CERRAR

El sueño…
el sueño es el hermano de la muerte.
Así que túmbate bajo este esqueleto en la frialdad de la tumba.
Permite que el abrazo de sus muertos brazos
te mantenga totalmente a salvo y dormido.
Enterrado en un sueño…
silenciosamente….
Para siempre bajo tierra




Su pobreza nuestra indignidad






Su pobreza nuestra indignidad

Arizaleta Mikel

La haitinización: una lección de cómo un pueblo adelantado y libre entre nosotros al cabo de unos años se vuelve pobre y dependiente.

Eduardo Galeano en una bella reflexión en su artículo titulado “Me caí del mundo y no sé por donde se entra” decía ante esta práctica de abuso y despilfarro, del coger y del tirar:

Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real. Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo). Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo”.

La arrogancia europea es de libro, infecta casi todos los aspectos de su pensamiento, de sus leyes y su política. El eurocentrismo es un complejo de ideas, actitudes y políticas al servicio del creciente expansionismo de Europa, iniciado en el siglo XVI. Coloca a Europa Occidental en el centro de la historia del mundo. El principio organizador del eurocentrismo es la división del mundo en mitades desiguales: nosotros y ellos, uno mismo y los otros. La arrogancia de esta dicotomía es apabullante. Y la reflejamos hasta en la confección de mapas colocando el norte arriba. Los musulmanes, por ejemplo, lo ubicaron antes en el sur por el mismo precio y mismas o parecidas razones (Shahid Alam, Rebelion).

Hoy hay signos claros de nuestra decadencia cultural y humana. No sólo en las jubilaciones escandalosas de hombres políticos y financieros, que se dicen y autotitulan guías de occidente, genios de la cultura y el progreso, que desde puestos claves claman por el rebaje de los derechos laborables, sanitarios y sociales de sus gobernados o especulan groseramente con sus dineros y ahorros, depredadores en su comportamiento económico y político, también a nivel más extendido: esa chulería invasora, bombardeando desde el yo al otro, desde nuestro mundo su mundo, ocupando sus tierras desde la invasión y el poderío agresivo, destruyendo su vida a nuestro antojo por progresía, ética, interés, organización del mundo, nivel cultural moderno…, robando sus materias, sus modos de vida, culpando a otros de nuestras propias calamidades y mentiras, ordenando su vida a nuestro gusto y modo de pensar, matando a diestro y siniestro con impunidad, marcando límites desde nuestra preponderancia armamentística y nuclear, poniendo paz con guerra, tratando el dolor ajeno con desprecio y rebaje como si fueran animales sin entrañas, matando impunemente a su hijos y ancianos, a hombres y mujeres de países hoy pobres y esclavos, que ayer nos acogieron y nos alimentaron, tachándoles de revoltosos desde nuestra criminalidad..., poniendo a un negro o a un sudamericano a precio de rapiña en nuestra vida a nuestro servicio. Haciendo de su pobreza nuestra indignidad.

Ese olvido, esa ignorancia, esa chulería y desprecio es muestra clara de sociedad podrida. Nuestra vida se ha vuelto desprecio y explotación: se explota a quien se puede en su pobreza, en sus sentimientos, en su ilusión...

Me impresionó la película Celda 211, pero me impresionó aún más el relato de pobreza y abuso, que en Kaosenlared nos contó Salvador en su artículo: “Celda 211: la otra cara del rodaje”. Reflejo fiel: lo uno y lo otro. Y son pocos los meses para el espabile.

Conviene no olvidar que hasta el siglo XVI China fue técnica y culturalmente muy superior a Europa y mucho más adelantada que nuestro continente europeo. De eso hace tan sólo cinco siglos. Y conviene no olvidar que nuestro comportamiento destructor actual no tiene parangón, es muy superior al de siglos anteriores. Si los habitantes de la Isla de Pascua destruyeron y aniquilaron sus montes con instrumentos de piedra, hoy nosotros los talamos y destruimos con motosierras y a las gentes con desprecio y chulería. Todavía en los sesenta y setenta gran parte de la basura alemana de las calles la recogían trabajadores españoles.

Somos deudores de otros pueblos y gran parte de lo que somos lo debemos al saqueo de pueblos, de tierras y de gentes. Y eso, aparte de bestialidad, es anuncio de ruina inminente. Nuestra huella es desolación, pero puede ser distinta si juntos levantamos el puño solidario. Y también a esto nos urge su pobreza y nuestra indignidad.

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