Después de 700 años de intrigas y leyendas el Vaticano decidió terminar con la ambigüedad y desclasificó documentos secretos sobre los caballeros templarios.Mostrar/Ocultar
El proceso contra la Orden ya fue publicado en una elegante edición de 799 ejemplares con 300 páginas, a un precio de 5900 euros. Y confirma las razones por las cuales el grupo de guerreros que protegió la Ciudad Santa fue disuelto, su gran maestro fue quemado vivo en público y sus tesoros, expropiados. La noticia, sin dudas, alimenta a los muchos sectores que se reclaman herederos de aquellos hombres -desde los masones hasta los neoagnósticos, incluidos grupos católicos y oportunistas surtidos-, y deja un interrogante hacia el futuro: ¿Rehabilitará Benedicto XVI a La Orden del Temple?
Los templarios surgieron después de la primera cruzada, a principios del siglo XII, como una orden religiosa y militar, de soldados de élite, que protegía a quienes peregrinaban hacia Tierra Santa. En 1139 una bula papal oficializó el reconocimiento a los caballeros, y pasaron a depender directamente del Sumo Pontífice. Usaban un hábito blanco con una gran cruz roja, hacían votos de pobreza, castidad, obediencia y un voto especial para custodiar a los viajeros que iban a Jerusalén. Por dos siglos supieron acumular enormes cuotas de poder y un tesoro que, al fin, los sentenció a la muerte.
En 1307, empujado por el rey de Francia Felipe el Hermoso, el papa Clemente V abrió una investigación para certificar si era cierta o no la acusación que caía sobre los caballeros. Se los señalaba como herejes. En 1308 la Orden fue absuelta, según consta en el pergamino de Chinon que ahora se publica. Pero la presión de Felipe IV, que necesitaba el dinero de los templarios para la guerra contra Inglaterra, fue tal que el Papa ordenó la disolución en 1312. El 18 de marzo de 1314, el gran maestre templario Jacques de Molay maldijo, mientras subía a la hoguera, al rey de Francia y al Sumo Pontífice. Ambos murieron ese mismo año. Y todo -las muertes, las coincidencias, los tesoros, los secretos y la disolución- sirvió para la construcción de una de las leyendas más populares de todos los tiempos.
Sólo con la publicación de estos documentos se prueba que durante el juicio fueron absueltos de los cargos, y que aún así el Papa consagró la muerte de la Orden por la presión de la máxima autoridad francesa (necesitada de las costosísimas propiedades de los guerreros).
El investigador Jorge Francisco Ferro, dedicado hace años al estudio del primer cristianismo y de las sociedades secretas, cree que con estas novedades se cierra un ciclo. “Durante 400 años nadie los reivindicó, hasta el siglo XVIII cuando vuelven a aparecer de la mano de órdenes masónicas (por fuera de las grandes logias); pero vuelve a hablarse mucho de ellos desde hace unos veinte años cuando algunos investigadores en Estados Unidos y Europa publican trabajos sobre la Orden. Habrá que esperar algún tiempo para ver si esta divulgación no trae otras consecuencias”, especula el especialista del Conicet.
“A la Iglesia le convino que durante mucho tiempo los templarios fueran vistos como algo ligado a la fantasía. Los trabajos de esoterismo de los años 70 son los que obligaron a salir a hablar. El pionero de esos trabajos es René Guénon que en Autoridad espiritual y poder temporal ve en el proceso a los templarios una ruptura en la historia política de Europa”, detalla Francisco García Bazán, investigador, doctor en Filosofía y erudito en cristianismo primitivo.
Lo cierto es que son muchos los que se dicen herederos de aquellos caballeros. El Vaticano, ante estas noticias, cumplió en avisarle a una parte de la Orden Soberana y Militar del Temple de Jerusalén, también reconocida por la ONU. Facundo Della Torre, abogado, 38 años, y número dos de ese priorato en la Argentina, donde tiene el grado de senescal (y donde agrupan a unos 100 amantes de las prácticas discretas y las ceremonias medievales) define su actualidad ante Terra Magazine: “El camino del temple es la búsqueda de lo trascendente, de lo espiritual, y un trabajo interno de perfeccionamiento. Como el monje guerrero, que está luchando y orando, con un pie en la tierra y el otro en el cielo “.
¿Existen chances de que la Orden del Temple vuelva a ser reconocida por la Iglesia? Contesta el mismo Della Torre: “Hay muchos intereses en juego, no se va a dar de la noche a la mañana, todavía no hay una absolución plena de la Orden, falta un poco de revisionismo histórico. Pero tenemos esperanza. Eso sí, sería muy complicado: por ejemplo, por una bula papal, los bienes que no fueron usados por el rey de Francia, fueron transferidos a la Orden de Malta¿”.
Por ahora, el Vaticano niega la posibilidad de reestablecer a los templarios. Pero, como ocurre con los gobiernos, cuando hay una negativa, entonces hay también una posibilidad. En ese caso, además de qué pasará con los tesoros, los bienes y las propiedades, surge otra cuestión: ¿Para qué puede servir una orden de caballeros en el siglo veintiuno?
La respuesta puede buscarse en las otras dos órdenes que todavía existen, reconocidas por la Iglesia Católica. Una es la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén, que contiene en Argentina, entre otros, a monseñor Aguer, el polémico y conservador arzobispo de la Plata. Isidoro Ruiz Moreno, lugarteniente de los caballeros en la Argentina, abogado y profesor de la Escuela de Guerra, explica: “nosotros estamos al servicio de la comunidad, como dice la policía”. En rigor, la actividad de los caballeros del santo sepulcro es mandar donativos a Tierra Santa. La otra es la Soberana y Militar Orden de Malta, que también hace actividades de beneficencia en hospitales.
Si la Iglesia profundiza la revisión de los hechos, los templarios podrían regresar y tener ocupaciones parecidas a las órdenes vigentes. Lejos del arte de la guerra y de la leyenda. Bastante más cerca de una ONG, con declaradas buenas intenciones.
Rodolfo González Arzac 15-11-2007
Antecedentes
En el siglo 10 existía en Europa un arraigado y exacerbado sentimiento religioso que se manifestaba en las peregrinaciones cristianas, primero a Roma, y luego, a principios del siglo 11, a Santiago de Compostela, en España, y a Jerusalén, en la llamada Tierra Santa.
Sin embargo, estos nuevos destinos estaban llenos de peligros e incomodidades, que incluían desde los salteadores de caminos hasta la exigencia de “derechos de paso” por los influyentes señores de los feudos locales.
Ante la caída de Jerusalén en manos de los turcos y de los musulmanes, el papa Urbano II se mostró decidido proporcionar a los cristianos la seguridad necesaria para realizar sus peregrinaciones a la Tierra Santa. Y para lograrlo, el Pontífice convocó a las Cruzadas, la primera de las cuales culminó con la conquista de Jerusalén en 1099.
Algunos de los caballeros que participaron en esa primera Cruzada decidieron unirse para crear un “grupo de defensa” que le diera protección a los peregrinos cristianos que acudían a Jerusalén. Ésta fue, en principio, la misión que se impusieron nueve caballeros, encabezados por su Gran Maestre, Hugo de Payens, al fundar la Orden del Templo (en 1118), llamada así porque utilizaron el Tempo de Salomón como sede de su cuartel general.
Los tempalrios recibieron la aprobación pontificia y adoptaron un hábito blanco, al que le añadieron una cruz roja.
Se les permitía recaudar bienes y dinero, y construir fortalezas e iglesias, lo cual les dio gran independencia y poder.
Al principio, formaron un grupo de unas 50 personas que se dedicó únicamente a escoltar a los peregrinos que acudían a los lugares santos.
Pero hacia 1170, unos 50 años después de su fundación, los Caballeros de la Orden del Templo tenían posesiones en lo que hoy es Francia, Alemania, el Reino Unido, España y Portugal.
Esta ocupación territorial contribuyó al incremento de su riqueza; de hecho, hacia 1220, era la organización más poderosa de Occidente, en todos los sentidos (desde el militar hasta el económico), con más de 9 mil “encomiendas”, 50 castillos, una flota mercante propia y miles de siervos (escuderos, artesanos, agricultores…). Pero sobre todo con un Tesoro que les permitía hacer préstamos enormes a las Casas Reales de toda Europa.
Consolidan el poder
En 1248, Luis IX de Francia (llevado a los altares como San Luis) convocó y dirigió la séptima Cruzada, pero no a Tierra Santa, sino a Egipto. El error táctico del Rey y las pestes que sufrieron los ejércitos cruzados, le llevaron a la derrota. Más aún, el propio Luis IX cayó prisionero.
Y fueron los templarios quienes negociaron la paz y los que le prestaron a Luis IX la enorme suma de dinero que exigían los vencedores por su libertad.
En 1291 los templarios abandonaron Tierra Santa porque ya poca gente se interesaban en las peregrinaciones. Entonces dirigieron su poder y sus riquezas hacia otras áreas. Fue así como se convirtieron en los banqueros de Europa.
Su poder económico se articulaba en torno a dos grandes instituciones: la Encomienda y la Banca.
La Encomienda era un bien inmueble, territorial, localizado en determinado lugar, que se formaba gracias a donaciones y compras. Por ejemplo, a partir de un molino, los templarios compraban las tierras donde se cultivaba el trigo; luego se posesionaban de un bosque aledaño; y después adquirían los derechos sobre un pueblo. Y con todo ello formaban una Encomienda, es decir un feudo.
En cuanto al dinero hay que decir que los Templarios fueron los fundadores de la Banca moderna. Gracias a la confianza que inspiraban, muchas personas e instituciones les confiaban su dinero, desde los comerciantes hasta los reyes.
El trágico final
En el año 1314, Felipe IV de Francia, llamado “El Hermoso”, estaba ahogado por las deudas, entre ellas la que había heredado por el préstamo que los templarios le hicieron a su abuelo Luis IX para pagar su rescate tras ser capturado en la séptima Cruzada.
Felipe convenció al papa Clemente V, fuertemente ligado a Francia, de que apoyase un proceso en contra los templarios que serían acusados de herejía, sacrilegio y sodomía (se les acusó de escupir la cruz, renegar de Cristo y practicar la homosexualidad).
El viernes 13 de octubre de 1307, hace exactamente 700 años, Jacques de Molay, Gran Maestre de la Orden de los Templarios, y 140 miembros del grupo fueron apresados y encarcelados en una operación simultánea llevada a cabo en toda Francia. El papa Clemente V, indeciso y hostigado por la Corona francesa, reaccionó cuando ya era demasiado tarde.
Para entonces, por orden de Felipe IV, el último Gran Maestre de los Templarios, Jacques de Molay, había sido quemado frente a la iglesia de Notre Dame, en París, el día de la Candelaria (en ese entonces 18 de marzo) de 1314.
Los templarios surgieron después de la primera cruzada, a principios del siglo XII, como una orden religiosa y militar, de soldados de élite, que protegía a quienes peregrinaban hacia Tierra Santa. En 1139 una bula papal oficializó el reconocimiento a los caballeros, y pasaron a depender directamente del Sumo Pontífice. Usaban un hábito blanco con una gran cruz roja, hacían votos de pobreza, castidad, obediencia y un voto especial para custodiar a los viajeros que iban a Jerusalén. Por dos siglos supieron acumular enormes cuotas de poder y un tesoro que, al fin, los sentenció a la muerte.
En 1307, empujado por el rey de Francia Felipe el Hermoso, el papa Clemente V abrió una investigación para certificar si era cierta o no la acusación que caía sobre los caballeros. Se los señalaba como herejes. En 1308 la Orden fue absuelta, según consta en el pergamino de Chinon que ahora se publica. Pero la presión de Felipe IV, que necesitaba el dinero de los templarios para la guerra contra Inglaterra, fue tal que el Papa ordenó la disolución en 1312. El 18 de marzo de 1314, el gran maestre templario Jacques de Molay maldijo, mientras subía a la hoguera, al rey de Francia y al Sumo Pontífice. Ambos murieron ese mismo año. Y todo -las muertes, las coincidencias, los tesoros, los secretos y la disolución- sirvió para la construcción de una de las leyendas más populares de todos los tiempos.
Sólo con la publicación de estos documentos se prueba que durante el juicio fueron absueltos de los cargos, y que aún así el Papa consagró la muerte de la Orden por la presión de la máxima autoridad francesa (necesitada de las costosísimas propiedades de los guerreros).
El investigador Jorge Francisco Ferro, dedicado hace años al estudio del primer cristianismo y de las sociedades secretas, cree que con estas novedades se cierra un ciclo. “Durante 400 años nadie los reivindicó, hasta el siglo XVIII cuando vuelven a aparecer de la mano de órdenes masónicas (por fuera de las grandes logias); pero vuelve a hablarse mucho de ellos desde hace unos veinte años cuando algunos investigadores en Estados Unidos y Europa publican trabajos sobre la Orden. Habrá que esperar algún tiempo para ver si esta divulgación no trae otras consecuencias”, especula el especialista del Conicet.
“A la Iglesia le convino que durante mucho tiempo los templarios fueran vistos como algo ligado a la fantasía. Los trabajos de esoterismo de los años 70 son los que obligaron a salir a hablar. El pionero de esos trabajos es René Guénon que en Autoridad espiritual y poder temporal ve en el proceso a los templarios una ruptura en la historia política de Europa”, detalla Francisco García Bazán, investigador, doctor en Filosofía y erudito en cristianismo primitivo.
Lo cierto es que son muchos los que se dicen herederos de aquellos caballeros. El Vaticano, ante estas noticias, cumplió en avisarle a una parte de la Orden Soberana y Militar del Temple de Jerusalén, también reconocida por la ONU. Facundo Della Torre, abogado, 38 años, y número dos de ese priorato en la Argentina, donde tiene el grado de senescal (y donde agrupan a unos 100 amantes de las prácticas discretas y las ceremonias medievales) define su actualidad ante Terra Magazine: “El camino del temple es la búsqueda de lo trascendente, de lo espiritual, y un trabajo interno de perfeccionamiento. Como el monje guerrero, que está luchando y orando, con un pie en la tierra y el otro en el cielo “.
¿Existen chances de que la Orden del Temple vuelva a ser reconocida por la Iglesia? Contesta el mismo Della Torre: “Hay muchos intereses en juego, no se va a dar de la noche a la mañana, todavía no hay una absolución plena de la Orden, falta un poco de revisionismo histórico. Pero tenemos esperanza. Eso sí, sería muy complicado: por ejemplo, por una bula papal, los bienes que no fueron usados por el rey de Francia, fueron transferidos a la Orden de Malta¿”.
Por ahora, el Vaticano niega la posibilidad de reestablecer a los templarios. Pero, como ocurre con los gobiernos, cuando hay una negativa, entonces hay también una posibilidad. En ese caso, además de qué pasará con los tesoros, los bienes y las propiedades, surge otra cuestión: ¿Para qué puede servir una orden de caballeros en el siglo veintiuno?
La respuesta puede buscarse en las otras dos órdenes que todavía existen, reconocidas por la Iglesia Católica. Una es la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén, que contiene en Argentina, entre otros, a monseñor Aguer, el polémico y conservador arzobispo de la Plata. Isidoro Ruiz Moreno, lugarteniente de los caballeros en la Argentina, abogado y profesor de la Escuela de Guerra, explica: “nosotros estamos al servicio de la comunidad, como dice la policía”. En rigor, la actividad de los caballeros del santo sepulcro es mandar donativos a Tierra Santa. La otra es la Soberana y Militar Orden de Malta, que también hace actividades de beneficencia en hospitales.
Si la Iglesia profundiza la revisión de los hechos, los templarios podrían regresar y tener ocupaciones parecidas a las órdenes vigentes. Lejos del arte de la guerra y de la leyenda. Bastante más cerca de una ONG, con declaradas buenas intenciones.
Rodolfo González Arzac 15-11-2007
Antecedentes
En el siglo 10 existía en Europa un arraigado y exacerbado sentimiento religioso que se manifestaba en las peregrinaciones cristianas, primero a Roma, y luego, a principios del siglo 11, a Santiago de Compostela, en España, y a Jerusalén, en la llamada Tierra Santa.
Sin embargo, estos nuevos destinos estaban llenos de peligros e incomodidades, que incluían desde los salteadores de caminos hasta la exigencia de “derechos de paso” por los influyentes señores de los feudos locales.
Ante la caída de Jerusalén en manos de los turcos y de los musulmanes, el papa Urbano II se mostró decidido proporcionar a los cristianos la seguridad necesaria para realizar sus peregrinaciones a la Tierra Santa. Y para lograrlo, el Pontífice convocó a las Cruzadas, la primera de las cuales culminó con la conquista de Jerusalén en 1099.
Algunos de los caballeros que participaron en esa primera Cruzada decidieron unirse para crear un “grupo de defensa” que le diera protección a los peregrinos cristianos que acudían a Jerusalén. Ésta fue, en principio, la misión que se impusieron nueve caballeros, encabezados por su Gran Maestre, Hugo de Payens, al fundar la Orden del Templo (en 1118), llamada así porque utilizaron el Tempo de Salomón como sede de su cuartel general.
Los tempalrios recibieron la aprobación pontificia y adoptaron un hábito blanco, al que le añadieron una cruz roja.
Se les permitía recaudar bienes y dinero, y construir fortalezas e iglesias, lo cual les dio gran independencia y poder.
Al principio, formaron un grupo de unas 50 personas que se dedicó únicamente a escoltar a los peregrinos que acudían a los lugares santos.
Pero hacia 1170, unos 50 años después de su fundación, los Caballeros de la Orden del Templo tenían posesiones en lo que hoy es Francia, Alemania, el Reino Unido, España y Portugal.
Esta ocupación territorial contribuyó al incremento de su riqueza; de hecho, hacia 1220, era la organización más poderosa de Occidente, en todos los sentidos (desde el militar hasta el económico), con más de 9 mil “encomiendas”, 50 castillos, una flota mercante propia y miles de siervos (escuderos, artesanos, agricultores…). Pero sobre todo con un Tesoro que les permitía hacer préstamos enormes a las Casas Reales de toda Europa.
Consolidan el poder
En 1248, Luis IX de Francia (llevado a los altares como San Luis) convocó y dirigió la séptima Cruzada, pero no a Tierra Santa, sino a Egipto. El error táctico del Rey y las pestes que sufrieron los ejércitos cruzados, le llevaron a la derrota. Más aún, el propio Luis IX cayó prisionero.
Y fueron los templarios quienes negociaron la paz y los que le prestaron a Luis IX la enorme suma de dinero que exigían los vencedores por su libertad.
En 1291 los templarios abandonaron Tierra Santa porque ya poca gente se interesaban en las peregrinaciones. Entonces dirigieron su poder y sus riquezas hacia otras áreas. Fue así como se convirtieron en los banqueros de Europa.
Su poder económico se articulaba en torno a dos grandes instituciones: la Encomienda y la Banca.
La Encomienda era un bien inmueble, territorial, localizado en determinado lugar, que se formaba gracias a donaciones y compras. Por ejemplo, a partir de un molino, los templarios compraban las tierras donde se cultivaba el trigo; luego se posesionaban de un bosque aledaño; y después adquirían los derechos sobre un pueblo. Y con todo ello formaban una Encomienda, es decir un feudo.
En cuanto al dinero hay que decir que los Templarios fueron los fundadores de la Banca moderna. Gracias a la confianza que inspiraban, muchas personas e instituciones les confiaban su dinero, desde los comerciantes hasta los reyes.
El trágico final
En el año 1314, Felipe IV de Francia, llamado “El Hermoso”, estaba ahogado por las deudas, entre ellas la que había heredado por el préstamo que los templarios le hicieron a su abuelo Luis IX para pagar su rescate tras ser capturado en la séptima Cruzada.
Felipe convenció al papa Clemente V, fuertemente ligado a Francia, de que apoyase un proceso en contra los templarios que serían acusados de herejía, sacrilegio y sodomía (se les acusó de escupir la cruz, renegar de Cristo y practicar la homosexualidad).
El viernes 13 de octubre de 1307, hace exactamente 700 años, Jacques de Molay, Gran Maestre de la Orden de los Templarios, y 140 miembros del grupo fueron apresados y encarcelados en una operación simultánea llevada a cabo en toda Francia. El papa Clemente V, indeciso y hostigado por la Corona francesa, reaccionó cuando ya era demasiado tarde.
Para entonces, por orden de Felipe IV, el último Gran Maestre de los Templarios, Jacques de Molay, había sido quemado frente a la iglesia de Notre Dame, en París, el día de la Candelaria (en ese entonces 18 de marzo) de 1314.
3 Comentarios:
Mi Hermosa Luz de Luna, soy tu Sir, hace mucho que vengo planeando ciertos cambios en mi vida en los cuales internet tambien se vera afectado. Lamento Informarte que Sir Áedan de la Trova El Caballero de la Blanca Luna a dejado de Existir, y con esto finalizo un libro donde plasme 7 años de mi vida , es por eso que me desligo de seguir viviendo bajo la sombra de mi creacion.Por ello cvomence por cambiar mi Nick a lo que Vendra El Cierre de Sentimiento Celta, no te preocupes que abrire un nuevo Blog( a lo cual espero contar con tu ayuda) donde publicare mas seguido pero siempre, Enfocado a La Poesia y Musica Celta... Desde ya agradesco todo el apoyo Brindado y espero que comienzes a ser parte de esta , una nueva etapa en mi Vida
Un Gran Beso
y Descuida Áedan Murio.....
Pero habra Lluvia para Rato :P
wuaaaaaa se fue mi Caballero!!! Sir Aedan murio!!!!
lamento que también Sentimiento Celta se cierre!!
por supuesto que ayudare en lo que necesites y pueda aportar!
T debo llamar Lluvia ahora??
wuuuaaaaaaa mi Caballero!!!!!!!!
Mi Luz de Luna
siempre sere tu Caballero
necesito que me envies un correo a cair_paravel2003@hotmail.com para saber quie correo usas mas seguido.
se me ocurrio una gran Idea :P
un Beso
Los comentarios son moderados debido a la gran cantidad de span.
Gracias por comentar!
tu opinión será publicada en breve!