Proyecto Uno
Desconcertado, consultó otra vez los planos. Había revisado el proyecto de arriba a abajo un sinfín de veces sin encontrar el menor fallo en él. Sin embargo, ahora
que ya todo estaba en marcha, no cabía la menor duda:
Algo había salido mal, pero se le escapaba qué pudiera ser. Corregir el error se le antojaba imposible; la mera admisión del mismo resultaría nefasta para su carrera.
Así las cosas, no vio más que una solución. Mandó llamar al subdirector. Al hablar, fue tajante:
- Hay que poner en marcha el plan B. De inmediato.
El subdirector asintió sumisamente, adoptó la forma de serpiente con la que el mundo habría de recordarle y partió a cumplir su misión.
Así fue como Eva y Adán creyeron ser expulsados de un paraíso que jamás existió. Para que la ilusión fuese perfecta, hizo falta sembrar la semilla de la culpa y la
desconfianza en sus corazones vírgenes. Después, el escriba oficial, siguiendo al pie de la letra las instrucciones recibidas, según es costumbre en los escribas oficiales, redactó una edificante historia con tentaciones y manzanas.
Sergio Borao Llop
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