La Danza de la Luna y la Muerte
Miraba a la luna.
Sus cráteres sangraban
rayos rojos que se reflejaban en mis ojos.
Lloraba, agonizaba la luz de las velas,
pequeñas estrellas,
pequeñas danzantes en oscuridad perpetua.
Me miraban.
La muerte envolvía a la luna
con su oscura tela,
apretándola, marchitando sus penas.
La luz sofocaba su propia existencia.
Exangüe decaía.
Melancolía, ella despertaba melancolía.
Era ver a una rosa sin pétalos marchitar.
Esparcía sus lágrimas en viejas barcas
que en penas nadaban,
solitarias, solitarias viajaban.
Los cometas en su cintura giraban con sus dagas.
Mi alma separaba.
La luna se desvanecía,
sin pronunciar palabras,
sin defenderse de aquellas melancólicas dagas.
La oscuridad la exterminaba;
el oficio de vivir la expulsaba.
Melancólica sangre lloraba;
mientras mi piel
con sabanas blancas se disfrazaba.
Frías mis manos se despedían de mi alma.
François Ayel Sampellegrini - Oda a la oscuridad
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