El Túnel
Ernesto Sábato
Ernesto Sábato
El narrador describe una historia de amor y muerte en la que muestra la soledad del invidivuo contemporáneo. No están ausentes de esta trama policial y de suspenso, la locura y la increíble reflexión del protagonisa, el pintor Juan Pablo Castel, debatiéndose por comprender las causas que lo arrastraron a matar a la mujer que amaba, María Iribarne, y que era su única vía de salvación. En este alucinante drama de la vida interior, seres intrincados en la bestial búsqueda de comprensión ceden a la mentira, la hipocresía y los celos desmedidos hasta el crimen más inexplicable. Aventura amorosa, aventura onírica, aventura del ser que dan testimonio de un asesinato, de cierta memoria culpable y de una valiente introspección..
Hombres y Engranajes
Ernesto Sábato
Ernesto Sábato
Prólogo
"Uno se embarca hacia tierras lejanas, indaga la naturaleza, ansía el conocimiento de los hombres, inventa seres de ficción, busca a Dios. Después comprende que el fantasma que se perseguía era Uno-Mismo.
Reflexioné mucho sobre el título y la calificación que deberían llevar estas páginas. No creo que sea muy desacertado tomarlas como autobiografía espiritual, como diario de una crisis, a la vez personal y universal, como un simple reflejo del derrumbe de la civilización occidental en un hombre de nuestro tiempo. Este derrumbe que los comunistas imaginan un mero derrumbe del sistema capitalista, sin advertir que la crisis de toda civilización basada en la razón y la máquina, civilización de la que ellos mismos y su sistema forman parte.
Estas reflexiones no forman un cuerpo sistemático ni pretenden satisfacer las exigencias de la forma literaria: no soy un filósofo y Dios me libre de ser un literato; son la expresión irregular de un hombre de nuestro tiempo que se ha visto obligado a reflexionar sobre el caos que nos rodea. Y si las refutaciones de teorías y personas son muchas veces violentas y ásperas, téngase presente que esa violencia se ejerce por igual contra antiguas ilusiones mías, que sobreviven en letra muerta, en algún libro, a su muerte en mi propio espíritu; en ocasiones, a su añorada muerte. Porque también podemos añorar nuestras equivocaciones.
En 1934, cuando era un estudiante, fui enviado a un congreso comunista en Bruselas. Iba a Europa imaginando que los males del movimiento podían ser exclusivamente argentinos; todavía conservaba muchas ingenuidades, todavía me resistía a aceptar el movimiento stalinista como un sistema de vasos comunicantes.
El universo burgués me había asqueado, como a tantos adolescentes, y me sentí impulsado hacia la revolución. Pero de pronto, ese movimiento revolucionario se me hundía bajo los pies, repentinamente me encontré en un vasto caos de seres y cosas. La existencia, como al personaje de La náusea, se me aparecía como un insensato, gigantesco y gelatinoso laberinto; y como él, sentí la ansiedad de un orden puro, de una estructura de acero pulido, nítida y fuerte. Así lo había sentido ya en mi adolescencia, cuando me precipité hacia la matemática, y ahora se volvía a repetir el fenómeno, aunque con más fuerza y desesperación. De ese modo, retorné a ese universo no carnal, a esa especie de refugio de alta montaña al que no llegan los ruidos de los hombres ni sus confusas contiendas. Durante algunos años estudié, con frenesí, casi con furor, las cosas abstractas, me di inyecciones de transparente opio, viví en el paraíso artificial de los objetos ideales.
Pero en cuanto levantaba la cabeza de los logaritmos y sinusoides, encontraba el rostro de los hombres. En 1938 trabajaba en el Laboratorio Curie, de París. Me da risa y asco contra mí mismo cuando me recuerdo entre electrómetros, soportando todavía la estrechez espiritual y la vanidad de aquellos cientistas, vanidad tanto más despreciable porque se revestía siempre de frases sobre la Humanidad, el Progreso y otros fetiches abstractos por el estilo; mientras de aproximaba la guerra, en la que esa Ciencia, que según esos señores había venido para liberar al hombre de todos sus males físicos y metafísicos, iba a ser el instrumento de la matanza mecanizada.
Allí, en 1938, supe que mi fugaz paso por la ciencia había concluido. ¡Como comprendí entonces el valor moral del surrealismo, su fuerza destructiva contra los mitos de una civilización terminada, su fuego purificador, aun a pesar de todos los farsantes que aprovechaban de su nombre!
De Francia pasé a los Estados Unidos, donde pude ver el Capitalismo Maquinista en su más vasta perfección. Volví a mi Patria y empecé a escribir un primer balance, que publiqué en 1945 bajo el título de Uno y el Universo. En el prologo escribí: "La ciencia ha sido un compañero, de viaje durante un trecho, pero ya ha quedado atrás. Todavía cuando nostálgicamente vuelvo la cabeza, puedo ver alguna de las altas torres que divisé en mi adolescencia y me atrajeron con su belleza desposeída de los vicios carnales. Pronto desaparecerán de mi horizonte y sólo quedará el recuerdo. Muchos pensaran que ésta es una traición a la amistad, cuando es fidelidad a mi condición humana. De todos modos, reivindico ese mérito de abandonar esa clara ciudad de las torres —donde reinan la seguridad y el orden— en busca de un continente lleno de peligros, donde domina la conjetura".
Durante cinco años me he movido en este continente conjetural. Sé mucho menos que antes, pero al menos ahora sé que no sé y sonrío melancólicamente al releer algunos capítulos de aquel primer balance, todavía habitado de tantos fantasmas, todavía candoroso creyente en ciertos cadáveres del mundo que fue. No incurrir en la nueva ingenuidad de imaginar que ahora me he desembarazado de cadáveres y fantasmas. Pero sí tengo la convicción de entrever ya con mayor crueldad los contornos de Uno-Mismo en medio de la confusión del Universo.
Ernesto Sabato
Santos Lugares, marzo de 1951
Santos Lugares, marzo de 1951
Sobre Héroes y Tumbas
Ernesto Sábato
Ernesto Sábato
Sobre héroes y tumbas (1961), considerada la mejor novela argentina del siglo XX, fue su siguiente obra y consagró a Sábato como escritor universal. En ella quiso indagar "las verdades últimas (y muchas veces atroces) que hay en el subsuelo del hombre"; vertió sus obsesiones personales en una clara introspección autobiográfica en medio de las reflexiones sobre la historia argentina; todo a lo largo de la obra se va haciendo negativo, pesimista, sin salida. La novela muestra a los últimos representantes de una familia oligárquica venida a menos, en la que se intercala la historia de los seguidores del general Lavalle que una vez derrotados llevaron el cuerpo muerto de su jefe al exilio; en un tercer plano argumental pero vertebrador de la estructura del libro e imprescindible para el conocimiento del personaje central, Fernando, está el 'Informe para ciegos' que a veces se ha publicado como pieza autónoma, una pesadilla que sufre Fernando culpabilizándose por un incesto cometido y que lleva al autor a introducirse en los abismos infernales más perturbadores, combinando elementos tomados del surrealismo, Nietzsche, Jung y Freud.
..."Después me ponía a cavilar sobre el sentido general de la existencia, y a pensar sobre nuestras propias inundaciones y terremotos. Así fui elaborando una serie de teorías, pues la idea de que estuviéramos gobernados por un Dios omnipotete, omnisciente y bondadoso me parecía tan contradictorio que ni siquiera creía que se pudiese tomar en serio. Al llegar a la época de la banda de asaltantes había elaborado ya las siguientes posibilidades:
..... 1º Dios no existe.
..... 2º Dios existe y es un canalla.
..... 3º Dios existe, pero a veces duerme: sus pesadillas son nuestra existencia.
..... 4º Dios existe, pero tiene accesos de ocura: esos accesos son nuestra existencia.
..... 5º Dios no es omnipresente, no puede estar en todas partes. A veces está ausente ¿en otros mundos? ¿En otras cosas?.
..... 6º Dios es un pobre diablo, con un problema demasiado complicado para sus fuerzas. Lucha con la materia como un artista con su obra. Algunas veces, en algún momento logra ser Goya, pero generalmente es un desastre.
..... 7º Dios fue derrotado antes de la Historia por el Principe de las Tinieblas. Y derrotado, convertido en presunto diablo, es doblemente desprestigiado, puesto que se le atribuye este universo calamitoso.
..... Yo no he inventado todas estas posibilidades, aunque por aquel entonces así lo creía; más tarde, verifiqué que algunas habían constituido tenaces convicciones de los hombres, sobre todo la hipótesis del Demonio triunfante."
Ernesto Sábato representa un fenómeno muy particular a nivel humano y literario. Formado desde muy joven en el ámbito de las Ciencias Duras (la Matemática y la Física) ha estado signado por una constante búsqueda y revisión crítica de su propia postura política y de vida, revisión que marcó el profundo y definitivo viraje hacia la Literatura.
Siempre ha defendido ferozmente, más allá de partidismos y posturas políticas, valores éticos como la dignidad del hombre, la libertad de expresión, la democracia.
No ha pertenecido ni pertenece a escuela estética o literaria alguna. Se ha mantenido ajeno a todo tipo de afiliaciones artísticas.
Puede resultar sorprendente, entonces, que Ernesto Sábato congregue a un público amplio y fervoroso en la Argentina, que sus obras estén traducidas a casi veinte idiomas y que haya sido invitado a disertar en Universidades de América y Europa. Más aún, el público que lo sigue está formado principalmente por jóvenes. Quizás la razón de este seguimiento se encuentre en el testimonio de vida de Sábato y en sus búsquedas y respuestas a los interrogantes sobre la vida, la muerte, la soledad y la esperanza, sobre la angustia y la desesperación, sobre todos aquellos interrogantes que acompañan a la vida misma.
Los comentarios son moderados debido a la gran cantidad de span.
Gracias por comentar!
tu opinión será publicada en breve!