Poeta maldito, de oscuros versos maravillosos. Terminó con su vida a los 32 años. Incomprendido como todo genio, se lo recuerda poco, en Colombia casi ni lo conocen.
l6 de marzo de 1918, Koek Koek volvía a su casa en Banfield, después de una noche de fiesta, saturado de alcohol y tabaco.
En ésta, la única casa que compró en Buenos Aires, albergó a Jorge Escobar Uribe, un poeta colombiano que había conocido cinco años atrás (1913) en la ciudad de Valparaíso, en Chile.
-Aquí tienes una habitación y árboles -le dijo Koek Koek.
Un mismo espíritu rebelde, nómade e indoblegable parece haberlos guiado al poeta como al pintor .
El poeta, conocido por el seudónimo de Claudio de Alas, después de haber actuado en las luchas civiles de Colombia, deambuló por Ecuador, Perú y Chile. En Santiago vivió 10 años de diversas amistades y sin ganar lo necesario contó con el apoyo de las personas que lo admiraban y lo querían. Allí, hizo trabajo de periodista para comer y escribió versos para poder hacer periodismo a su manera. De espíritu inquieto, seducido por una Buenos Aires floreciente, cruzó a la Argentina, con la idea de que triunfar ahí, sería la gloria más grande a la que podía aspirar. Sin embargo, al llegar, sólo encontró puertas cerradas y derrotas.
Meses más tarde, luego de frustrados intentos en periódicos y revistas, quedó a la intemperie, espiritual y físicamente. Durmió como un vagabundo en los bancos de todas las plazas y vivía en la más desamparada miseria cuando Koek Koek lo encontró errando por la calle Florida. En principio, la dignidad del poeta no le permitió recibir ayuda, hasta que Koek Koek le pidió que cuidara, en su ausencia, al perro galgo que había comprado en cuotas aún no saldadas. Sólo bajo esas condiciones aceptó.-Aquí tienes una habitación y árboles -le dijo el pintor-. Vivirás acá hasta que encuentres quien te pague mejor. Los meses pasaron y mientras el pintor exponía con éxito, Claudio escribía, soñaba y leía acompañado por el galgo que lo seguía como una sombra.
El 5 de marzo, Koek Koek lo invitó a festejar el éxito que en el diario "El Día" habían anticipado a la inauguración de la exposición en Montevideo. Sin embargo, Claudio no quiso desplegar las alas y decidió quedarse en compañía del perro.
Aprovechando la soledad del atardecer, se encerró en su habitación para llorar sobre los versos desparramados. Después, abandonó la traducción del teatro de Oscar Wilde y rasgó tres cartas con su pluma. Las metió en sobres, dejó la habitación y salió al jardín seguido por el perro. Apoyó una almohada bajo el laurel junto al tronco. Se sentó, miró al animal y, tal vez temeroso de encontrar allá la misma soledad que en la tierra, adivinó en él deseos de acompañarlo. El perro, sumiso, se echa a su lado, brindando la frente al holocausto. Claudio empuña el revólver. El perro lo mira, Claudio a él. Frente a frente. Claudio apoya el metal en medio de los ojos de su amigo y el percutor revienta la primera carga. Los vecinos que oyeron las dos detonaciones declararon no haber oído ni un lamento. El perro, sin un ladrido, cae de lado. Muerto. No ha sufrido. Solo, reacomoda la almohada, se apoltrona y apunta al medio de su frente, en el mismo lugar por dónde la vida se le ha ido al perro. La descarga le abre la cabeza.
Koek Koek vuelve tambaleante a su casa, la noche pesa con todo el exceso sobre él y la aurora delinea el mundo reblandecido que se cuela dentro suyo.
Entra al jardín y encuentra a sus amigos muertos; suicidados por la sociedad.
Tres cartas yacen sobre el escritorio.
Koek Koek lee la suya:
¡¡¡Salud, hermano único de mi corazón y mi cerebro!!! Es demasiado asquerosa la Vida para que pueda seguirla sufriendo..... Mi patria está en los astros. Oscar Wilde me ha de recibir en el azur..... Siento en el alma no dejar concluido mi último libro. (...)
En fin, yo no quiero hoy a nadie, porque no he hallado a nadie digno de mi cariño. Pero usted es mi hermano querido en arte.
CLAUDIO DE ALAS
"Por qué se mató Claudio? se mató sencillamente porque sabía mucho. Sabía demasiado... Se mató porque su cerebro había profundizado de tal modo la vida y poseía tan hondos conocimientos psicológicos, que se aislaba de la multitud para no hacer notar su diferencia de estatura... Vivía muy por encima de las gentes. Vivía en los libros... Y se mató porque le faltó el carácter que le era menester para soportar lo que sabía... Cuando por el contacto de los libros o por el contacto de los hombres, se sabe más de lo que nos exige el apetito, entonces para poder vivir en paz, hay que forjarse un carácter de hierro, que no se doble de aburrimiento ni de esplín.
Claudio no pudo suicidarse porque se acobardara de vivir. Se suicidó por exceso de luz. Su desdén por las cosas terrenas le incitó a desdeñar la gloria misma."
fuente
Leer Poema Negro
l6 de marzo de 1918, Koek Koek volvía a su casa en Banfield, después de una noche de fiesta, saturado de alcohol y tabaco.
En ésta, la única casa que compró en Buenos Aires, albergó a Jorge Escobar Uribe, un poeta colombiano que había conocido cinco años atrás (1913) en la ciudad de Valparaíso, en Chile.
-Aquí tienes una habitación y árboles -le dijo Koek Koek.
Un mismo espíritu rebelde, nómade e indoblegable parece haberlos guiado al poeta como al pintor .
El poeta, conocido por el seudónimo de Claudio de Alas, después de haber actuado en las luchas civiles de Colombia, deambuló por Ecuador, Perú y Chile. En Santiago vivió 10 años de diversas amistades y sin ganar lo necesario contó con el apoyo de las personas que lo admiraban y lo querían. Allí, hizo trabajo de periodista para comer y escribió versos para poder hacer periodismo a su manera. De espíritu inquieto, seducido por una Buenos Aires floreciente, cruzó a la Argentina, con la idea de que triunfar ahí, sería la gloria más grande a la que podía aspirar. Sin embargo, al llegar, sólo encontró puertas cerradas y derrotas.
Meses más tarde, luego de frustrados intentos en periódicos y revistas, quedó a la intemperie, espiritual y físicamente. Durmió como un vagabundo en los bancos de todas las plazas y vivía en la más desamparada miseria cuando Koek Koek lo encontró errando por la calle Florida. En principio, la dignidad del poeta no le permitió recibir ayuda, hasta que Koek Koek le pidió que cuidara, en su ausencia, al perro galgo que había comprado en cuotas aún no saldadas. Sólo bajo esas condiciones aceptó.-Aquí tienes una habitación y árboles -le dijo el pintor-. Vivirás acá hasta que encuentres quien te pague mejor. Los meses pasaron y mientras el pintor exponía con éxito, Claudio escribía, soñaba y leía acompañado por el galgo que lo seguía como una sombra.
El 5 de marzo, Koek Koek lo invitó a festejar el éxito que en el diario "El Día" habían anticipado a la inauguración de la exposición en Montevideo. Sin embargo, Claudio no quiso desplegar las alas y decidió quedarse en compañía del perro.
Aprovechando la soledad del atardecer, se encerró en su habitación para llorar sobre los versos desparramados. Después, abandonó la traducción del teatro de Oscar Wilde y rasgó tres cartas con su pluma. Las metió en sobres, dejó la habitación y salió al jardín seguido por el perro. Apoyó una almohada bajo el laurel junto al tronco. Se sentó, miró al animal y, tal vez temeroso de encontrar allá la misma soledad que en la tierra, adivinó en él deseos de acompañarlo. El perro, sumiso, se echa a su lado, brindando la frente al holocausto. Claudio empuña el revólver. El perro lo mira, Claudio a él. Frente a frente. Claudio apoya el metal en medio de los ojos de su amigo y el percutor revienta la primera carga. Los vecinos que oyeron las dos detonaciones declararon no haber oído ni un lamento. El perro, sin un ladrido, cae de lado. Muerto. No ha sufrido. Solo, reacomoda la almohada, se apoltrona y apunta al medio de su frente, en el mismo lugar por dónde la vida se le ha ido al perro. La descarga le abre la cabeza.
Koek Koek vuelve tambaleante a su casa, la noche pesa con todo el exceso sobre él y la aurora delinea el mundo reblandecido que se cuela dentro suyo.
Entra al jardín y encuentra a sus amigos muertos; suicidados por la sociedad.
Tres cartas yacen sobre el escritorio.
Koek Koek lee la suya:
¡¡¡Salud, hermano único de mi corazón y mi cerebro!!! Es demasiado asquerosa la Vida para que pueda seguirla sufriendo..... Mi patria está en los astros. Oscar Wilde me ha de recibir en el azur..... Siento en el alma no dejar concluido mi último libro. (...)
En fin, yo no quiero hoy a nadie, porque no he hallado a nadie digno de mi cariño. Pero usted es mi hermano querido en arte.
CLAUDIO DE ALAS
"Por qué se mató Claudio? se mató sencillamente porque sabía mucho. Sabía demasiado... Se mató porque su cerebro había profundizado de tal modo la vida y poseía tan hondos conocimientos psicológicos, que se aislaba de la multitud para no hacer notar su diferencia de estatura... Vivía muy por encima de las gentes. Vivía en los libros... Y se mató porque le faltó el carácter que le era menester para soportar lo que sabía... Cuando por el contacto de los libros o por el contacto de los hombres, se sabe más de lo que nos exige el apetito, entonces para poder vivir en paz, hay que forjarse un carácter de hierro, que no se doble de aburrimiento ni de esplín.
Claudio no pudo suicidarse porque se acobardara de vivir. Se suicidó por exceso de luz. Su desdén por las cosas terrenas le incitó a desdeñar la gloria misma."
Fragm de "Tormenta" Por Andrés Manrique
fuente
Leer Poema Negro
MIENTRAS ANDA LA HORA
- Doctor, sigue esta fiebre,
que el alma me entenebre,
implacable y brutal como si fuera
mi vida toda que al rodar callada,
espera, espera... y siempre espera
una sonrisa lastimera
de unos labios helados cual los míos…
–Doctor; mi carcajada
desolada
y cansada.
y llena del afán de mi jornada,
tiene la muda soledad de los desiertos…
–Doctor; vuestra ciencia suprema,
para mi mal –mal de los muertos–
es una luz, cuyo fulgor no quema.
–Doctor; ¡dejadme quieto!
Prefiero antes que el hombre, el esqueleto.
Perdonadme, Doctor... Soy el enfermo,
que únicamente callo cuando duermo.
....Espero una visita.
Es una Dama pálida y silente.
Hace tiempo, Doctor, me dio una cita,
y la espero esta noche blandamente…
–Doctor; alguien toca la puerta…
¡Abrid! ¿Es ella acaso?
¡Ella es!... Doctor, viene encubierta:
indicadle el camino, dadle paso,
y no toquéis su túnica de raso,
¡porque oculta el Misterio seriamente!...
–Buenas noches, dulce amiga lejana.
Os esperaba... Adelante, Señora…
–Doctor; esa campana,
¿por qué sin ser la hora, da la hora,
y esparce su lamento?
–Qué descanso que siento,
mi querido Doctor.
Enmudecido de temor;
¡qué descanso, Doctor!...
Este pensar horrible de mi pensamiento,
de mar en furia, es límpido remanso…
No tengo frío, mi querido Doctor,
algo pasa sobre mi corazón... ¡algo que no me duele!
¿Será que ya murió mi corazón?
Algo me impele
hacia la barca azul, en que el laurel
hecho ritmo, y verdor y resplandor,
tiende un abrazo redentor,
mi sabio y muy admirable, mi Doctor:
–Perdonad al enfermo, y su candor.
–Lo más cerca de mí, Señora…
Soy un niño muy triste…
y hace tiempo que lloro.
No recordar en qué consiste;
Lo dulce de tu cita, triunfará.
Dadme un beso, ¡oh, Señora!
Dadme el beso callado y no comprado,
de tus labios siniestros, por lo mudos,
Señora, y a mi lado,
estrechemos los músculos desnudos.
para dormir…
¿Morir?... (1)
- Doctor, sigue esta fiebre,
que el alma me entenebre,
implacable y brutal como si fuera
mi vida toda que al rodar callada,
espera, espera... y siempre espera
una sonrisa lastimera
de unos labios helados cual los míos…
–Doctor; mi carcajada
desolada
y cansada.
y llena del afán de mi jornada,
tiene la muda soledad de los desiertos…
–Doctor; vuestra ciencia suprema,
para mi mal –mal de los muertos–
es una luz, cuyo fulgor no quema.
–Doctor; ¡dejadme quieto!
Prefiero antes que el hombre, el esqueleto.
Perdonadme, Doctor... Soy el enfermo,
que únicamente callo cuando duermo.
....Espero una visita.
Es una Dama pálida y silente.
Hace tiempo, Doctor, me dio una cita,
y la espero esta noche blandamente…
–Doctor; alguien toca la puerta…
¡Abrid! ¿Es ella acaso?
¡Ella es!... Doctor, viene encubierta:
indicadle el camino, dadle paso,
y no toquéis su túnica de raso,
¡porque oculta el Misterio seriamente!...
–Buenas noches, dulce amiga lejana.
Os esperaba... Adelante, Señora…
–Doctor; esa campana,
¿por qué sin ser la hora, da la hora,
y esparce su lamento?
–Qué descanso que siento,
mi querido Doctor.
Enmudecido de temor;
¡qué descanso, Doctor!...
Este pensar horrible de mi pensamiento,
de mar en furia, es límpido remanso…
No tengo frío, mi querido Doctor,
algo pasa sobre mi corazón... ¡algo que no me duele!
¿Será que ya murió mi corazón?
Algo me impele
hacia la barca azul, en que el laurel
hecho ritmo, y verdor y resplandor,
tiende un abrazo redentor,
mi sabio y muy admirable, mi Doctor:
–Perdonad al enfermo, y su candor.
–Lo más cerca de mí, Señora…
Soy un niño muy triste…
y hace tiempo que lloro.
No recordar en qué consiste;
Lo dulce de tu cita, triunfará.
Dadme un beso, ¡oh, Señora!
Dadme el beso callado y no comprado,
de tus labios siniestros, por lo mudos,
Señora, y a mi lado,
estrechemos los músculos desnudos.
para dormir…
¿Morir?... (1)
(1) Diez minutos después el poeta se abría la frente de un tiro.
10 Comentarios:
Desolador...y un poco desconcertante.
Me ha encantado
Cuando la muerte se quiere así, no hay más que decir... él esperó paciente a la dama pálida.
Excelso escrito
Un abrazo LuzdeLuna
Hola my nightmare, si lo calificas bien. Una vida dolorosa como todos los genios poco comprendidos.
Saludos
Kaisser es muy bello el poema, y estremecedor si lo pensás en el momento en que fue escrito, con una decisión fatal ya tomada.
Creo que el deseo oscuro de morir llega cuando as aprendido a amar tanto tu vida que no quieres compartirla con un mundo ignorante de Luz.
creo k el poeta maldito no es conocido en colombia debido a su facinante historia que desola a cualkier persona ....no es justo ya que soy de colombia cuesta comprender ,petulante y tenebrosa segun lo leia lo comprendi y no soy la unica ....
mis amigos dicen desolador escalofriante y muy facinante
a la luz de una mortifera luna...
El poema no es nada bueno. Lean a Baudelaire, Poe, Mallarme, Lopez Velarde...
¿Alguno de ustedes tiene los libros de Claudio de Alas?
Me gustaria, saber si alguien me puede facilitar el poema de Claudio de Alas que comienza de esta forma:
LA MIRO EN EL ESPEJO Y ME ESTREMEZCO AL VERLA
ES FUENTE DE SUPLICIO A MI SENSUALIDAD...
Gracias por el aporte que puedan darme
Claudio de Alas genio...como todos los elegidos te fuistes muy joven; pero dejastes tus bellos plumazos...como Poema Negro y dice "cuando moria me enlazo en su brazo cual un reptil de...
"el ansia de la garra"-La veo en el espejo, y me estremezco al verla...es fuente de suplicio a mi sensualidad:me asesina el deseo de besarla y beberla y de ultrajar sus carnes con mi bestialidad. El ansia me enajena de abrazarla y morderla, ahogando sus gritos entre la oscuridad: romper sus vestiduras, con furia poseerla y profanar su cuerpo hasta la saciedad. Tal vez mañana sea tibia flor de lujuria: y,la intocada niña, de la orgia en la furia, ebria, cínica y triste, no me conocerá...Muerta ya la blancura de su pasado dulce, será vil clavicordio, al que mi mano pulse con todos los relinchos de la brutalidad. Y he de llorar entonces con mi vieja ironía, por su mente gastada, por su carne comprada, y por la carcajada de mi filosofía.Nila Ninfa
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