El sueño…
el sueño es el hermano de la muerte.
Así que túmbate bajo este esqueleto en la frialdad de la tumba.
Permite que el abrazo de sus muertos brazos
te mantenga totalmente a salvo y dormido.
Enterrado en un sueño…
silenciosamente….
Para siempre bajo tierra




Isadora Duncan: Huellas de Mujer


Isadora Duncan
(1878-1927)

"Nací a la orilla del mar. Mi primera idea del movimiento y de la danza me ha venido seguramente del ritmo de las olas..."


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Para Isadora, era el amor a la naturaleza y a la vida lo que había de transmitirse a través del movimiento, siguiendo el ejemplo de las nubes, el mar o las copas de los árboles mecidas por el viento. Enemiga del ballet, al que consideraba un género falso y absurdo, manifestó que la danza debe establecer una armonía calurosa entre los seres y la vida y no ser tan sólo una diversión agradable y frívola. Danzaba descalza, con una simple túnica griega de seda transparente sobre su cuerpo desnudo, como una sacerdotisa pagana transportada por el ritmo. Hoy es considerada la iniciadora de la modern dance norteamericana y su figura es evocada con fervor en todos los escenarios del mundo.




Dora Angela Duncan, conocida posteriormente como Isadora Duncan, nació el 27 de mayo de 1878 en San Francisco, California. Su padre, Joseph Charles Duncan, fue arrestado al poco tiempo de haber nacido la niña, por estar aparentemente involucrado en un negocio bancario ilegal.

A pesar de que después de muchos juicios, Duncan fue absuelto, la madre de Isadora, Dora Grey insisitió en el divorcio.

La pequeña se refugió entonces en la educación clásica que le daba su madre, y pasaba las tardes imaginando formas con su cuerpo, escuchando música de Shubert, Mozart y Shuman. A sus diez años, deja la escuela porque la aburría y desde ese momento se dedica por completo a lo que ella llamara su libertad y su alma: la danza.

Mientras tanto, la madre luchaba para mantener a su familia dando clases privadas de piano y se encargaba personalmente de la educación de su hija. Le enseñaba la cultura clásica griega, el gusto por la música clásica, el paganismo y un concepto muy avanzado de la femineidad.

Cuando alcanzó la adolescencia, una bibliotecaria decidió introducir a Isadora en las letras y la filosofía, y así Keats, Whitman y Nietzche, quienes formaron el carácter indomable y soñador de Isadora. Con su familia se mudó a Chicago donde estudia danza clásica. Luego, al perder todo en un incendio, la familia se traslada a Nueva York, donde la joven conoce al dramaturgo Augustin Daly, quien le da una oportunidad en su compañía de teatro.

Para el cambio de siglo, Isadora y su familia decidieron ir a probar suerte en Londres. La bailarina tenía veintiún años. Como el estilo de Isadora era tan diferente y autónomo, tuvo una gran acogida en el viejo continente donde las vanguardias en todas las artes estaban floreciendo, especialmente en París.

En esa época, isadora entra a estudiar artes al British Museum, donde encontró la gran inspiración para sus danzas que evocaban los movimientos y las vestimentas de las griegas antiguas, con túnicas y descalza. Además, tenía la asombrosa ocurrencia (para la época) de bailar música no compuesta para tal propósito (como shubert o Chopin), y basaba sus coreografías en pinturas de Boticceli o temas clásicos. Así, en la libertad y el atrevimiento de Isadora, que rompían con la rígidez del ballet clásico, la danza moderna tuvo su génesis.

Su vida bohemia no era un secreto para nadie, y mientras fundaba escuelas de danza en diversos lugares como Francia, Alemania y Rusia, donde tuvo como alumnas a la gran bailarina y técnica Martha Graham y a Mary Wigham, su vida amorosa era tormentosa, fugáz y muy variada. Entre sus amantes se cuentan Iván Miroski, Oscar Berege, Heirich Thode y Edward Craig. Ninguno de ellos logró sosegar o encerrar el espíritu de Isadora, quien prefería las relaciones libres.

Por si fuera poco, esta mujer transgresora tuvo dos niños fuera del matrimonio. En 1913, la tragedia llegó a su vida pues los dos niños Deidre y Patrik fueron víctimas de un accidente automovilístico en el que resultaron ahogados en el río Sena. Durante mucho tiempo, Isadora estuvo fuera del escenario, pues la pena realmente la había doblegado, pero no para siempre y pronto estuvo de nuevo en romance apasionado con su verdadero amor: la danza.

En 1912, el corazón de Isadora se vio conquistado por la dulzura y la libertad del poeta también bohemio Sergey Yesenin. Él era diecisiete años menor que ella, pero ella deseaba que él fuera su acompañante en viajes largos que hacía por trabajo y la edad no fue un impedimento. Así, la pareja viajó mucho para que Isadora siguiera mostrando su baile natural y su adoración por la belleza humana.

Ella regresó con él a Estados Unidos, donde inmediatamente los rechazaron por el pánico a la Rusia Roja, los acusaron de Bolcheviques y la prensa fue demasiado agresiva por lo que Isadora se despidió del país que la vio nacer y decidió regresar con su esposo a Europa.

Yesenin había empezado a presentar trastornos mentales y verdaderas depresiones, por lo que la vida de pareja se había vuelto bastante inestable. En 1925, él decidió abandonar a Isadora y regresar a la antigua Unión Soviética, donde se suicidó.

La bailarina se estableció en Niza, en la Riviera Francesa y continuó con su tenaz dedidación a la danza, l miércoles l4 de septiembre de 1927, decidió tomarse un respiro y dar un paseo en su Bugatti. El dramático accidente tuvo lugar cuando el automóvil recorría veloz la Promenade des Anglais: su largo chal rojo, el mismo que había agitado ante la multitud que la esperaba a su regreso de la Unión Soviética, se enredó en los radios de una de las ruedas posteriores del automóvil; Isadora no pudo liberarse del abrazo homicida y murió estrangulada. Ni siquiera ella hubiera podido imaginar un final más acorde con su existencia extravagante y romántica.

Su autobiografía, "Mi vida", fue publicada al siguiente año.
fuente


Isadora Duncan
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La danza

Por Isadora Duncan

Una vez una mujer me preguntó por qué bailo con los pies desnudos y yo le respondí: “Madame, yo creo en la religión de la belleza del pie humano”. La señora respondió: “Pero yo no”, y dije: “Pues debería, madame, porque la expresión y la inteligencia del pie humano son de los más grandes triunfos de la evolución del hombre”. “Pero –dijo la señora– yo no creo en la evolución del hombre”, a lo que yo repliqué: “Mi tarea ha llegado a su fin. La remito a mis más admirados maestros: el señor Charles Darwin y el señor Ernst Haeckel”. “Pero –dijo la señora– yo no creo en Darwin y en Haeckel.” En este punto no se me ocurrió nada más que decir. Por lo que pueden ver que, para convencer a la gente, soy de poco valor y más bien no debería hablar. Pero he sido sacada del retiro de mi estudio y aquí estoy, temblorosa y balbuceante ante un público, porque se me ha pedido que pronuncie una conferencia sobre la danza del futuro.


3 Comentarios:

Gittana ...

Una Diosa de la Danza!!!! Lástima de esa muerte tan trágica y repentina!!!

Alguna vez ella fue mi musa...

Bastian Von Tunnen ...

Guau! No la conocia, muy interesante su historia, y mucho mas teniendo en cuenta ese contexto. Y sobre todo para lo que significa el papel de la mujer todavia en esas epocas donde los derechos iguales para los hombres y las mujeres no eran precisamente iguales.
Como siempre muy interesante!!!
Besosssss :)

Emerald ...

HolaGittana admiro a estas mujeres tan transgresoras para la sociedad en que vivieron, ansiando la libertad en su expresión y su vida.
Un abrazo


Bastian una historia sumamente interesante la de Isadora. Su vida plagada de tristezas y con tanta fuerza de espíritu!
Besitos

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