El ser indiferente nada es
I
Sombrero
de fieltro
de la muerte
la escarcha
la hermana
de un sollozo
alegre.
La blancura
de la mar
y la palidez de la luz
arrebatarán los huesos
la ausencia
de la muerte
sonríe.
II
El cuerpo
del delito
es el corazón
de este delirio.
III
Las leyes del sabor
asedian
la torre de la lujuria.
IV
El alcohol
de la poesía
es el silencio
difunto.
V
He vomitado
por la nariz
el cielo telaraña
mis enflaquecidas sienes
terminan de adelgazarlo
estoy muerto
y los lirios
evaporan el agua destilada
faltan palabras
y finalmente falto yo.
VI
Las palabras del poema, su indocilidad, su número, su insignificancia, conservan en el corazón el
instante impalpable, beso lentamente posado en la boca de una muerta, dejan el aliento suspenso en lo
que ya nada es.
La transparencia del ser amado, milagrosa indiferencia, lo que extravía, extraviado en el cristal
incontable de la luz: no pensar en ello nunca más.
VII
El relámpago mata
torna los ojos
el gozo
borra
el gozo
borrado
cristal de muerte
helado
oh cristal
resplandeciente
de un fulgor que se rompe
en las crecientes sombras
soy
lo que no existe
abro
los dientes mezclados
de los muertos
y el rechinar de la luz
que me embriaga
con el abrazo
que se ahoga
el agua
que llora
el aire muerto
y el alma del olvido
mas nada
nada
veo
ya no río
pues a fuerza de reír
me transparento
Georges Bataille – Lo Arcangélico y otros poemas
imágen:Anna Bodnar
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