Hijos rojos, hijos del demonio (España)
«A los hijos de los rojos les decían que eran los hijos del demonio»
El documental "Els nens perdus del franquisme" denuncia las atrocidades a las que fueron sometidos mujeres y niños en las cárceles franquistas, así como las adopciones irregulares de niños robados a sus padres
Eivissa | Ángeles M. Obispo/C. M.
La periodista de TV3 Montserrat Armengou presentó el miércoles en el Club Diario de Eivissa "Els nens perdus del franquisme", del que es autora junto a Ricard Belis, en el inicio del ciclo "Recuperar la memòria" que impulsa el Fòrum per la Memòria Històrica de Eivissa. El acto fue presentado por la historiadora y directora del Arxiu Històric de Eivissa, Fanny Tur, y por Luis Ruiz, miembro del Fòrum para la Memòria. El documental se estrenó en 2001 y abrió la caja de Pandora de la investigación sobre aspectos de la represión franquista que habían permanecido ocultos.
Este documento excepcional desvela cómo durante la dictadura se produjo el robo y desaparición de niños hijos de republicanos que fueron entregados en adopción de forma ilegal a otras familias, como años después se hizo en Argentina. Al igual que la Alemania nazi, también el franquismo tenía su propia teoría sobre la raza, articulada por el psiquiatra Antonio Vallejo Nájera, que sostenía que el marxismo era propio de «débiles mentales» y había que exterminarlo de raíz, «reeducando» a los hijos de los «rojos» y alejándoles de la influencia «perniciosa» de sus padres, como pone de manifiesto el documental. De hecho, el régimen repatrió, sin el conocimiento de sus progenitores, a niños que habían sido enviados al extranjero por los republicanos durante la guerra, y les internó en colegios u orfanatos.
Una dictadura atroz
«Se nos intentó vender durante años una dictadura del general Franco un tanto light, sin embargo se parece a las peores dictaduras que ha tenido el mundo», sentencia Armengou, quien resalta que la documentación lograda, en parte inédita, para este reportaje dio pie a la edición de un libro. Por primera vez, las víctimas hablaban ante una cámara sobre los hechos y denunciaban los abusos sufridos y sus terribles experiencias.
La periodista de TV3 cuenta cómo las mujeres que entraban en las cárceles franquistas embarazadas o con niños tenían muchas probabilidades de ver morir a su hijo por las nulas condiciones sanitarias del parto, el hacinamiento de las prisiones, las enfermedades, la insalubridad o el hambre. Resultan estremecedores los testimonios de las madres que recuerdan cómo murieron sus niños entre grandes sufrimientos sin que las monjas de la prisión de Ventas acudieran a las llamadas desesperadas de las presas. El médico sólo llegaba para certificar la defunción. Si lograban alcanzar la edad de tres años, el Estado los ingresaba en colegios religiosos o en hospicios del Auxilio Social, donde se les intentaba «reeducar» para erradicar la semilla del mal, el marxismo de sus padres.
«En el año 39 se daban casos en el que el marido había sido fusilado, los padres estaban en el exilio o lejos de sus provincias de origen y no era fácil entregar el niño a un familiar», explica Armengou, que relata cómo muchas mujeres eran «convencidas» de las bonanzas del Auxilio social y los centros religiosos. «Allí era donde empezaba la zona de riesgo o el peligro de que muchos niños no volvieran a ver jamás a sus familias», matiza. «El Estado se quedaba con la tutela de los pequeños, eran trasladados de centro en centro y los padres o familiares perdían su pista», afirma. Armengou también destaca que a la separación física de madres e hijos se sumaba el trabajo de mentalización que se llevaba a cabo en estos centros para poner a los niños en contra de las opiniones y valores que habían defendido sus progenitores incluso hasta la muerte. «Muchos de estos niños acaban abjurando de las ideas de sus familias. Muchas chicas se convierten en [align=center]monjas. Había muchas maneras de perder a los niños», agrega.
Armengou narra cómo en gran parte de estos centros, los niños recibían además malos tratos físicos. Varios adultos que pasaron por estos colegios recuerdan el hambre, el frío y las calamidades. «Estos `niños de rojos´ eran estigmatizados, se les repetía que estaban donde estaban simplemente por caridad y que eran hijos del demonio», asevera. «Eran pequeños que tenían la peor comida y los peores juguetes. Se les inculcaba constantemente que no merecían nada», concluye.
Fuente= http://www.diariodeibiza.es/secciones/noticia
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