estudiar, porque se sabe poco y nada de todo esto, y las nutricionistas hacen inútiles listados de alimentos que ellas comen bajo control y que después vomitan cuando todos duermen. La pérdida de las menstruaciones les garantiza la anticoncepción. No hace falta que la pongan a prueba. Se sienten a gusto en un cuerpo incapaz de reproducirse. Las princesas de porcelana no tienen interioridad. Sueñan un cuerpo deforme y vacío, puro en su vacuidad, sin sangre ni músculos ni articulaciones: quieren ser una bolsa de huesos.

La religiosidad de las páginas “pro Ana” toma, por ejemplo, esta forma:

Credo Ana

Creo en el control, la única energía con suficiente fuerza

como para ordenar el caos en el que vivo.

Creo que soy la persona más rastrera, inútil y despreciable

que haya existido jamás en la tierra

y que soy absolutamente indigna del tiempo o la atención de nadie.

Creo que los que me digan algo distinto son idiotas;

Si pudieran verme como soy realmente me odiarían tanto

como yo lo hago.

Creo en leyes irrompibles, en deberes y obligaciones

que determinen mi comportamiento diario.

Creo en la perfección y lucho por obtenerla.

Creo en la salvación a través del esfuerzo de cada día.

Creo en las listas de calorías como palabra suprema.

Y de acuerdo con esa creencia las memorizaré.

Creo en las balanzas como indicadores de mis fracasos y éxitos.

Creo en el infierno porque en ocasiones vivo en él.

Creo en un mundo en blanco y negro, en la pérdida de peso,

En el remordimiento por los pecados,

En la negación del cuerpo y en una eterna vida de ayuno.

Amén.

Así están de alteradas y de alienadas estas niñas que en Madrid, Bogotá, México, Buenos Aires, Amsterdam, Nueva York, Quito, Lisboa, en todas partes andan cruzando la pubertad y poniéndose coronitas de cotillón en el pelo. Es como si la vida se les hubiera detenido junto al primer síntoma, y de allí en más todo se tratase de volver a una posición fetal para regresar a la nada. Se le adjudica el primer cuadro registrado de anorexia a Catalina de Siena, cuyo ejemplo de ayuno fanático fue tomado por otras santas de la Edad Media. No es casual este pliegue religioso en estas páginas siniestras de Internet. Después de todo, las devotas de Ana y Mia, como se ve, viven agobiadas por el peso de sus pecados, que nunca llegan a ser sexuales: un bocado sabroso o una pizca de sal en la ensalada puede provocarles náuseas, porque lo sensual les parece inmundo. De una manera atroz, estas princesas encarnan los mandamientos religiosos por un lado, y los sociales por otro. Entre esos dos fuegos, uno indicando mugre en el sexo y el otro imponiendo estándares de belleza trucados, quedan ellas, las pobres princesitas que desvarían y se prohíben ser humanas.

fuente



La Fuga - María Rilke




La Fuga
Rainer Maria Rilke


La iglesia estaba desierta.
Por encima del altar mayor, un rayo del sol poniente irrumpía en la nave central a través del vitral de color, ancho y simple como los antiguos maestros lo representan en la Anunciación, y reanimaba las tintas palidecidas del tapiz puesto sobre las gradas. El coro alto, con sus columnas barrocas de madera esculpida, cortaba a continuación la iglesia; la obscuridad se cerraba y las pequeñas lámparas eternas parpadeaban, más y más atrayentes, delante de los santos obscurecidos.
Al amparo del último y macizo pilar de piedra, reinaba una dulce penumbra. Allí estaban sentados ellos, y sobre ellos había un viejo cuadro representando el camino de la cruz. La pálida muchachita, vestida con una saya amarilla se apelotonaba en el rincón más sombrío del negro y macizo banco de encina. La rosa que adornaba su sombrero rozaba la barbilla del ángel de madera, esculpido en el respaldo, y se hubiera dicho que lo hacía sonreír. Fritz, el colegial, tenía las dos manos finas de la muchachita, calzadas con guantes rotos, como se tiene una avecilla, con una dulce firmeza. Era dichoso y soñaba: van a cerrar la iglesia, no advertirán nuestra presencia y nos quedaremos solos. Ciertamente vienen espíritus aquí, durante la noche.
Se apretaban estrechamente el uno contra el otro, y Ana cuchicheó, inquieta: "¿No nos hemos demorado?".
Ambos tuvieron en el mismo instante el mismo pensamiento afligente: Ella se acordó de pronto de su sitio habitual, en la ventana, donde cosía cada día; desde allí descubría sólo un negro y horrible muro medianero y jamás recibía el menor rayo de sol. Él, entre tanto, volvía a ver su mesa de trabajo, cubierta de cuadernos del curso, y en la cima de una pila, abierto, el Symposion de Platón. Ambos miraban delante de ellos, y sus ojos siguieron la misma mosca que peregrinaba a lo largo de las ranuras y las runas del reclinatorio.
Se contemplaron en los ojos.
Ana suspiró.
Con un gesto tierno y protector, Fritz la abrazó y dijo: "¡Ah! si pudiéramos irnos!" Ana lo interrogó con la mirada y vio la nostalgia brillar en sus ojos. Bajó los párpados, enrojeció y lo oyó proseguir:



-Por otra parte, en general los detesto, detesto a todos. Me horroriza la manera cómo me miran cuando vuelvo de nuestras citas . ¡Nada más que desconfianza y una alegría mezquina! Ya no soy un niño. Hoy o mañana, tan pronto como pueda ganarme la vida, nos iremos juntos, muy lejos de aquí. ¡Y a pesar de ellos!
"¿Me amas?"
La pálida criatura prestó oídos.
-Te adoro.
Y Fritz recogió la pregunta que iba a despuntar en sus labios.
-¿Me llevarás pronto?-inquirió la pequeña, vacilante.
El colegial se calló. Maquinalmente alzó los ojos, siguió con la mirada la arista de la maciza pilastra de piedra y leyó sobre la vieja estación: "Padre, perdonadlos . . . "
Indagó con impaciencia:
-¿Dudan de algo, en tu casa?
Apremió a la muchachita:
-Dí.
Suavemente, ella dijo que sí con la cabeza.
Él se encolerizó:
-Está bueno. Es justamente lo que pensaba. Al fin eso debía suceder. ¡Todas esas charlatanas! ¡Ah si pudiera!...
Hundió la cabeza entre sus manos.
Ana se apoyó en su hombro. Dijo con sencillez:
-No estés triste.
Se quedaron así.
De pronto el jovencito se irguió y dijo:
-¡Ven, marchémonos juntos!
Una sonrisa reprimida apareció en los bellos ojos de Ana que estaban llenos de lágrimas. Meneó la cabeza, pareciendo poseída de una profunda aflicción. Y el colegial retomó las pequeñas manos calzadas de guantes gastados. Miraba hacia la nave central. El sol había desaparecido, los vitrales de color eran ya sólo manchas grises y amortecidas. La iglesia estaba silenciosa.
Luego hubo en la cima de la nave un piar. Ambos alzaron los ojos. Descubrieron una tierna golondrina extraviada que, revoloteando, desesperada, buscaba escapar.
***
Haciendo camino, el colegial se acordó de un deber de latín que había descuidado. Decidió trabajar a pesar de su repugnancia y su fatiga. Pero sin quererlo hizo una vuelta asaz larga y estuvo a punto de extraviarse vagando a través de las calles de la ciudad que sin embargo conocía muy bien. Era de noche cuando volvió a su pequeña habitación. Sobre los cuadernos de latín encontró una carta. La leyó a la luz indecisa de una bujía:
"Lo saben todo. Te escribo llorando. Papá me ha pegado. Es terrible. Ahora nunca más me dejarán salir sola. Tienes razón. Partamos. A América, adonde tú quieras. Iré mañana, a las seis, a la estación. Hay un tren que papá toma siempre para ir a cazar. ¿A dónde va? No lo sé. Me detengo, alguien viene.
"De modo que espérame. Está decidido, Mañana, a las seis. Tuya hasta la muerte.
Ana.
"Falsa alarma. No era nadie. ¿Adónde crees que podríamos ir? ¿Tienes dinero? Yo tengo ocho thalers. Envío esta carta con nuestra criada a la vuestra. Ahora, ya no estoy más intranquila.
"Creo que es tu tía María la que ha soltado la lengua.
"Nos habrá visto, entonces, el domingo último".
El colegial iba y venía en su habitación, a largos pasos resueltos. Sentíase como liberado. Su corazón latía violentamente. Se dijo de pronto: ¡ser un hombre! Ella tiene confianza en mí. Puedo protegerla. Sentíase muy dichoso y lo sabía: ella será toda mía. La sangre se le subía a la cabeza. Tuvo que volverse a sentar y se preguntó de súbito: ¿pero a dónde ir?
Era inútil, esa interrogante retornaba sin cesar. Intentó alejarla haciendo los preparativos para la partida. Lió un poco de ropa blanca, algunos trajes, y metió sus economía en su cartera negra. Estaba pletórico de ardor. Abrió inútilmente todos los cajones, tomó y volvió a colocar objetos, arrojó sus cuadernos a un rincón de la pieza y manifestó con un entusiasmo demostrativo a las cuatro paredes de su habitación: Desde aquí, cambio de programa. Esta es la partida decisiva.
Había pasado la medianoche cuando él estaba aún sentado en el borde de su lecho.
No pensaba en dormir. Acabó por tenderse completamente vestido, porque a fuerza de haberse inclinado, la espalda le causaba daño. Se preguntó todavía varias veces: ¿Adónde ir?-terminó por contestarse a sí mismo, en voz alta: "Cuando se ama de verdad . . . "
La péndola hacía tic-tac. Afuera pasó un carruaje, haciendo vibrar los cristales. La péndola, todavía sofocada de haber sonado los doce golpes de medianoche, dijo con pena: "Una hora". No pudo continuar.
Y Fritz la escuchó aún desde muy lejos. Soñaba: "Cuando se ama... de verdad..."
Pero a los primeros resplandores del alba, se estremeció,
sentado sobre la almohada, y se dio clara cuenta de que ya no amaba a Ana. Su cabeza estaba pesada. No amo más a Ana, se decía. ¿Era eso verdaderamente serio? ¿Querer marcharse a causa de unas bofetadas? ¿Y adónde ir? Se puso a reflexionar como si ella se lo hubiera confiado. ¿Adónde, pues, quería irse ella? A alguna parte, no importa adónde. Él se indignó: ¿Y yo? Naturalmente, tendría que abandonarlo todo, mis padres, y... todo. ¿Y después? ¿Y el porvenir? ¡Qué estúpida era esa Ana, qué fea! ¡Merecería ser castigada, si de verdad fuera capaz de eso ! ¡Si ella fuera capaz de eso!
Cuando el claro sol de mayo invadió muy gayamente la habitación, él se dijo: No es posible que ella haya hablado seriamente. Se sintió tranquilizado y sintió ganas de quedarse en el lecho. Luego revolvió: Voy a ir a la estación para convencerme de que no vendrá.
Imaginaba ya la alegría que experimentaría si no venía.
Temblando con la frescura de la mañana, fatigadas las rodillas, fue a pie hasta la estación. La sala de espera estaba vacía.
Semi-inquieto, tranquilizado a medias, miró a su alrededor. Ninguna saya amarilla. Fritz respiró. Recorrió todos los pasillos y las salas. Viajeros mal despiertos e indiferentes, iban y venían; había mozos de cordel parados junto a las columnas; gentes humildes estaban sentadas entre sus bultos y sus cestas, en bancos polvorientos, en los nichos de las ventanas.
El portero gritó algunos nombres en una de las salas de espera y agitó una campanilla de sonido agudo. Luego repitió, más cerca, con una voz gangosa, los mismos nombres de estaciones, y recomenzó igual ejercicio en el andén, agitando cada vez su maldita campana. Fritz regresó sobre sus pasos y, con aire despreocupado, las manos en los bolsillos, volvió al hall central de la estación. Estaba satisfecho y se decía con un gesto de vencedor: Ninguna saya amarilla. Bien lo sabía.
Vuelto fanfarrón por el alivio, se acercó a la columna de los anuncios de horarios para saber por lo menos adónde iba ese fatal tren de las seis. Leyó maquinalmente los nombres de las estaciones, con la expresión de alguien que contemplara una escalera en la que hubiera estado a punto de caer.
De pronto, pasos presurosos resonaron en las losas. Alzando los ojos, Fritz tuvo apenas el tiempo de ver la saya amarilla y el sombrero adornado con una rosa desaparecer tras el portillo que se abría sobre el andén.
Fritz miró con ojos fijos desaparecer la muchacha.
De pronto se sintió; poseído de un espantoso miedo hacia esa pálida y frágil muchachita que quería jugar con la vida. Y como si hubiera temido que pudiera regresar sobre sus pasos, juntársele y obligarlo a partir con ella por el mundo desconocido, se echó a correr, huyó, cuan ligero pudo, sin darse vuelta, en dirección a la ciudad.


Las palabras fluyen



Las palabras fluyen...

Las palabras fluyen como lagrimas negras...
se perfilan como gélidos filos sobre mis venas,
desangrando la razón y mutilando el corazón
pudriéndose lentamente en mi memoria,
enervando las ideas con veneno de tu ser.
aun así no es suficiente...
en el infierno sigue el fuego..
quemando los recuerdos,
llevando consigo cenizas de lo que alguna vez quedo....
que mas da si estoy aquí o estoy allá...
si existo, si me extingo....
que mas da si es amor o dolor...
si es la misma esencia de la muerte que destruye...
que descarna....
solo se que no quiero que llegue el fin
por que aun así, volverá de nuevo....
la eterna historia.

Darkmoon

Tarja Turunen - The Seer


Tarja Turunen - The Seer (EP) - 2008



01. The Seer (Featuring Doro Pesch)
02. Lost Northern Star (Tägtren Remix)
03. The Reign (Score Mix)
04. Die Alive (Alternative Version)
05. Boy And The Ghost (Izu Mix)
06. Calling Grace (Full Version)
07. Lost Northern Star (Ambience Sub Low Mix)
08. Damned And Divine (Live in Kuusankoski)
09. You Would Have Loved This (Live in Kuusankoski)
10. Our Great Divide (Live in Kuusankoski)
11. Ciarán's Well (Live in Kuusankoski)



Tarja Turunen - You Would Have Loved This
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La Divina Comedia - Dante Alighieri


La Divina Comedia - Dante Alighieri






No esperéis nunca contemplar el cielo;
vengo a llevaros hasta la otra orilla,
a la eterna tiniebla, al hielo, al fuego.
Y tú que aquí te encuentras, alma viva,
aparta de éstos otros ya difuntos.




La Divina Comedia es un poema donde se mezcla la vida real con la sobrenatural, muestra la lucha entre la nada y la inmortalidad, una lucha donde se superponen tres reinos, tres mundos, logrando una suma de múltiples visuales que nunca se contradicen o se anulan. Los tres mundos infierno, purgatorio y paraíso reflejan tres modos de ser de la humanidad, en ellos se reflejan el vicio, el pasaje del vicio a la virtud y la condición de los hombres perfectos. Es entonces a través de los viciosos, penitentes y buenos que se revela la vida en todas sus formas, sus miserias y hazañas, pero también se muestra la vida que no es, la muerte, que tiene su propia vida, todo como una mezcla agraciada planteada por Dante, que se vuelve arquitecto de lo universal y de lo sublime.

El sujeto de la comedia es el hombre de todas las razas, credos, edades, el hombre que esta entre el cielo y la tierra; que en esencia es el estado de las almas después de la muerte y la forma en que se expresa en cuanto por sus méritos o desméritos se hace por lo tanto acreedoras a los castigos o a las recompensas divinas. Dante se vale tanto de personajes bíblicos como de seres extraídos de la mitología pagana para la creación de sus personajes, mezclándolos en los pasajes indistintamente





De Guardia - Dennis Etchison





De Guardia
Dennis Etchison

—Léalo ahora —proclamaba el vendedor de periódicos ciego—, ¡Muchos están muriendo y muchos están muertos!
Wintner redujo la marcha y giró en la esquina, intentando hallar un hueco. Pasó junto a una tienda de fotos, una tintorería y lavandería, una papelería, un aparcamiento a varios niveles que ocupaba la mitad de la manzana y, en la siguiente esquina, la parada de la floristería. Sintió una momentánea desilusión al comprobar que desde su carril no podía ver siquiera un atisbo de la joven que trabajaba allí; la mayor parte de los días la veía en su trayecto de vuelta desde la autopista, su rostro evolucionando entre las flores, y la alegría de la visión, su precisión, parecían acortar la distancia de su camino y hacían su carga algo más fácil de soportar. De todos modos, era sábado, recordó. Debía seguir adelante.
Tendría que dar otra vuelta.
Podía, por supuesto, encontrar fácilmente aparcamiento en la estructura municipal, pero a Laurie nunca le había gustado tener que caminar todo aquel trecho desde la entrada de la clínica.
¿Cuánto tiempo tardaría su esposa esta vez? ¿Diez minutos? Más, pensó. Probablemente veinte, si las cosas iban como siempre. O treinta.
Sólo tengo que saber el resultado de los rayos X, le había dicho. No me llevará mucho tiempo.
Dios, esperaba que no. Sabía lo que pasaba con el tiempo cuando la mente de ella se absorbía en algo.
Dio otra vuelta a la manzana, justo en el momento en que un Mustang negro se metía en un sitio libre frente al edificio de la clínica. Gruñó y rechinó los dientes. Había perdido la cuenta de las veces que había dado la vuelta a la manzana. Giró su muñeca para mirar el reloj, pero no podía recordar cuánto tiempo hacía que la había dejado.
Se acercó a la esquina.
Empezaba a atardecer. Observó cómo los edificios habían empezado a parecerse a cajas oblongas, hilera tras hilera, colocados interminablemente, mientras las sombras llenaban los umbrales de las puertas y descendían de los tejados. Redujo a marcha lenta y observó que el coche estaba avanzando realmente al paso de uno de los peatones, un viejo de hombros encorvados que caminaba laboriosamente por la acera de enfrente de la clínica. Wintner sintió un estremecimiento, sin comprender realmente por qué, y redujo aún más la velocidad.
Había un aparcamiento para taxis junto al semáforo. Puso punto muerto y se acercó al bordillo. Cortó el encendido, ajustó el retrovisor de modo que pudiera verla cuando saliera, y se quedó sentado escuchando los crujidos del motor a medida que se iba enfriando.
Una mujer policía pasó junto a su ventanilla abierta. Agitó su casco y le hizo señas de que se fuera. Asintió. Cuando volvió por segunda vez —cuarenta minutos más tarde—, puso el coche en marcha, rebasó el cruce y condujo hasta que encontró un lugar donde aparcar en la siguiente manzana.
—Lo siento —dijo la enfermera—, pero no puedo encontrar ninguna señora Winter.¿Es ése el nombre? No la encuentro aquí en el registro.
—Sólo vino para saber el resultado de unas radiografías. —Le ofreció una sonrisa, dirigió una intensa mirada a la enfermera y desvió los ojos—. Hará como una hora.
—Bien, espere un momento. Preguntaré a la otra chica.
Chica, se repitió para sí mismo maravillado. Sólo las mujeres muy jóvenes —y las de edad madura como aquélla— se llamaban a sí mismas de esa manera. ¿Cuántos años más serían capaces de continuar con aquello? ¿Hasta que sus rostros se cuartearan y se convirtieran en polvo?
Wintner observó la sala de espera. Lisas y monótonas paredes, un desordenado revistero lleno de revistas con fundas de plástico, una jardinera llena de apagadas flores artificiales. Una interminable dosis de música enlatada surgiendo de un altavoz oculto. Reflexionando, identificó la selección como el tema de la película Doctor Zhivago.
Una segunda enfermera apareció por detrás de la división de cristal opaco.
—¿Señor? —dijo con un tono de voz preciso y controlado.
Como una bibliotecaria, pensó.
—Su esposa seguramente está con uno de los doctores. Es probable que él haya querido estudiar los resultados con ella. ¿Por qué no se sienta y aguarda un poco? Estoy segura de que saldrá dentro de un minuto.
Había una fría autoridad en su voz. Seguramente procedía de su sentido de la territorialidad, pensó Wintner. O quizá había sido bibliotecaria alguna vez, hacía mucho tiempo. Podía presionarla, pero, ¿para qué preocuparse? Indudablemente tenía razón. Además, hacia calor, estaba cansado, y... Lo dejó correr.
Se volvió hacia la sala de espera. No. Agitó la cabeza. No necesitaba codearse con la serie de pobres enfermos que llenaban la habitación, no ahora. Evitó mirarlos. Una lluvia permanente de consultas, chequeos y cosas por el estilo, pensó. Suspiró y se encaminó hacia afuera, pasando junto a una mujer de mejillas sonrosadas y sus dos niños con cara de mono.

Había una cervecería alemana al otro lado de la calle, apenas identificable por un rótulo en letras góticas. Tomó asiento en la barra, en un lugar desde donde podía observar la fachada de la clínica.
Pidió una jarra de Lowenbrau Negra y miró más allá de la cecina de buey y huevos en salmuera hasta que la jarra estuvo vacía.
Todavía ninguna señal de Laurie.
Siguió con otra Lowenbrau y, sorprendentemente, empezó a sentir los efectos. Entonces recordó que aún no había comido nada. Le parecía haber pasado todo el tiempo yendo de un lado para otro, haciendo llamadas, apurando su agenda a fin de poder recoger a Laurie antes de que la clínica cerrara...
Cuando se acercó de nuevo a la recepción, no pudo evitar el darse cuenta de lo sucia que estaba. La pintura aparecía desconchada apenas cruzar la puerta; el estuco empezaba a desprenderse en los bajos, formando montoncitos de polvo finísimo que parecía producto de insectos roedores. Había un aviso de apariencia oficial clavado a la puerta, algo acerca de la Semana Nacional del Suicidio. No se detuvo a leerlo.
Una nueva enfermera, más joven que la anterior, alzó la vista. El apoyó sus manos abiertas sobre el mostrador.
—¿Cómo se encuentra usted hoy? —preguntó ella.
Sus ojos le miraron aleteantes, leyendo sus rasgos mientras alcanzaba un formulario.
—Me encuentro estupendamente —empezó él—. Se trata de mi esposa. Sé que parece una locura, pero...
Le contó lo que había ocurrido. Cuando terminó, ella dijo:
—Iré a ver.
Observó mientras otra figura de blanco se materializaba detrás del cristal opaco. Oyó a la primera enfermera resumiendo su historia.
Su conclusión fue:
—Pienso que tal vez debiera ver al doctor...
No pudo captar el nombre.
La otra enfermera, la cuarta que había visto, le examinó de arriba abajo. Empezaba a sentirse como un hombre atrapado sin documentos en un campo de nudistas.
La mujer agitó secamente su cabeza de lado a lado. Casi pudo oír un clic mental mientras ella llegaba a una decisión.
—No, no lo creo —dijo, y luego a él—: Quizá haya venido de incógnito.
—¿Qué?
—He dicho que quizá ella haya venido de incógnito. ¿N0 lo cree usted así?
—Es lo que yo dije —murmuró la otra enfermera—. Pruebe a ver.
—¿Incógnito? —repitió él.
Parecía como si hubiera perdido algo. Repitió la palabra mentalmente varias veces, hasta que perdió todo su significado.
—Al menos podría usted comprobarlo —dijo la primera enfermera, regresando a su silla, mientras la enfermera mayor desaparecía tras la partición.
Sintió deseos de echarse a reír. Abrió impotente las manos, volviéndose para compartir la broma con cualquiera que hubiera estado escuchando.
Pero nadie prestaba la menor atención. Realmente, pensó, quizá hubiera debido esperar allí desde el principio. Después de todo, quizá no se había dado cuenta de su salida. ¿Quién sabe?
Meneando la cabeza, regresó hacia la salida. Pasó junto a la misma mujer con los dos niños. ¿Qué clase de lugar era aquél? Aquellos chicos no parecían necesitar cuidado alguno. Sus mejillas estaban llenas de color. ¿Qué demonios estaban haciendo en aquel lugar?
Ella no le aguardaba junto al coche.
El cielo estaba oscureciéndose rápidamente. La calle adoptó una hosca y vagamente amenazadora apariencia a medida que las sombras se alargaban sobre el opaco y liso borde de la acera bajo la inquietante asimetría de la arquitectura. Viejas comisas, remates y canalones se proyectaban como dientes rotos cerca de los paneles de cristal, convirtiendo a los edificios en algo extraño, inestable, a punto de desmoronarse; cada paso que daba parecía amenazar con derrumbarlo todo a su alrededor.
Se detuvo junto a la cervecería alemana, intentando recomponer su actitud. Se sentía como alguien esperando un tren, uno del que no sabía siquiera si iba a parar en su estación.
Vio solamente a algunos peatones dispersos por la calle. Incluso el tráfico había disminuido hasta hacerse casi invisible. Pero era consciente de una pared de sonido casi física, procedente de otra parte de la ciudad. Se volvió hacia el ventanal del restaurante y entró. Los rostros agrupados en la barra eran viejos. Todos ellos. Podía tratarse de una ilusión provocada por el espejo sin limpiar, pero no lo creía así.
Un rostro en particular le resultaba extrañamente familiar.
De pronto estuvo seguro. Sí, había visto a aquel hombre en la sala de espera, sentado calmadamente con los demás, leyendo una revista o... No, estaba mirando al suelo... Wintner recordó. La gente en la sala. Todos mirando al suelo. Esperando.
Sólo que no era exactamente el mismo hombre. Wintner parecía recordarlo más joven, más saludable.
Captó su propio reflejo en el sucio espejo y contuvo la respiración. Se sintió sorprendentemente aliviado.
Su propio rostro, al menos, era aproximadamente tal como lo recordaba.
Mientras cruzaba la calle hacia la clínica comprobó las tiendas de ambos lados. Todas eran destartaladas, ruinosas. La mayoría de ellas estaban ya cerradas para la noche. De todos modos, ninguna pertenecía al tipo de las que Laurie acostumbraba a entrar.
Creyó ver una silueta deslizándose fuera de su ángulo de visión. Fue el único movimiento en toda la acera. No pudo dilucidar de qué se trataba. Quizá fuese uno de los propietarios de las tiendas cerrando su negocio y marchándose a casa, pero por un segundo casi reconoció el modo de andar.

El tirador de la puerta casi se le quedó entre las manos.
Una pareja de viejos se cruzó con él camino de la salida, oliendo a lilas y a aldehido fórmico. Pudo ver a dos nuevas enfermeras, ambas más jóvenes que las otras con las que había hablado. Cuando se acercó al mostrador dejaron de hablar. Casi pudo oír lo que estaban diciendo.
—¿Tiene usted concertada alguna cita? —dijo la primera, mirando preocupada al reloj que zumbaba con fuerza en la blanca pared—. Me temo que la mayor parte de los doctores ya se han ido.
—Escuche —dijo él, y le contó la historia. Se lo contó todo. Luego dijo—: Deseo hablar con alguien responsable. Luego deseo que esa persona, o usted, o quien sea, compruebe las salas de consulta, las oficinas, los laboratorios, los lavabos, todo, por el amor de Dios. Quiero saber si mi esposa se encuentra aún en el edificio, y quiero saberlo ahora.
—Un momento, señor.
Los dedos de Wintner tabalearon en el estéril mostrador.
Mientras aguardaba allí, una puerta que daba a una oficina interior se abrió de golpe y salió la mujer con los dos niños. Una enfermera mantuvo la puerta abierta para ellos. Lo necesitaban. La mujer avanzaba tan lentamente que parecía a las puertas de la muerte; los niños estaban pálidos como fantasmas.
Saludó automáticamente con la cabeza cuando pasaron. La vieja mujer alzó sus cansados ojos, observó su rostro y murmuró algo ininteligible.
—Por aquí, por favor.
Al principio no se dio cuenta de que la enfermera le hablaba a él. Luego vio que la puerta blanca seguía abierta como un ala protectora. Para él.
—La ha encontrado —dijo él, sintiendo que sus músculos se relajaban.
La enfermera carraspeó, pero no dijo nada.
La siguió. El pasillo era tan inmaculado como su almidonado uniforme. Podía oír el roce entre sí de sus medias blancas mientras le guiaba hasta una habitación al final del corredor.
—El doctor de guardia le ayudará —dijo ella.
—Espere un mo...
La puerta se cerró tras él.
La oficina estaba confortablemente decorada, con cuero y madera oscura. Había otra puerta en el otro lado. Probó un sillón demasiado mullido, pero de nuevo se levantó para pasear arriba y abajo sobre la moqueta. Había libros por todas partes, y sepultados entre ellos variados artefactos que parecían los despojos disecados de pequeños animales de especies desconocidas.
Se dirigió al escritorio.
Un fajo de notas asomando por el borde de un pisapapeles. Un bloc de notas escrito con una caligrafía indescifrable. Tras el escritorio, enmarcados, un surtido de certificados de fundaciones de todo el país, incluida una de la Clínica Menninger de Topeka.
Así que se trataba de eso. Un médico de la cabeza... Uno de esos doctores hurgacerebros...
¿Es eso lo que creen que necesito?
Dio un paso atrás. Su hombro tocó una de las estanterías. Se volvió.
Una hilera de frascos de cristal sellados con resina, cada uno más grande que el anterior. Contenían extracciones embalsamadas de algunos organismos extrañamente familiares, en diversos estadios de crecimiento, flotando. Sus ojos siguieron la secuencia. Cerca del final, los frascos se convertían en botellas, luego en bocales.
¿Qué era lo que habían hecho con ella?
Sonó un golpe ahogado en la pared del fondo, detrás de la puerta del otro lado. Sin pensarlo, sus dedos se cerraron en tomo a uno de los frascos de especímenes.
La puerta chasqueó y empezó a abrirse con un leve chirrido.
Su cuerpo se sobresaltó mientras sus pies se movían hacia atrás con excesiva rapidez. Buscó a tientas la puerta que conducía al vestíbulo, encontró la manija, salió tambaleándose.
Hubo un movimiento tras él, pero no miró hacia atrás. Oyó las suelas de crepé de los zapatos de las enfermeras chimando al cruzar el suelo de la recepción. Oyó sus nerviosas, experimentadas, demasiado jóvenes voces, vio confusamente sus manos que intentaban sujetarle mientras pasaba corriendo junto a ellas. Vio el vinilo curvando las portadas de las viejas revistas, captó el flotante aroma de muerte conservada en el aire. Olió los productos químicos sobre su piel, sintió el contacto de la fría y pegajosa puerta, y el repentino azote del aire nocturno en su pecho. Notó el sabor de la oscuridad y el coágulo de miedo en su garganta.
Mientras corría, algunas voces intentaron abrirse camino dentro de él.
Las enfermeras. ¿Qué era lo que decían cuando él había entrado? Sonaba como..., como...
Vivimos de la muerte, creía haber oído.
Y el vendedor de periódicos. ¿No había estado gritando algo más el ciego?
Ninguno de los muertos ha sido identificado, pensó que había dicho.
Y la mujer vieja. ¿Qué intentó decirle?
Nosotros somos los muertos, había dicho. Nosotros somos los muertos.
Cambió su carrera a un paso rápido. Casi podía ver al viejo que antes había divisado en la acera, arrastrando los pies, alejándose de la clínica. Un hombre que antes había sido —no hacía demasiado tiempo, quizá en absoluto demasiado tiempo— mucho más joven de lo que ahora era.
Se descubrió a sí mismo en el cruce, cerca de la floristería. Estaba oscura, vacía excepto por el aroma dulzón de las coronas y los ramos de flores que aguardaban en las sombras.
Se estremeció y cruzó la calle rápidamente, mecánicamente, intentando llegar hasta su coche.
Pasó ante la cervecería alemana.
Había rostros en el interior. Estaban agrupados en tomo a la barra de madera oscura. Todos eran viejos, ahora más allá de toda credibilidad, mortalmente enfermos, mirando al espejo, aguardando. Le recordaron los rostros que había visto antes.
Entonces vio a la muchacha de la floristería.
Entró.
Ella permanecía allí de pie. Su voz era casi alegre mientras se movía entre ellos, haciendo preguntas, dando consejos, arreglando las cosas. Por primera vez notó que a ella le faltaba un brazo, y su rosado muñón, redondeado y liso, surgía bajo la abertura de su traje de verano.
¿Cuánto tiempo llevaba así?, se preguntó. ¿O las cosas funcionaban de otro modo también para ella? Alocadamente, pensó: ¿Acaso nació incluso con menos?
Se quedó allí de pie, temblando, observando su animada figura, y el jarrón de marchitas flores en el extremo de la oscura y pulida barra. Al cabo de un minuto, ella se dio cuenta de que la estaban observando.
Lentamente, él tendió su mano hacia ella.
—Le he traído una cosa —se oyó decir a sí mismo, aún inseguro, intentando pensar en las palabras adecuadas mientras le tendía el frasco—. Yo... pensé que debía usted ver esto. Dios la maldiga.
Ella se volvió con un movimiento cuidadosamente estudiado, sus músculos crispándose y relajándose, crispándose y relajándose con cada parte de su movimiento, hasta que finalmente su mirada se detuvo en la de él.
—¿Qué? —dijo.
Hubo una pausa que pareció prolongarse eternamente. Luego, alguien lanzó un sonido que era algo así como una risa y un estertor de muerte, y el negro miedo le invadió.


Imagen:Lander Ganzo

Noctis Null - Noctis Null


EBM, Dark Electro

Noctis Null - Noctis Null ( 2008)



01. Torn (Between The Lines)
02. Vanishing Light
03. Redeconstruction
04. Aevum
05. New Dawn (Cedigest Club Mix)
06. Prozac
07. New Dawn
08. Hands Of The Creator
09. Looking Into The Mirror (Feat. Cedigest)
10. Hands Of The Creator (Rezumaki Remix)



Noctis Null - aevum
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Sobre las fiestas





Para muchas personas amantes de lo oscuro, las fiestas de Nochebuena y Navidad, no significan más que ver a los demás medios histéricos, mirando el reloj, apurados, sin tiempo, haciendo compras para los infaltables y obligados regalos de papá noel. Atiborrándose luego de comida y bebidas, cual de ambas más pesadas!jaja
Reuniéndose en familia, aquellos mismos que no ven durante el resto del año, para que dicha reunión se convierta en un combate de reproches y discusiones.
Siempre alrededor del árbolito, lindo pinito norteño (pero del norte de más allá!)con nieve y todo, (a los 45º de temperatura por estos lados).
Pero cada cual con sus creencias!!
El regalito de este papá noel algo siniestro, jeje, es un pack de imágenes muy hermosas del gran J.Bautiste Monge.



Acá algunas imágenes si querés verlas:
(la página debe estar completamente cargada para verlas)

1/2/3/4/5/6/7



Sopor Aeternus - La Chambre d'Echo (letras)




Sopor Aeternus - La Chambre d'Echo



1-El Claustro Cifrado

(El espejo ... es el teatro ... donde la autopsia ... comienza)
por favor, sea tan amable de abandonar este lugar,
no hace falta que ningún pariente esté aquí;
un espantoso temor sacude los muros
tu presencia vibra de forma violenta.

Durante muchos años hemos creado una suprema y frágil atmósfera
No podemos permitir que los visitantes no invitados interfieran.
El equilibrio aquí es sumamente delicado, y nuestra salvación, si lo deseas,
Si, nuestra existencia depende por completo de este sagrado lugar.

Un silencio, poderoso y verdadero, un mínimo de lo que buscamos,
Extendiendose por todo y todos
No puede ser oído, puede ser percibido.
El silencio, tienes que entenderlo, un tranquilo estado de descanso y calma,
Es como un templo en sí mismo, mantiene recluídas las almas del daño.
Su apacible luz es casi oscura, el semblante pacífico de una tumba,
Un cierto frío predomina
Cuando la mayoría de las cosas aquí han cesado de moverse.

Nuestro señor duerme en sus aposentos, el centro de nuestro santuario,
No recibe a nadie
No ha visto a un alma en años.
Hace mucho tiempo que nuestro señor se ha jubilado de los asuntos mundanos,
Nosotros no hemos oído tu nombre antes
Nuestro señor no está bien, te tienes que marchar.
Por favor, sea tan amable de abandonar este lugar,
no hace falta que ningún pariente esté aquí;
un espantoso temor sacude los muros

¡ Por favor, marchese ¡


2-El Estudio de la Columna Vertebral
(El desagradable recuerdo del Departamento Subterráneo de Patología)

Estamos entrando en el teatro de operaciones del depósito de cadáveres familiar:
Las enfermeras en prácticas hacen un montón de ruido,
El eco de sus voces llegan desde las paredes desnudas de mosaicos
Improviso un desmayo ¡ no puedo oir esas voces más ¡

La diminuta y débil araña, que realmente es un perro,
Se ha herido a si misma - ¿o se ha hecho una herida? - algo le pasa a su espalda...
oh, ¿necesitará una nueva?
La araña sin torso sólo consiste en patas ...
muy parecidas a una pequeña cruz aplastada, un diminuto crucifijo.
Así que ahora de forma cautelosa está cazando en la palma de mi mano derecha,
tan simple como una fina rama al viento,
tocando la herida, donde me había cortado el dedo.

Se la entrego a las enfermeras, una de ellas - me dirige con el profesor -
lleva la operación, de la cual no tengo conocimiento.
Algún día todos los de aquí deberán cumplir esta tarea en solitario,
así que esta es la única manera de aprender... y al final convertirte en maestro...
si, eso requiere responsabilidad,
y está conectado con el estrés y el miedo.

La diminuta y débil araña fue operada en una mesa
que está decorada como un bosque, toda con matorrales y abetos
Y a la derecha al lado de las parpadeantes luces y el despliegue de instrumentos.

Así que ahora escucha lo que pasó en el escenario justo antes de esto (aquí):

Un elefante en la azotea de una catedral alta... muy cerca del borde.
"¡ con el rabo descolgado como si se tratara de una cuerda !
ten fé y confianza, creete que puede agarrarte"
pero el elefante no está anclado al suelo,
si, quizás usando toda su fuerza en agarrarme,
no resbale y se caiga...
pero en mi opinión eso es bastante difícil.
¿Puede ser cuestión de fé, después de todo?

Mirando através de la ventana, mientras el suelo de mueve
a través del túnel... - un hombre, que ha pasado la prueba del elefante, dice:
"¡ el miedo debe ser conquistado, niño!
¡muchos de los que llegan aqui arriba son simples viejos temores a la muerte!

3-Holgazanería y Consecuencia
El niño se dió un paseo por la orilla del arroyo bien-construído,
con mucho cuidado escaló por la cascada,
y contempló el cristal que había cogido del suelo.
Lavando los pies desnudos del niño, el agua fría y fresca chapoteaba a su alrededor,
murmuraba silenciosa, como si fluyera de debajo del vestido del niño...-
así que el, como si estuviera goteando, tomó la apariencia de un pozo.
Cuando dejó el cristal de forma despreocupada de nuevo en el suelo, el pálido niño de dió cuenta
de su conejito de la suerte con pelos de hada de tres colores...-
y del sobresaltado, pálido, agitado niño.
"Mira, mi sangre es como LECHE, o MERCURIO", gritó el pálido niño.
"¡No, no es roja... es más como serpientes bailando,
una de ellas es NEGRA, la otra es BLANCA.
Dos separadas, trenzando riachuelos que nunca se mezclan, nunca se unen,
pero que fluyen como uno, fluyendo... siempre fluyendo de lado a lado!"


4- Más allá del Muro del Sueño
Todo ahora y antes a mi me parece
que los más grandes peligros están acechando escondidos en las profundidades del sueño...
Más triste está el viajero... que viaja por aquí
demasiado lejos bastante a menudo..., o el tiempo justo que su mente mortal aguante.
Del otro mundo nunca se puede regresar del todo
después de pasar un cierto periodo de tiempo,
cuando las fuerzas del otro lado están con el todo el rato,
están rodeando su mente,
cuando están con el todo el tiempo.
Oscureciendo su mente, su espíritu,
le encadenan a este lugar, o estado:
la mente y el cuerpo se hacen letárgicos, apagado e inerte,
y entonces, conducido por su alma herida;
entonces no deseará nada más... excepto el fin de si mismo ...-
para las tinieblas .. y para la muerte.
Todo ahora y antes a mi me parece
que los más grandes peligros están acechando escondidos en las profundidades del sueño...
Más triste está el viajero... que viaja por aquí
demasiado lejos bastante a menudo..., o el tiempo justo que su mente mortal aguante.

5- Inhotep
(El Dragón Negro trae la Tormenta)
"...Pobre pequeño "Niño de Nube",
te has envuelto a ti mismo en una tormenta de nuevo,
en ese raído vestido de desgracia y mala suerte;
te has desterrado para sufrir en la noche eterna.
Esta impenetrable, segunda piel que has elegido para vestirte
ha construído una frontera al mundo...
- como la cáscara de un huevo, tristemente petrificado,
ni siquiera entra luz, ni ha penetrado alguna vez el calor.
El muro más desolador, frío como el hielo,
una casa que es en cierta forma falsa.
La vida nunca saldrá del cascarón; ni habrá niño nonato que crezca.
Sólo un viejo enfadado y afligido en el interior eternamente...-
terriblemente miedoso de cualquier cosa
- más que nada de su propia Muerte.
"...Pobre pequeño "Niño de Nube",
tu mente siempre elige el peor rumbo posible.
Tu camino de horror es engañoso,
Sólo tiene miedo y lágrimas para tí.
Escenarios que tu miedo inventa...
que nunca son verdad, no son reales.
Terriblemente la tormenta monta en cólera contigo:
este mal, esta antigua monstruosidad
atrae un repugnante y silvante coro de sombras
desde la más oscura de las profundidades
... que se reúnen como el frío,
un soplo enfermo dentro de tu abdomen ....,
y, como un repugnante viento cadavérico, te priva de toda tu bondad
... y de toda tu belleza.

6- Cuencos fúnebres de la Materia más Oscura
En el parte izquierda ... de nuevo ...
están alimentando al pescado negro ...-
cultivado en considerables cantidades.
Albergados en enormes barreños, todos hechos de cristal,
se parecen mucho a enormes aviones moviendose;
uno de ellos incluso tiene forma de un gigante coche fúnebre ....-
¿Será esto alguna especie de restaurante, tal vez?
Oh, niño estúpido, ¿no quieres darte un paseo?
¿ No oyes el sonido
de las toxinas sonando en el aire ?
Subiendo la pendiente de las escaleras
dando dos pasos en uno ....-
los tanques ascienden según sube más alto.
Creciendo constantemente a ambos lado del camino
rellenando de manera viciosa cada espacio.
Sólo un a par de metros de el ...
se unen sobre su cabeza,
con forma de arco están construyendo... un pasadizo;
entre los muros transparentes se puede ver los peces negros moviendose:
como un tunel, todo orgánico y oscuro,
una boca negra espera, disimulada entre la hambrienta arquitectura,
perfectamente camuflada ...-
todavía, su prematura entrada será (totalmente) no autorizada.


7- Interludio - La Tierra Tranquila
Pobre de mí, si hoy tuviera tres deseos,
la elección no sería dificil para mí,
Sólo tres deseos serían suficientes,
No tendría uso para más.

Mi primer deseo, confieso alegremente,
sería sólo para mí ...
- Aniquilaría mi cuerpo,
para existir sólamente en "forma de espíritu".
Entonces con semejante forma
viajaría una vez más através del globo ...
para asegurarme de que no haya nada
que me mantenga con su maliciosa garra.
El segundo deseo, es fácil también,
mandaría a hacerse de noche:
eso me proporcionaría una petición para invocar
la fuerza más poderosa que juzga al mundo
- aplicando de forma secreta la sentencia que ya había elegido de antemano -,
la cual debería limpiar a toda la humanidad sin más, y haciéndolo
.... debería al fin crear "La Tierra Tranquila".
Mi tercer deseo, que otra cosa podría ser, poner un final a todo el sufrimiento,
que sólo con mi propia extinción el planeta podrá ser aliviado.
Pobre de mí, Si tuviera tres deseos hoy,
la elección no sería dificil para mí,
Sólo tres deseos serían suficientes,
No tendría uso para más.


8- Tenemos un Perro que sacar de Paseo
Cuando el viejo fantasma del suicidio
se desliza lentamente dentro de tu mente
entonces todo es desolador y borroso ...-
aquí abajo en el mundo miope.
Aún así, esta vez tengo que insistir
por la brusquedad de las cosas que he perdido ...-
al que una vez fué un amigo leal ..., no le dan la bienvenida nunca más.
Blanco, frágil niño de porcelana,
algunas cosas secundarias aún no han sido dichas,
si, si tu compartes el más fuerte deseo por la belleza,
así como todo lo "encantado" estás más que bendecido con esto.
El cuerpo es la celda de una prisión... que como un niño necesita ser lavado y alimentado ...-
esas son dos de las cosas que tengo tendencia a olvidar.
El pesado olor de flores podridas está cantando a través de las puertas de la prisión,
le damos un beso de despedida al mundo .... y lo dejamos en buenas manos en el depósito de cadáveres.
Bien, en el segundo día de excavación,
dime, ¿que esperas encontrar?
Ten cuidado cuando escarbes en la superficie,
porque todos tenemos un perro que sacar de paseo.
No somos amantes, nos QUEREMOS ...-
somos simplemente manos y apretones;
esas son sólo CUATRO de la lista de innumerables cosas
a las que aún tememos.
No estamos familiarizados con el estado de nuestra descomposición
porque esta no es nuestra línea, no es realmente nuestro negocio.
Todo lo que sabemos es que nuestros pies está frios
y nuestras pegajosas manos están húmedas -
y que estamos aquí para traerte noticias
directamente del CORO DE LA MUERTE.
Mira al niño ... oh, está sufriendo de verdad,
ha sido atrapado por el miedo y la angustia;
no tiene sentido el mirarlo buscando respuestas,
porque el es un extraño para si mismo.
El cuerpo es la celda de una prisión
que como un niño necesita ser lavado y alimentado ...-
esas son dos de las cosas que tengo tendencia a olvidar.


9 -La Promesa del León
Después de que el niño hubiera dado un paseo
con su querida - fallecida - Abuela,
sus pies fueron conducidos de alguna manera hasta una pequeña, antigua iglesia,
la cual daba sin duda una imponente grandiosidad.
Parcialmente hundida en la ciénaga, en el pantano
todo lleno de niebla y crónicamente cubierta...-
la antigua casa estaba esperando.
La casa enbrujada permanece a la espera.
En el sentido de las agujas del reloj las piedras se elevan en espiral hacia arriba,
pero pronto el pasadizo se hace demasiado estrecho para entrar..-
incluso aunque el niño esté ahora a gatas.
Ansiosamente el niño intenta frenar,
pero su camino hacia atrás parece estar obstruído:
Corazones gelatinosos están alineados a lo largo del muro,
cada uno de ellos inseminado - o contaminado - por un renacuajo negro.

Un león de piedra promete ser el rescatador del niño...-
pero solamente, si eventualmente... deja de huir... de el...



10 - Sanguijuelas y Decepción
El viejo monje era un Thelemita, o de una orden relacionada con el "cuervo"
vestido con un desgarrado, viejo traje de yute,
ha sido encerrado en una cajita en el interior del muro
esta habitación cúbica fué pintada en el rojo más oscuro y azul medianoche.
Cuando la puerta fué de nuevo abierta,
estaba gritando de forma terrible,
casi al terminar el final de su auto-impuesto aislamiento
debe haber sufrido las más terribles visiones y/o alucinaciones,
presumiblemente, causadas por los dias previos de su ritual de ayuno.
Las imágenes que vió tenían que haber sido atroces sin duda.
El canoso, barbudo monje estaba en sus cuarenta, creo ...-
eso es un 4 y un 0 para la esfera terrestre.
¡¡¡ No hagas estúpidas bromas sobre el viejo hombre con el traje de yute,
porque lo que puede parecer un cliché es necesario y verdad !!!
No hagas estúpidas bromas sobre el hombre con la capucha de yute relacionada con el cuervo,
porque con su transformación puede que me esté salvando a mí y a ti.
¡¡¡ No hagas estúpidas bromas sobre el viejo hombre con el traje de yute,
porque lo que puede parecer un cliché es necesario y verdad !!!
Después de que fuera liberado de nuevo
un trans-/bisexual vampiro-demonio se arrastraba después de el fuera de la misma caja.
Aunque esta criatura/demonio se tendría que haber disuelto,
en vez de eso se partió en dos mitades,
rojo-oscuro, gordo e hinchado como una sanguijuela...-
seguro que se ha estado alimentando del pobre hombre
mientras ambos estaban encerrados dentro del muro.
Un ritual:
(Me convierto en testigo de un ritual inesperado, una demostración.)
A mi derecha:
un mago exhala siseando,
dirigiendo su aliento hacia una esponjosa, cosa esférica;
un plexo que, como una reacción directa a esto,
se cubre con finos, flashes eléctricos,
o descargas de luz azul.
Inesperadamente, mis manos comienzan a crisparse y a destellear también,
y me doy cuenta de que estoy aún sucio y manchado,
poseído por ciertas cosas no disueltas,
pues son ellas las que ahora reaccionan a la formula del exorcismo.

Con temor y terror me doy cuenta
que determinados rituales de poder, invocaciones de arquetipos,
solamente pueden ser realizados por los verdaderamente iniciados,
magos experimentados solamente.
No por algún tonto superficial y fracasado/niño-niña,
un mero artista de sexo sin definir...
¡¡¡ No hagas estúpidas bromas sobre el viejo hombre con el traje de yute,
porque lo que pudo parecer un cliché es necesario y verdad !!!
No hagas estúpidas bromas sobre el hombre con la capucha de yute relacionada con el cuervo,
porque con su transformación puede que el me esté salvando a mí y a ti.
¡¡¡ No hagas estúpidas bromas sobre el viejo hombre con el traje de yute,
porque lo que pudo parecer un cliché es necesario y verdad !!!


11 - El Jardín Esquelético
¿ Llegaré a ser como el viejo de la puerta de al lado?
Obsesionado con el miedo de perder la cabeza,
pronto no podrá preocuparse ni de si mismo nunca más.
No tiene amigos o parientes para encargarse de el,
sólo una vez en semana algún enfermero que baja.
Fué encontrado en su cama, desidratado...
inconsciente, como era el, lo llevaron a un lugar diferente.
"No hemos oído hablar de el desde..."
Vivió sólo en su casa la mayor parte de su vida,
y no me sorprendería,
si hubiera muerto el mismo día que lo pusieron en una habitación
con gente que no había visto antes.

Tenía un jardín salvaje detrás de su casa...
tan bello y oscuro.
Pájaros carpinteros y ardillas vivían allí,
y herizos, ratones y martas.
Los avellanos y fresas salvajes crecían,
y cerezas, manzanas y peras, y grosellas rojas y negras...
todo escondido en este lugar privado.
En la seguridad de las sombras los frágiles helechos dormían,
solitarias en los serpenteantes caminos las flores salvajes lloraban,
las campanillas saludaban con sus cabezitas en primavera,
de las cuales no conozco sus nombres ....

Y, por supuesto, había hiedra por todas partes.
Esto ocurría la misma semana que se lo llevaron
los trabajadores talaron todos los arboles del jardín...
contratados por la gente envidiosa del exterior... los que estaban siempre aterrorizados
por la belleza que encantaba este lugar,
y la oscuridad que se repiraba.

Aún así, ninguno de ellos pudo acabar con EL CANTO DE LOS PAJAROS MUERTOS...



12 - Alimenta los pájaros
Cuenta hacia atrás del 11 al 7.
Preferiría muchísimo posponer las cosas hasta mañana.
No puedo ayudarte preguntando, si las cosas que valen la pena están totalmente hechas... -
nada excepto la INERCIA queda con vida aquí.


13 - Consolatriz ha abandonado el Edificio
Paseo totalmente solo... a través del antiguo cementerio...-
dime, ¿no está todo aquí ... de un verde eterno?
Veo que varios visitantes también están reunidos aquí,
pasando el tiempo, dando un paseito por el viejo cementerio... igual que yo.
Mantengo una vela encendida para mi así no me sentiré totalmente solo;
deberíamos hacerlo todos, pero aquí no celebramos ni lo más minimo...
Un pesado cansancio se desliza cruelmente como sirope por las colinas,
cayendo sobre todos ... mientras se arrastra por los monumentos ...-
solamente yo escapo a su poder, por el momento parezco inmune;
aún así, dos señoras mayores, vigilando a la derecha, la futura tumba
me está regañando; tan llenas de ira, llenas de envidia y desprecio:
"¡ Los muertos están furiosos contigo
porque estás desperdiciando su precioso tiempo !

Ahora hay caras en la alfombra, hay gente viviendo en los muros;
Oigo a los muertos gritando: "¡ la tristeza permanece a la espera en las horas antes del amanecer !"
En esos momentos, flotando como están, testificarán para nosotros
ellos son los testigos silenciosos de un motivo que está por pasar;
No puedo más que admitir, imprudentemente ignorando que la vida es infinita,
que estoy lleno de miedo y preocupación... y mucha verguenza por culpa de esto.
Bueno, todo lo que veo, si, todas las imagenes están desenfocadas,
es dificil adivinar el futuro en el mundo miope.
Como podría este simple obstáculo ser agilmente bien ignorado,
considerando la espantosa ceguera con la que he nacido.
Deberíamos hacerlo todos, pero aquí no celebramos ni lo más minimo;
Oigo a los muertos gritando: "¡ la tristeza permanece a la espera en las horas más oscuras...
... justo antes del amanecer !"



14- El Dia de los Muertos
Inesperado... repentinamente ... como si aparecieran de la nada,
los monjes visten unas togas color fuego,
sus caras, amables pero decididas, se esconden tras máscaras lacadas,
pintadas de blanco y negro, tomando la forma de sobre-dimensionadas calaveras.
Rápidamente y con destreza se mueven hacia delante, dando hábiles saltitos,
pataleando como eternos bufones... tan altos hasta el aire.
Cada uno de ellos vá armado con una corta, una uniforme pieza de madera,
Se asemejan notablemente a ... antiguas y gastadas tablas de lavar.
Pulidos para golpear de forma ritual... -este es el DIA DE LOS restantes MUERTOS.
Este dia celebramos la expulsión, o reprimenda,
de los espíritus que han sido involuntariamente arrastrados en solitario.
Algunos de esos fantasmas han sido olvidados, algunos han sido simplemente ignorados,
esos restos con hambre creciente... deben ser exorcisados, deben ser eliminados.
Este ritual siempre comienza sin aviso, de repente,
por lo tanto no puede ser asignado a un periodo de tiempo en concreto.
Esto tiende a seguir una inevitable cadena de acontecimientos,
una característica espiritual especial inherente en cada uno de todos ellos.
Quita la esfera de influencia... de la esfera de los dias que estamos
los monjes se aproximan, girando sobre tu propio eje mientras bailan y cantan
e hiriendo a toda persona presente fuerte entre las cuchillas de los hombros
cuando todos aquí están arrastrando intranquilidad, invisibles ... "apéndices".
Como para cambiar, no expresamente invitados, hemos sido reunidos hoy aquí,
con vehemencia estamos siendo golpeados, y conducidos por las puertas occidentales;
fuera del monasterio la dirección del sol poniente
una necesaria ceremonia de purificación para los (frágiles) dias por llegar...


3-Holgazanería y Consecuencia

6- Cuencos fúnebres de la Materia más Oscura


Sopor Aeternus - The Skeletal Garden
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