El sueño…
el sueño es el hermano de la muerte.
Así que túmbate bajo este esqueleto en la frialdad de la tumba.
Permite que el abrazo de sus muertos brazos
te mantenga totalmente a salvo y dormido.
Enterrado en un sueño…
silenciosamente….
Para siempre bajo tierra




Escobas y Aquelarres (Parte 2º)




Brujas - Los Enigmas de la Cultura 2

Escobas y Aquelarres (Parte 2º)


El punto de vista más antiguo se regía por un documento llamado Canon Episcopi. En relación con la gente que creía que bandas de brujas volaban durante la noche, el Canon advertía: «El alma impía cree que estas cosas no suceden en el espíritu sino en el cuerpo». En otras palabras, el diablo puede hacernos creer que vosotros u otros viajáis por la noche, pero ni vosotros ni ellos pueden hacerlo realmente. La prueba de lo que significa «realmente» y de su diferencia decisiva con las definiciones posteriores de «realidad» consiste en que no se puede acusar de maleficencia a nadie a quien vosotros o vuestros compañeros de ensueño creéis que está viajando. Sólo es un sueño el que estuvierais allí, y otros no deben ser considerados responsables de lo que hacéis en vuestros sueños. Sin embargo, el soñador tiene malos pensamientos y debe ser castigado, pero no con la hoguera, sino con la excomunión.

Se tardó varios siglos en invertir el Canon Episcopi, convirtiéndose en un delito herético el negar que las brujas se transportaran tanto corporal como espiritualmente. Una vez establecida la realidad del viaje, fue posible interrogar a toda bruja confesa sobre las demás personas que asistían al aquelarre. La tortura aplicada en este momento garantizaba que se produciría una reacción en cadena. Como sucede en los modernos reactores nucleares, cada bruja quemada conducía automáticamente a dos o más nuevas candidatas a la quema.

Para que el sistema funcionara perfectamente, se utilizaron refinamientos complementarios. Se reducían los costos del proceso mediante el sistema de obligar a la familia de la bruja a pagar la factura por los servicios prestados por torturadores y verdugos. Asimismo, la familia corría con el costo de los haces de leña y del banquete que los jueces daban después de la quema. Por lo demás, se fomentaba el entusiasmo de los funcionarios locales por la caza de brujas, autorizándoles a confiscar todos los bienes de cualquier persona condenada por brujería.

Ciertos aspectos del sistema maduro de la caza de brujas se perfeccionaron ya en el siglo XIII, pero no como parte de la lucha contra las brujas. La Iglesia autorizó por primera vez el empleo de tortura no contra las brujas, sino contra los miembros de las organizaciones eclesiásticas ilícitas que nacían en toda Europa y amenazaban con romper el monopolio que Roma detentaba sobre los diezmos y los sacramentos. En el siglo XIII, por ejemplo, los albigenses (también llamados cátaros) del sur de Francia se habían convertido en un poderoso cuerpo eclesiástico independiente, con su propio clero, que se reunía públicamente bajo la protección de facciones disidentes de la nobleza francesa.

El Papa tuvo que recurrir a una guerra santa -la cruzada albígense-para impedir la ruptura de la Francia meridional con la cristiandad. Los albigenses fueron finalmente exterminados, pero surgieron muchas otras sectas heréticas, como los valdenses y los vandois. Para combatir a estos movimientos subversivos, la Iglesia creó gradualmente la Inquisición, un poder paramilitar especial cuya única función era extirpar la herejía. Los herejes perseguidos
por la Inquisición en Francia, Italia y Alemania, actuaban en secreto, formaban células clandestinas y celebraban reuniones secretas. Los inquisidores papales que vieron cómo sus esfuerzos eran frustrados por las actividades secretas del enemigo solicitaron autorización para aplicar la tortura y obligar así a los herejes a confesar y dar el nombre de sus cómplices.
El Papa Alejandro IV concedió esta autorización a mediados del siglo XIII.

Mientras valdenses y vandois eran torturados, las brujas gozaban todavía de la protección del Canon Episcopi. La brujería era un crimen pero no una herejía, puesto que el aquelarre era una invención de la imaginación. Pero con el paso del tiempo, los inquisidores papales se preocuparon cada vez más por la falta de jurisdicción en los casos de brujería. Argüían que la brujería ya no era lo que solía ser en la época del Canon Episcopi. Se había desarrollado un nuevo tipo, mucho más peligroso, de bruja: una bruja que podía volar realmente hasta los aquelarres. Y estos aquelarres eran precisamente como las reuniones secretas de las otras sectas heréticas, aunque los ritos eran mucho más repugnantes. Si se podía torturar a las brujas como a los demás herejes, sus confesiones conducirían al descubrimiento de un extenso cuerpo de conspiradores secretos. Finalmente Roma accedió. Un Papa llamado Inocencio promulgó una bula en 1448 que autorizaba a los inquisidores Heinrich Institor y jakob Sprenger a emplear todo el poder de la Inquisición para extirpar las brujas de toda Alemania.

Institor y Sprenger convencieron al Papa con argumentos que posteriormente presentaron en su libro “El Martíllo de las Brujas”, que sería para siempre el manual completo del cazador de brujas. Es verdad, admitían, que algunas brujas sólo imaginaban que asistían al aquelarre; pero muchas eran transportadas realmente allí en cuerpo. De todas formas, da lo mismo, ya que la bruja que sólo acude en la imaginación ve lo que ocurre con tanta fiabilidad como aquélla cuyo cuerpo es transportado. Y respecto a aquellos casos en los que un marido ha jurado que su mujer estaba en la cama a su lado mientras otras brujas habían testificado que estaba en el aquelarre, no era su mujer a la que él tocaba, sino un diablo que estaba en su lugar. Tal vez el Canon Episcopi había afirmado que el vuelo sólo era imaginario, pero no era nada imaginario el daño que las brujas estaban provocando. ¿«Quién es tan estúpido para mantener... que toda su brujería y daños son fantásticos e imaginarios, cuando es evidente lo contrario a los ojos de todo el mundo»? La brujería ha provocado todas las desgracias imaginables: pérdida del ganado y de las cosechas, muerte de niños, enfermedad, achaques, infidelidad, esterilidad y locura. El Martillo de las Brujas concluía con un informe detallado de cómo se podían identificar, acusar, procesar, torturar, declarar culpables y sentenciar a las brujas. El sistema de caza de brujas estaba ya completo, listo para que los cazadores de brujas, católicos y protestantes, lo aplicaran en toda Europa en los 200 años siguientes, con resultados devastadores. Listo para producir, año tras año, un aprovisionamiento interminable de nuevas brujas que sustituían a las que estaban encarceladas o habían sido quemadas.

¿Por qué se anuló el Canon Episcopi? La explicación más sencilla es que los inquisidores tenían razón: las brujas se reunían en aquelarres secretos -aun cuando no llegaran hasta allí sobre sus escobas-y constituían en realidad una amenaza tan palpable para la seguridad de la cristiandad como los valdenses o los otros movimientos religiosos clandestinos. Los descubrimientos recientes sobre la base práctica del vuelo sobre escobas no permiten sostener esta teoría. Michael Harner, profesor de la New School for Social Rescarch ha mostrado que las brujas europeas se asociaban popularmente con el empleo de ungüentos mágicos. Antes de viajar por el aire sobre sus escobas, las brujas «se untaban» con ellos. Uno de los típicos casos citados por Harner es el de una bruja en la Inglaterra del siglo XVII, quien confesó que «antes de ser transportada a las reuniones, untaron sus frentes y sus muñecas con un Aceite que les trae el Espíritu (que huele a crudo)». Otras brujas inglesas relataban que el «Aceite» tenía un color Verdoso y se aplicaba en la frente con una pluma. En los primeros relatos, se dice que la bruja aplicaba el ungüento a un bastón tras lo cual «temblaba y galopaba contra viento y marea, cuando y en la forma que le apetecía». Una fuente del siglo xv citada por Harner relata la unción tanto del palo como del cuerpo-«Untan un bastón y montan sobre él o se untan bajo los brazos y en otros lugares vellosos». Otra fuente declara: «Las brujas, varones y hembras, que han pactado con el diablo, sirviéndose de ciertos ungüentos y recitando ciertas palabras son conducidas durante la noche a tierras lejanas».

Andrés Laguna, un médico del siglo XVI que ejercía en Lorraine, describió el descubrimiento del tarro de una bruja «lleno hasta la mitad de un cierto ungüento verde con el que se untaban; cuyo olor era tan fuerte y repugnante que se mostró que estaba compuesto de hierbas frías y soporíferas en grado sumo, que son la cicuta, la hierba mora, el beleño, y la mandrágora». Laguna logró un bote lleno de este ungüento y lo utilizó para llevar a cabo un
experimento con la mujer de un verdugo de Metz. Untó a esta mujer desde la abeza hasta los pies, tras lo cual «ella se quedó dormida de repente con un sueño tan profundo, con sus ojos abiertos como un conejo (también parecía una liebre cocida) que no podía imaginar cómo despertarla». Cuando Laguna logró finalmente que se levantara, había estado durmiendo durante 36 horas. Se quejó: «¿Por qué me despiertas en este momento tan inoportuno? Estaba rodeada de todos los placeres y deleites del mundo». Entonces sonrió a su marido que estaba allí, «que apestaba a ahorcado», y le dijo: «bribón, sabes que te he puesto los cuernos, y con un amante más joven y mejor que tú».

Harner ha reunido algunos de estos experimentos con ungüentos en los que intervenían las mismas brujas. Todos los sujetos caían en un sueño profundo, y cuando se les despertaba, insistían en que habían estado lejos en un largo viaje. Por consiguiente, el secreto del ungüento era conocido por muchas personas que vivían en la época de la locura de las brujas, aun cuando los historiadores modernos han tendido generalmente a olvidar o minimizarlo. La mejor exposición de un testigo ocular sobre el tema fue realizada por uno de los colegas de Galileo, Gíambattista della Porta, quien obtuvo la formula de un ungüento que contenía hierba mora.

Tan pronto como está preparado, untan la parte del cuerpo, frotándose antes a conciencia, de modo que su piel se vuelve de color rosa... Así en algunas noches de luna se creen transportadas a banquetes con música y danzas, copulando con los jóvenes a los que más desean. Tan grande es la fuerza de la imaginación y de la apariencia de las imágenes, que la parte del cerebro llamada memoria está casi repleta de este tipo de cosas; y puesto que ellas mismas son muy propensas, por inclinación de fa naturaleza, a la creencia, se aferran a las imágenes de tal modo que el mismo espíritu se altera y no piensan en otra cosa durante el día y la noche.

Harner, que ha estudiado el empleo de alucinógenos por los chamanes entre los jíbaros del Perú, cree que el agente alucinógeno activo en los ungüentos de las brujas era la atropina, un poderoso alcaloide descubierto en plantas europeas tales como la mandrágora, el beleño y la belladona (¡hermosa señora!). El rasgo más sobresaliente de la atropina es el ser absorbible a través de la piel intacta, una característica que se aprovecha en los emplastos de belladona aplicados sobre la piel con el fin de aliviar los dolores musculares.
Algunos experimentadores modernos han recreado ungüentos de brujas basándose en fórmulas conservadas en documentos antiguos. Un grupo de Göttingen, Alemania,. relata haber caído en un sueño de 24 horas en el que soñó con «viajes excitantes, danzas frenéticas y otras aventuras misteriosas de este tipo relacionadas con orgías medievales». Otro experimentador que simplemente inhaló los humos del beleño habla de la «sensación loca de que mis pies se volvían más ligeros, se dilataban y se desprendían de mi cuerpo... al mismo tiempo experimenté una sensación embriagadora de volar».

Pero, ¿qué papel desempeñaba el bastón o la escoba que todavía podemos observar en la actualidad entre las piernas de las «brujas» en la víspera del día de Todos los Santos? Según Harner, no era un simple símbolo fálico:

El empleo del bastón o escoba era indudablemente algo más que un acto simbólico freudiano; servía para aplicar la planta que con-tenía atropina a las membranas vaginales sensibles, así como para proporcionar la sugestión de cabalgar sobre un corcel, una ilusión típica del viaje de las brujas al aquelarre.

Si la explicación de Harnet es correcta, entonces la mayor parte de los aquelarres «verdaderos» implicaban experiencias alucinógenas. El ungüento siempre se aplicaba antes de que las brujas fueran al aquelarre, nunca después de haber estado allí. De modo que fuere cual fuere la razón que se escondía tras la decisión papal de utilizar la inquisición para extirpar la brujería, no se podía tratar de la creciente popularidad de los aquelarres. Naturalmente lo que pudo haber sucedido es que mucha gente empezó a «viajar». No voy a excluir esta posibilidad. Sin embargo, sabemos que la inquisición era capaz de conseguir los nombres de la gente vista en los inexistentes aquelarres. ¿Por qué entonces debemos suponer que estas personas eran «viajeros» habituales? Dado que la inquisición no se ocupaba de identificar a las brujas sobre la base de su posesión de ungüentos (El Martillo de las Brujas tiene poco que decir sobre este tema) me parece probable que la mayor parte de las «verdaderas brujas» -los «viajeros» habituales nunca fueron identificados y que la mayor parte de la gente quemada nunca había «viajado».

Los ungüentos alucinógenos explican muchas de las características específicas de la creencia en la brujería. La tortura explica la propagación de estas creencias mucho más allá de la órbita de los usuarios reales de los ungüentos, Sin embargo, persiste el enigma de por qué tuvieron que morir 500.000 personas por crímenes cometidos en los sueños de otras personas. Para resolver este enigma debemos retomar el análisis de la tradición militarmesiánica.
Continua...

Marvin Harris; "Vacas, cerdos,guerras y brujas, Los Enigmas de la Cultura"



4 Comentarios:

Rara Avis ...

Un interesante articulo... pero tal vez demasiado largo la lectura para aquí... pero que conste que me ha gustado...

Besitos

Emerald ...

Hola Ayshane, si es muuuuyyyy largo, por eso lo dividí en varias partes para ir leyendo de a poco. El tema es super interesante, ya que hablamos siempre de brujas y calderos y ni sabemos el porqué de esta leyenda, de dónde salió y cuánto tiene de verdad.
Un abrazo

Anónimo ...

JAJAJA me rio por no llorar, la iglesia hija de p... bardeaba cuando en realidad en muchos lugares si existian lo que ellos llamaban "aquelarres" y no eran mas que fiestas paganas, que mas alla de extraños rituales no jodian a nadie, es mas eran como los hippies de los 60, pero en vez de escuchar a lennon escuchaban a Mago de Oz, y en vez de LCD, le daban a lo natural, nada de quimicos! ves? te dije... que epocas aquellas!!! jajaja encima me hubiese divertido organizando marchas de repudios, escraches, sentadas... jajaj nah chiste... Gracias por la magia... Un abrazo grande!

Emerald ...

jajaja Bastian!! como se repite la historia no? cambian los personajes pero el collar es el mismo!

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