LA HIEDRA
En la Recoleta, Buenos Aires
Mar de oídos atentos, ¿qué te dice la piedra?
Yaces sobre las tumbas, colectora de nombres,
trémula cuando el viento vesperal te despierta
para indagar tus manos y quitarles las voces
que minuciosa juntas, sigilosa de tiempo,
guardiana de los diálogos y los turbios adioses.
Sobre las tumbas ve tu solitario sueño,
oh madre de las lenguas, oh estremecida hiedra
donde se va juntando la noche de los muertos.
En vano te reclaman los juegos de la lluvia;
las fuentes de la luz y las diurnas estatuas
te han esperado tanto para darse desnudas,
mientras tú, recogida, habitas en las lápidas.
Julio Cortázar
En la Recoleta, Buenos Aires
Mar de oídos atentos, ¿qué te dice la piedra?
Yaces sobre las tumbas, colectora de nombres,
trémula cuando el viento vesperal te despierta
para indagar tus manos y quitarles las voces
que minuciosa juntas, sigilosa de tiempo,
guardiana de los diálogos y los turbios adioses.
Sobre las tumbas ve tu solitario sueño,
oh madre de las lenguas, oh estremecida hiedra
donde se va juntando la noche de los muertos.
En vano te reclaman los juegos de la lluvia;
las fuentes de la luz y las diurnas estatuas
te han esperado tanto para darse desnudas,
mientras tú, recogida, habitas en las lápidas.
Julio Cortázar
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